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A las puertas de una nueva época política

Martes, 14 de noviembre de 2023 02:31
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El resultado de la primera vuelta electoral del 22 de octubre desencadenó un torbellino de acontecimientos. El ascenso de Sergio Massa y provocó una modificación sustancial en el escenario. Hasta ese momento, el candidato libertario era el favorito en el balotaje. Después, el orden de probabilidades pareció invertirse. La opinión pública y los factores de poder focalizan su mirada en Massa, cuya chance era juzgada hasta entonces entre escasa y nula.

Pero Mauricio Macri y Patricia Bullrich apuestan que la gran mayoría del electorado que en octubre respaldó a Juntos por el Cambio prefiera votar a Milei como "mal menor" para evitar un triunfo de Massa. Según estos cálculos, ratificados por la mayoría de las encuestas, el balotaje quedaría signada por una enorme incertidumbre.

La desarticulación de Juntos por el Cambio hizo que la disputa por sus restos pase a ser en el epicentro de la estrategia de los dos contendientes del balotaje. Milei dio el primer paso con su acuerdo con Macri.

Massa trata de capitalizar el descontento provocado por ese entendimiento para avanzar en su propuesta de un "gobierno de unidad nacional", con la que trata de compensar el peso negativo del "kirchnerismo".

El común denominador es que ambos pujan por conquistar el electorado independiente "centrista". Esa competencia se manifiesta con particular intensidad en Córdoba. Esta circunstancia electoral no es azarosa. Remite a una causa estructural: la implementación de toda estrategia económica demanda una sólida apoyatura política y social. En el caso particular de la Argentina, ese requerimiento torna indispensable una convergencia entre los sectores populares, tradicionalmente representados por el peronismo, y la rama tecnológicamente más avanzada e internacionalmente más competitiva de la economía, que es el complejo agroindustrial, uno de los más importantes del mundo, cuyo epicentro geográfico está en Córdoba y en toda la Región Centro.

En ese desafío, Massa encuentra otra excusa para diferenciar su imagen del kirchnerismo, a fin de recrear, pero esta vez con el respaldo de la mayoría del peronismo, una nueva versión de esa "avenida del medio" que intentó construir en las elecciones de 2015, con una iniciativa orientada a la superación de la "grieta". Con ese objetivo, el "Massa de hoy" evoca al Massa de entonces, alejado de Cristina Kirchner.

Mientras Massa busca diferenciarse de Cristina Kirchner, el Milei de hoy está obligado a mimetizarse con Macri. Ninguna de estas dos mutaciones asegura la victoria, pero no hacerlas les garantizaría la derrota. Los rivales están forzados a procurar el respaldo de una masa de votantes que cuatro semanas atrás votaron por otros candidatos. Para ello, necesitan promover una polarización contra el adversario más que una adhesión a sus propuestas de gobierno.

Jean - Jacques Rousseau decía que la "voluntad general" es una realidad muy diferente a la suma de las voluntades individuales de los miembros de un cuerpo social. Los estudios de opinión coinciden en señalar el estado de insatisfacción existente en la sociedad y su rechazo al sistema político. Ese sentimiento, capitalizado por Milei, se expresó en las urnas en agosto. Pero el 22 de octubre afloró a la superficie otro factor fundamental, que anida en el subconsciente colectivo: el instinto de supervivencia. Y este segundo factor favoreció a Massa.

Estas dos cuestiones conviven en la conciencia colectiva de los argentinos. En los términos de Rousseau, ambas son parte constitutiva de la "voluntad general". En el respaldo a Milei prevalece la ruptura con el pasado. En el apoyo a Massa, la gobernabilidad amenazada. Sería tan necio afirmar que el voto a Milei ignora la necesidad de la gobernabilidad de la Argentina como decir que el voto a Massa supone una apuesta al mantenimiento de una situación económica y socialmente insostenible. De allí que Milei tenga que dar garantías de gobernabilidad y Massa señales de ruptura.

