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Un ejemplo de lucha: estuvo al borde de la muerte y hoy compite en atletismo

Jesús Padilla vive en el campo y sus entrenamientos los hace entre los cercos de las fincas y a la vera de la ruta nacional 34.
Lunes, 11 de julio de 2022 02:17
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Jesús Daniel Padilla, de 53 años de edad, estuvo al borde de la muerte y los médicos ya le habían pronosticado lo peor: tenía una esperanza de vida de pocos días y con un poco de suerte, quizás, de semanas.

Su crítico estado era producto del alcoholismo, enfermedad a la que le dio muchas batallas hasta que un día le dio un respiro y Jesús decidió firmemente aferrarse a la vida a través del atletismo.

Desde que se refugió en esta disciplina deportiva empezó a competir como amateur, ganando cada carrera. Al vivir en el interior de El Potrero, en pleno campo y con mucho sacrificio, sus entrenamientos los realiza diariamente en los cercos y a la vera de la ruta 34.

"Empecé en el atletismo durante mi juventud, durante la cual competí en muchísimas carreras participando en varias categorías; primero en menores y después en juveniles, porque antes no había Sub-20 o Sub-23, como ahora", relató a El Tribuno Jesús Padilla.

Recordó que mientras participó en la categoría de juveniles, "superé varios récord provinciales, nacionales y llegué a competir en torneos internacionales representando a Argentina y en los nacionales a Salta".

En su infancia, contó que empezó a correr cuando iba a 5§ grado de la primaria, lugar donde conoció a su profesor de educación física, don "Tito" Dorigatti, su descubridor.

"Él fue quien me descubrió y quien me empezó a incentivar para que corriera y luego me empezó a entrenar para competir en los intercolegiales. Viajábamos a correr a Metán, El Galpón y luego a Salta", expresó entusiasmado.

El infierno del alcoholismo

Cabe reseñar que el alcoholismo es una enfermedad crónica que se caracteriza por la incapacidad de controlar el consumo de alcohol debido a una dependencia física y emocional. Si bien los tratamientos pueden ayudar, esta enfermedad no tiene cura. Sus consecuencias a largo plazo pueden provocar alta presión arterial, enfermedad cardíaca, accidentes cerebrovasculares, enfermedades en el hígado y problemas digestivos. También cáncer de mama, boca, garganta, laringe, esófago, hígado, colon y recto.

Padilla recordó de qué manera comenzó el infierno del alcoholismo.

"Por circunstancias de la vida, me vine a vivir al campo y sin darme cuenta me empecé a dedicar al alcohol. En esos momentos tenía veintitrés años y vivía con mi mamá y mis tías".

"Al principio solamente bebía los fines de semana, digamos que despacio, pero cuando menos me di cuenta, ya era alcohólico. Me alejé del deporte y mi vida era un desastre; tras eso, tuve una lucha muy grande hasta que me enfermé, y mucho", recordó con pena.

"Antes de estar grave y a punto de morir, estuve muchos años sumergido en la lucha de querer dejar, pero siempre terminaba volviendo y recayendo, intentaba correr pero no podía", relató.

"Estuve internado en Salta (hospital del Milagro) solo, no conocía a nadie y hasta usaba pañales porque directamente no podía valerme por mi mismo, hasta que un día los médicos decidieron que volviera al hospital de Rosario porque ya no había nada que hacer, clínicamente habían hecho de todo. Entonces la sugerencia era volver porque con suerte me quedaban dos o tres meses de vida, ya que tenía afectada toda la parte hepática", señaló.

“Quiero volver a ser el que era” 

 A su regreso a Rosario de la Frontera, tras una nueva recaída, sus hijas le pidieron que se internara en el hospital psiquiátrico para desintoxicarse. Fue en esos momentos que se dijo a sí mismo: “Esto no puede seguir pasando más, quiero volver a ser el que era y lo voy a intentar”. 

“Al principio, cuando empecé a entrenar, muchos me decían que ya no tenía 20 años, sino que tenía 50 y que me iba a costar, pero yo les contestaba que lo mismo lo iba a intentar”, dijo convencido. 
“Por lo general salgo a correr por el campo. Y según como esté el clima, corro entre los cercos”, dijo. 
Y aseguró que “si no hubiera sido por mi esposa María y mis hijos, no sé qué hubiera sido de mí. Ella me acompaña cuando voy a correr, va a la par en mía en bicicleta, me filma y me ayuda a corregirme”. 
Luego apeló a la comunidad: “Si alguien puede colaborar con zapatillas, comunicarse al 3876-430838”. 

 

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