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Inteligencia Artificial, un paso histórico y un desafío educativo

Domingo, 22 de octubre de 2023 00:00
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La humanidad vive un hito tecnológico caracterizado por una vorágine y un dinamismo transformador jamás experimentado. La inteligencia artificial llegó para quedarse, y la civilización evolucionará con ella. La masiva penetración que logró ChatGPT en menos de dos meses es, por graficar de algún modo, solo un átomo de todo lo que generarán los sistemas algorítmicos. Esto hace que la humanidad se repiense con profundidad.

Es que este disruptivo salto tecnológico enciende profundos y hasta incómodos debates, ya que esta desafiante "automatización" de procesos modificará sustancialmente algunos trabajos, replanteará modelos educativos y prácticas sociales. Esta transformación alimenta, al mismo tiempo, incertidumbres, expectativas y temores. Negar una realidad implica quedar en el pasado.

Términos como "deep learning", Inteligencia Artificial Generativa (GenAI) y robots asistentes se tornarán habituales. El futuro se nos abre ante nuestra vista. La IA no reemplazará a un trabajador pero una persona que tenga habilidades con estas herramientas tendrá más oportunidades laborales. Esa fue una de las conclusiones que dejó la jornada celebrada el jueves 19 en el Centro de Convenciones, "Innovación. Descifrando la revolución de la Inteligencia Artificial" en el marco de "Hablemos de lo que viene".

En esta nueva edición del ciclo organizado por El Tribuno, la doctora en matemáticas y especialista en Datos, Mariela Fiorenzo planteó la gran pregunta del precursor de la computación moderna, Alan Turing, en 1950. "¿Pueden las máquinas pensar?"

Ese es el primer temor que se plantea al hombre contemporáneo. ¿Puede suceder que, en un futuro inminente se materialicen las fantasías de la literatura y el cine, y que los robots construyan una nueva humanidad?

Por ahora, la Inteligencia Artificial parece estar muy lejos de ir más allá de una formidable y creciente acumulación de datos, procesados a una velocidad millones de veces superior a la de la inteligencia humana, pero "pensar" es mucho más que eso. Pensar es la capacidad de inventar técnicas para resolver problemas a partir de la percepción de las cosas que nos rodean y, a partir de allí, desarrollar y modificar una cultura. Un animal puede utilizar un palillo para sacar orugas de un tronco, pero es incapaz de hacer de esa experiencia una técnica compleja y mucho menos construir un sistema.

Pensar supone capacidad de sentir, de abstraer, de juzgar y de razonar, además de la consciencia de sí, del pasado y del futuro.

El pensamiento comienza por el asombro, tal como explicó en el coloquio el filósofo y periodista Tomás Balmaceda, citando a Aristóteles. Las máquinas, por ahora, no tienen capacidad de asombro y nada indica que puedan incorporar datos que no les provea el propio programa. Y tampoco pueden, como explicó el ingeniero Matías Karlsson, preguntarse (como Isaac Newton) por la ley de gravedad al observar la caída de una manzana.

Mariela Fiorenzo considera impropio el uso del término "Inteligencia Artificial", y considera que debería hablarse "Inteligencia Aumentada".

De todas maneras, hemos ingresado a una nueva etapa de la civilización.

Así lo previó Alan Turing en su artículo Computing machinery and intelligence al referirse al pensamiento de las máquinas. Su respuesta fue que un ordenador era capaz de "pensar" si sus resultados eran tan convincentes que una persona que interactuara con él no pudiese distinguir sus respuestas de las de un ser humano real.

Hoy, muchas experiencias como el Chat GPT, o incluso, la construcción de imágenes, simulaciones y textos verbalizados por la IA hacen pensar que estas ya superaron la prueba de Turing. Mariela Fiorenzo no da una respuesta definitiva, pero sostiene que, por ahora, esta 'inteligencia aumentada' tiene un valor instrumental y que su capacidad de engaño es limitada. Puede inducir a error, por errores de programación.

El debate por el empleo con el avance de la IA fue un eje en las disertaciones de Fiorenzo, Balmaceda y Karlsson. "Toda tecnología ha servido para mejorar la calidad de vida de la humanidad" recordó Balmaceda, que recalca evitar los dos males: "la tecnofilia y la tecnofobia". Porque tecnofobia es un sentimiento apocalíptico frente a lo que nos aparece como completamente nuevo.

Karlsson recordó las "tres heridas narcisistas" que destruyeron creencias inamovibles y que conmovieron el orgullo del hombre moderno.

Nicolás Copérnico, cuando demostró que el sol es el centro del sistema solar, y no la Tierra, como se creía desde hacía milenios. Parecía evidente, hasta entonces, que el astro rey giraba en torno de nosotros.

Charles Darwin al instalar la teoría de la evolución, que nos hizo saber que descendemos de un simio que desarrolló inteligencia y cultura.

Y Sigmund Freud provoca la tercera herida narcisista con la introducción del concepto de inconsciente, que implicaba que no somos completamente libres y racionales, sino que estamos sujetos a los impulsos de nuestro deseo.

La IA es la nueva herida narcisista, que alimenta la tecnofobia.

La Inteligencia Artificial (o Aumentada) es un aporte extraordinario a la evolución de la tecnología disponible por el ser humano. Por ahora, sigue dependiendo de la inteligencia de sus creadores y programadores. Hay muchas razones para pensar que es muy difícil que estas máquinas lleguen a experimentar "asombro", que es el comienzo del pensamiento creativo. El temor que se generó en torno de la posibilidad de que el CHAT GPT pudiera facilitar que los alumnos engañen a los docentes en sus tareas o que, de alguna manera lo reemplacen suena ingenuo. La tecnología exige, por cierto, el desarrollo del pensamiento crítico en los alumnos (siempre fue inherente a la educación, aunque en la realidad escolar se haya cultivado el memorismo y la enseñanza mecánica). Las máquinas pueden engañar a las personas, siempre y cuando estas carezcan de capacidad de interpretación y análisis.

El futuro es una incógnita, pero el presente muestra, como muy bien lo explicó Karlsson, que el atraso educativo en matemáticas, lenguaje y ciencias va a condenar a gran parte de la humanidad a la exclusión. La tecnología está entre nosotros y la Inteligencia Artificial, un capítulo en una historia que continúa, debe incorporarse a toda la educación pública.

La tecnofilia es la ceguera ante unas máquinas fascinantes que se introducen en la intimidad de cada persona, pueden engañar y pueden generar reacciones imprevisibles para quien las contempla y las usa con ingenuidad.

Y hay por delante un compromiso: la tecnología puede generar nuevas formas de analfabetismo y exclusión.

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