Pero más allá del resultado en las urnas el 19 de noviembre constituye un hito en un vasto proceso de reconfiguración de las fuerzas políticas, derivado del agotamiento del "kirchnerismo", no como corriente política sino como alternativa viable de gobierno para la Argentina. La expresión más contundente de ese fin de ciclo fue el apoyo de Cristina Kirchner a la candidatura de Massa y su ausencia en la campaña electoral. Quienes tienen que esconderse para ganar una elección no están en condiciones de gobernar.

Pero la más reciente constatación de este ocaso es el fracaso de la ofensiva política del "kirchnerismo" contra el Poder Judicial, en particular contra la Corte Suprema de Justicia, convertida en "boomerang" por las revelaciones derivadas de las investigaciones judiciales acerca de una red de espionaje ilegal sobre los magistrados que salpican al diputado Roberto Tailhade, responsable del aparato de inteligencia de Cristina Kirchner, y golpean a la conducción de La Cámpora.

Este proceso de recomposición de fuerzas tuvo su primera expresión el 13 de agosto con el triunfo de Milei en las elecciones primarias, que patentizó la crisis de las coaliciones que se rotaron en el poder en los últimos años. Su segunda manifestación fue el 22 de agosto, que determinó la extinción de una de esas dos coaliciones. La tercera será el domingo 19 cuando se definirá quién asumirá la responsabilidad del gobierno. Pero habrá luego una cuarta fase, que ocurrirá entre esa segunda vuelta y el 10 de diciembre, en la que se discutirán las condiciones en las que ese gobierno asumirá su misión, y luego, a partir del 10 de diciembre, comenzará todavía una quinta etapa, signada por la negociación de los acuerdos necesarios para gobernar en una situación de emergencia económico-social y de extrema fragilidad política, graficada en la ausencia de mayoría parlamentaria. Quienes crean que el 19 de noviembre estará todo dicho tendrán que manejar su ansiedad por otras varias semanas.

En esta coyuntura signada por una fuerte polarización agudizada por las características propias de un balotaje, suele opacarse el hecho de que en la Argentina de hoy la expresión de la "voluntad general" a la que alude Rousseau, concebida como la voluntad del pueblo, exige como prioridad estratégica la unidad nacional, lo que demanda una construcción política inspirada en la "cultura del encuentro" que predica el papa Francisco.

Ni el cincuenta y pico por ciento de los argentinos que, ya sea por convicción o como opción por el mal menor, elijan al candidato ganador y lo legitimen como el futuro presidente constitucional ni el cuarenta y mucho por ciento que por esas mismas motivaciones lo hagan por el perdedor están en condiciones de imponer unilateralmente su voluntad, ni menos aún de iluminar el camino del porvenir.

Esa "voluntad general" requiere la articulación entre el afianzamiento de la gobernabilidad y las expectativas de cambio. De hecho, la necesidad de Massa y Milei de girar hacia el centro para ganar la elección indica una hoja de ruta que estará obligado a recorrer quien aspire a gobernar la Argentina.

La crisis argentina exige una reformulación del actual sistema de poder. Esa reformulación requiere, en primer lugar, enterrar el pasado como asunto de división política, tal como hizo Perón en 1972, cuando al regresar a la Argentina afirmó que "para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino" y se abrazó con Balbín aquel 19 de noviembre, en un hecho histórico cuyo aniversario este año coincide, tal vez premonitoriamente, con la elección presidencial.

En las actuales circunstancias, tal vez convenga tener en cuenta una sabia máxima de Federico Nietzsche: "El que actúa tiene que olvidar el pasado, de otro modo se vería paralizado por la indecisión. A fin de poder actuar, el hombre de acción debe ser injusto con el pasado y no ver sino su derecho a crear un futuro mejor". El voto es una acción políticamente trascendente. El domingo 19 nos toca actuar a los argentinos.

* Pascual Albanese es vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico y miembro del Centro de reflexión política Segundo Centenario

 

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