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24 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Shock, estabilidad, plan de desarrollo

Sabado, 23 de diciembre de 2023 00:00

Como argentino "de bien" y con cultura cívica, escuché atento el mensaje inaugural del presidente Javier Milei (JM). En un tramo del discurso, sin nombrarlo, refirió al gobierno frondicista con esta frase "[…] todos los programas de shock, salvo el de 1959, fueron exitosos". Compartí la argumentación de G. Ariza (vertida acá el 16/12), que contextualizó el único plan de desarrollo llevado a la práctica con grandes resultados en el período que correspondía.

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Como argentino "de bien" y con cultura cívica, escuché atento el mensaje inaugural del presidente Javier Milei (JM). En un tramo del discurso, sin nombrarlo, refirió al gobierno frondicista con esta frase "[…] todos los programas de shock, salvo el de 1959, fueron exitosos". Compartí la argumentación de G. Ariza (vertida acá el 16/12), que contextualizó el único plan de desarrollo llevado a la práctica con grandes resultados en el período que correspondía.

De paso, y para observar el bosque entero, busquen la nota de Pascual Albanese del 14/12/2023, que enmarcó la precuela liberal-menemista a la chita callando y su secuela libertaria a voz en cuello, primer y segundo tiempo de un match con los mismos jugadores (más los que vinieron a préstamo del macrismo).

Durante años el neoperonismo -en su postrer variante- nunca planteó siquiera un desarrollismo conceptual, capaz de contrabalancear el influjo liberal en la economía, derivando hacia la tentación populista. Populismo y liberalismo son dos caras de la misma moneda, antes por las consecuencias que por procedimiento. Insumiría muchas líneas explicarlo.

Veamos también estas consideraciones previas:

1- Las medidas en curso sinceran la temeraria irresponsabilidad del gobierno saliente; con variaciones, matices o énfasis, las hubiera encarado cualquiera de los candidatos en vidriera.

2- La impronta ortodoxa económica primó en los muchos gobiernos militares y varios civiles de cualquier camiseta, aunque tampoco se hubiera llegado tan lejos.

3- Salvo los escasos cuatro años (1958-1962), no se efectivizó otra estrategia claramente desarrollista que la implementada -contra viento y marea- por una administración acorralada por tirios y troyanos. Los logros de la dupla Frondizi-Frigerio fueron posibles porque, después del shock y de un plan estabilizador, se aplicó un proyecto que promovía los sectores dinámicos, generaba valor agregado y empleo genuino a partir de la icónica "batalla del petróleo". Por cierto, en estos tiempos el progreso económico se basa en la investigación científica y la tecnología.

La economía argentina mantiene desde 1880 un perfil agroexportador y seguimos intercambiando manufacturas y tecnologías por materias primas de poco valor agregado.

Así ocurre desde que las grandes potencias occidentales se industrializaron, gestaron el capitalismo y "retiraron la escalera" al resto para imponer el libre cambio -alma mater del liberalismo intemporal-, a punta de bayonetas primero, con presiones diplomáticas después. Hay suficiente literatura que constata los juegos del poder mundial detrás de un paradigma económico que hoy transfigura la cuarta revolución industrial.

Como sea, este es el turno institucional de un liberalismo neto y duro para enfrentar el marasmo de cuatro décadas apoyado en un electorado difuso, que empezó a espabilarse con los cacerolazos del 20D.

Convengamos, por otro lado, que lo liberal-libertario responde al armado ideológico de un audaz, que vio la oportunidad brindada por los desaguisados del gobierno anterior y no la dejó pasar; pero los votos de LLA no compensan falta de territorio, escasez de legisladores nacionales y gobernadores.

La apuesta de Javier Milei -con tripulación no improvisada y reclutada en distintos muelles- implica un cambio cultural en una sociedad anómica y de parva conciencia cívica, a la que se le pide un sacrificio mayúsculo. Libertad e indisciplina social son incompatibles.

El dogmatismo que sustenta este modelo genera dudas razonables sobre la eficacia de las propuestas. Eso quedó reflejado en el primer DNU transmitido por cadena nacional, con puesta en escena refundacional y un líder asumido como "depositum fidei". Eso veo en los fundamentos del decreto, a los cuales se prestó menos atención que a las medidas desregulatorias; la experiencia indica que los dogmatismos son antesala de las descalificaciones y estas de las grietas. JM lo anticipó en campaña, pero sin aclarar que al final la(s) casta(s) no pagaría las facturas.

Con todo, gracias a las fuerzas del cielo, la institucionalidad funciona y las medidas pasarán ahora por el filtro del Congreso (art. 99.3 CN), y una imaginable cascada de amparos. La Casa Rosada negociará su idea de estabilidad macroeconómica, reforma del Estado y reglas para la actividad privada. Esa es su principal apuesta; lo demás se daría por añadidura.

Estado y necesidades

Argentina necesita un Estado perspicaz, no fofo ni ogro filantrópico, para descontar el monumental desequilibrio histórico que nos agobia desde la guerra por la independencia, única instancia en que estas tierras fundacionales conocieron eso de sangre, sudor y lágrimas.

"Tanto Estado como sea necesario" era una de las consignas de los líderes del milagro alemán. Tenemos que encontrar nuestro propio punto de equilibrio entre Estado y necesidades. El proyecto reivindicado por JM está agotado desde hace un siglo, y las reglas del mercado son insuficientes para emparejar las tres Argentinas que hemos perpetrado irresponsablemente. Mientras tanto, las veintitrés provincias de iure y la de facto (el AMBA) bailarán al ritmo de la música mileísta.

Tenía pensado dedicar el párrafo final a la provincia de Salta, pero será en una próxima nota.

Nuestras crueles provincias deberán ingeniarse para aguantar el chubasco y movilizar su aparato productivo con inversiones a cuyo encuentro cabe salir. Las que lo logren estarán en mejores condiciones de sobrellevar las consecuencias del modelo que se presenta como bisagra histórica.

En suma, Milei está convencido de que la libertad de mercado, hasta el paroxismo, acomodará las cargas. En cambio, me ubico con los que piensan que solo se logrará con un plan de desarrollo inducido por el Estado. ¿Queda claro, no?

(*) Profesor emérito y director del Instituto de Derecho Internacional de la Universidad Católica de Salta

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