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La crisis política complica más aún la economía

Lunes, 11 de julio de 2022 02:17
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El sábado dos de julio la renuncia del exministro de Economía Martín Guzmán no solo sorprendió a todos los argentinos, sino también en forma no muy grata al mismo presidente Alberto Fernández; el académico apadrinado por Joseph Stiglitz fue el ministro estrella de Fernández desde el inicio de su gestión. Fue realmente un desatino no haberle comunicado con tiempo al Presidente su decisión, una desprolijidad que generó incertidumbre por la forma en que se fue y segundo por la situación de nuestra economía que nos mantiene preocupados por la marcha de la misma.

El reality que provocó el Gobierno con la elección del reemplazante contribuyó a aumentar el clima de incertidumbre reinante hasta que se conoció el nombre y algunos anuncios de la nueva ministra el domingo en horas de la tarde noche.

La que aceptó fue la licenciada Silvina Batakis, cuya difícil tarea será generar los argumentos y las políticas para que la población, los inversores, los tenedores de títulos de deuda pública argentina y los que perdieron la esperanza de mejora de nuestra economía, empiecen a confiar en este gobierno.

Batakis asumió el desafío con la diferencia de su antecesor, ya que contó con el aval político de los tres integrantes del triángulo gobernante, Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa. Desde el primer momento, fue público y notorio que la vicepresidenta no simpatizaba con el ministro que renunció.

Surgieron de inmediato muchas dudas acerca de cuáles serán los ejes de la gestión de Batakis; no se sabe si continuará con las medidas iniciadas por Guzmán para tratar de contener fundamentalmente a la inflación, seguir con el acuerdo con el FMI, disminuir el gasto, evitar una traumática devaluación, bajar los subsidios, renegociar la deuda pública en pesos, achicar la brecha cambiaria, entre lo más importante, o si se aplicaran políticas populistas preelectorales que tanto mal nos hicieron en estos últimos años.

Los días de la semana pasada, continuando con la incertidumbre y por anuncios de restringir las importaciones de insumos por falta de dólares, aumentaron los precios en sus distintas versiones, ya que varios importadores tendrán que adquirir esta divisa a valores muy superiores a la cotización oficial, generando mayor inflación, medidas que acompañan al estado de desprotección que vivimos. Conocido el gabinete que acompañará a la nueva ministra y por sus declaraciones podemos suponer que los ejes de su gestión, en un programa de ajuste de nuestra economía serían:

* Renegociar el acuerdo marco firmado con el FMI, respetando las cláusulas anuales.

* Quitar los planes de varias cuotas en dólares de adquisiciones realizadas en el exterior.

* Reestructurar los gastos que se realicen en el exterior.

* No considera oportuno implementar el salario universal propuesto por sectores duros del kirchnerismo.

* Seguir con el programa de precios cuidados con modificaciones que contemplen la inflación mensual.

* Aplicar la tarifa plana en los precios de luz, gas y analizar subsidios a la energía.

* Disminuir la emisión monetaria.

* Impulsar el desarrollo productivo e incentivar las exportaciones.

Es decir, se sabe poco y nada.

Es de esperar que la funcionaria asuma la dimensión de los descalabros macroeconómicos que se deben superar y a los que, en forma muy light, quiere corregir el FMI. El clima político no es el ideal. Las controversias internas y los "ruidos amenazantes" conspiran con el ánimo y complican las decisiones de inversión y consumo que tanta falta nos hacen

Al margen de la crisis política que atraviesa este gobierno, sabemos que cualquier ministro de economía en estas circunstancias tiene poco margen de maniobra, conociendo la necesidad de un cambio sustantivo como lo pide el FMI para bajar el gasto fiscal, que es la principal causa de inflación.

El Gobierno ha de haber tomado conciencia del actual estado de insolvencia de nuestro país y de que los tenedores de títulos de deuda pública ( 6 billones de pesos) no quieren renovar sus acreencias, a pesar de cobrar altísimos intereses. Tan altos, que prácticamente en un año y medio duplicarán nominalmente su capital y por consiguiente el importe adeudado, considerando como uno de los objetivos más urgentes que tendrá la nueva gestión.

Tendrá que considerar el riesgo político que supone una inflación galopante; sin ir más lejos, durante la semana pasada muchísimos insumos, alimentos, servicios y productos en general aumentaron entre un 20 a 30% sus precios. Cuando faltan cinco meses y medio para que termine al año se pronostica una inflación por encima del 80% y algunos analistas estiman que llegara a las tres cifras.

Los conflictos laborales tenderán agravarse si es que sus remuneraciones no acompañan a la inflación. Y la pobreza, la educación y el declive educativo genera un enorme sector social, destinatario de los planes sociales de los que se pierde el control ya que se "pierden" en las manos de punteros políticos, denominados "dirigentes sociales".

No parece que valga la pena esperar un "batacazo"con esta nueva ministra cuyo principal problema de fondo es la crisis política y el poco margen de maniobra para realizar un cambio estructural que desesperadamente necesita nuestro país.

 

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