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Vientos de cambio

Jueves, 30 de noviembre de 2023 02:08
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El presidente electo comienza a dar, con cuentagotas, definiciones y señales que muestran un nuevo rumbo. Así, pocos días atrás dijo en una entrevista televisiva, que toda empresa que pueda funcionar en el ámbito privado deberá hacerlo, porque "se ha demostrado que toda empresa gestionada por el Estado funciona mal".

En lo personal, no estoy de acuerdo con una afirmación general tan dogmática; no es correcta ni cierta. No es que toda empresa gestionada por el Estado sí o sí funcionará mal. Hay contraejemplos valiosos -pocos, es verdad- de lo contrario. La generalización es incorrecta e injusta. Pero no pueden caer por sorpresa sus declaraciones; sabemos que bregará por un Estado reducido a su más mínima expresión y que buscará dejar en manos privadas todo cuanto pueda recaer en ellas. Dependerá del Congreso y de los entes reguladores, asegurar que el Estado si esté presente a la hora de controlar la operación de estas empresas tanto como la forma en la que estas son privatizadas o concesionadas.

Pero si una empresa se ha gestionado de modo tal que fue un ámbito propicio para la expoliación sistemática; para el clientelismo político; para el pago de servicios de una militancia adicta, u otros servicios "no santos"; cuando no se puso a la dirigencia adecuada ni se buscaron eficiencias sino subsidios; entonces sí, encontraremos una gestión deficiente y, seguro, deficitaria. Por las razones que fueren, Aerolíneas Argentinas es una empresa deficitaria.

Desde Télam, en un comunicado de Agosto de 2023, se publicó "El balance, aprobado en el día de este jueves por el directorio de la compañía y auditado por la consultora internacional KPMG, dio un resultado negativo de 48 millones de dólares". En otra parte del comunicado, se resalta: "Al respecto, Pablo Ceriani, presidente de la compañía, subrayó que el primer balance semestral de Aerolíneas marcó una reducción del déficit del 61% respecto a 2022. En estos 6 meses, la compañía tuvo un déficit de US$ 48M, un 80% menos que el mismo período de 2019".

Dejando de lado las expresiones de Javier Milei -elegido en las urnas-; lo que resulta inadmisible son las reacciones de algunos dirigentes gremiales ante estas primeras definiciones. "Sin los aportes del Estado no puede funcionar", dijo Edgardo Llano, de APA. "Entregar la compañía a los trabajadores sería el certificado de defunción para Aerolíneas; porque él lo que planteó es entregar la empresa a los trabajadores, declarar cielos abiertos y retirarle los aportes del Estado. Y esta empresa sin los aportes del Estado no puede funcionar". El titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas, Pablo Biró, la remató diciendo: "Nos va a tener que matar y cargar muertos". Más tarde se retractaría: "Entre las ansiedades y los medios, tuve una frase poco feliz que sacada de contexto caería muy mal, hasta a mí me cae mal". La frase no fue sacada de contexto. Dejando de lado el injustificable exabrupto, vale la pena detenernos en lo que significan estas palabras; en lo que expresan.

La frase desnuda una construcción mental y social que representa, exactamente, el cambio cultural que el nuevo presidente debe cambiar en todas las organizaciones políticas y sociales. ¿Por qué Aerolíneas Argentinas debería tener un tratamiento especial y contar con subsidios millonarios para poder operar? "Sin los aportes del Estado no puede funcionar"; ¿por qué debería funcionar entonces?, me pregunto. ¿Qué la hace tan especial? ¿Por qué no puede competir -de manera libre- sin subsidios y sin prebendas y si no funciona, cerrar como cualquier otra empresa? Aerolíneas Argentinas, ¿cubre rutas y une puntos con un propósito social que de otra manera dejaría aisladas a poblaciones, comunidades o regiones? Si ese fuera el caso, entonces tal vez, valdría la pena analizar el pagar por esa función social y subsidiar esas rutas o esas prestaciones en particular; no la operación completa de la empresa. No adhiero al eslogan que apela a la "Soberanía de los Cielos". "Soberanía de los Cielos" es tener el control absoluto del espacio de aeronavegación; soberanía virtual, declarativa y falsa por cuanto carecemos de los radares necesarios para el control de la totalidad del espacio aéreo y de nuestras fronteras porosas y permeables por doquier. No se puede declamar soberanía en lo accesorio para tapar la falta de soberanía en lo fundamental.

Si aceptamos que Aerolíneas Argentinas debe ser subsidiada para que pueda seguir operando, cualquier otra empresa de cualquier otro rubro podría solicitar el mismo tratamiento. Un tambo a punto de quebrar, ¿no podría aducir que sin un aporte del Estado perderemos la "soberanía láctea"? ¿O las pymes autopartistas; no podrían aducir una supuesta "soberanía automotriz"? O cientos de miles de otras pymes que enfrentan trabas como cepos a las importaciones; impuestos descabellados; regulaciones discrecionales despiadadas y trabas sindicales para operar con libertad; ¿no podrían aducir "la soberanía del trabajo argentino"? ¿Por qué ellas no pueden decir "esta empresa sin aportes -o sin ayuda- del Estado no puede funcionar"?

Estos dichos son graves por lo que dicen. Son graves también porque revelan hasta qué punto demasiada gente ha naturalizado formas anormales de operar. Quizás sea hora de que Llano, Biró, y muchos otros entiendan que soplan vientos de cambio, no de continuidad; y que un 55% de la población eligió no apoyar más esta forma de funcionar.

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