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7 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Un violento anticlericalismo

Domingo, 16 de abril de 2023 02:10
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La situación del Tucumán al momento de entrar su primer obispo en la recién creada diócesis, no era halagüeña ni mucho menos. Provincias "desbaratadas y mal asentadas", llamó don Francisco de Toledo a las del Paraguay, Tucumán y Santa Cruz de la Sierra. Tal estado no desalentó al nuevo pastor.

A comienzos de 1582 monseñor Francisco de Victoria tomaba posesión del Obispado en Talina, pueblo de indios Chichas. Coetáneamente, el gobernador Hernando de Lerma llegaba al norte de la gobernación donde el 16 de abril de ese mismo año fundaba la ciudad de Lerma en el Valle de Salta, provincia de Tucumán.

La fundación se produjo el segundo día de la Pascua de Resurrección y el acto fundacional reunió a un selecto cuadro de eclesiásticos, hallándose presente el reverendísimo señor obispo fray Francisco de Victoria.

En aquella jornada se verificó el encuentro del obispo Victoria con el gobernador Lerma. El diálogo fue dramático, como era de suponer por el temperamento y los arrestos de uno y otro personaje.

El padre Larrouy describe la compleja situación: "El segundo día de Pascua el obispo asistía a la fundación de Salta, efectuada por Lerma. Saludarlo este y reñir con él, todo fue uno, empezó por oponerse a la prosecución de su viaje, y acabó poco más tarde con decir que le ahorcaría de un algarrobo, y a los demás clérigos y frailes".

Pretendió Lerma impedir que el obispo prosiguiera viaje rumbo a Santiago del Estero. De todos modos, aún en notoria enemistad con el orden eclesiástico, Lerma siguió concurriendo a las funciones de la Iglesia, alegando que ya estaba absuelto.

Cuando arribó Victoria a Santiago del Estero no se encontraba el gobernador y pudo con algún desahogo concentrarse en solucionar algunos abusos y organizar la disciplina.

La llegada de Lerma trajo nuevas diferencias: el obispo no salió a recibirlo, de lo que se vengó mandando que nadie le viese ni se comunicase con el pastor. A su vez, Victoria mandó a leer públicamente un auto que versaba "sobre que nadie tratase de prender clérigos y frailes, so pena de excomunión mayor 'latae sententiae'".

Lerma contestó con insolencias y amenazas y aisló al Pastor pasando éste grave necesidad. Mandó Lerma, so pena de declararlos sus enemigos, que nadie diese un jarro de agua a clérigos ni frailes. Ante tan terrible sanción para los tonsurados que los ponía al borde de la inanición, le fue forzoso a Su Señoría Reverendísima salir "de puerta en puerta a pedir pan por amor de Dios".

Tan insostenible se volvió la situación que el Obispo tuvo que huir, según él mismo comunicaba al monarca el 16 de abril de 1584: "Me determiné salir huyendo con dos solos compañeros, cien leguas por tierra de guerra, por donde cincuenta pasan con gran peligro".

El gobernador Lerma, en su implacable persecución prendió a los clérigos sacerdotes y los envió por tierra de guerra con grillos y cadenas a los Charcas. Durante su mandato, solo quedaron dos, uno huyó al Paraguay y el otro murió.

Con los frailes de las órdenes establecidas en Salta, Lerma tuvo idéntico proceder. Y a tanto llegó su furia que no dudó en penetrar en los conventos para echarles la zarpa encima.

En la copiosa documentación que hubo lugar ante los descomedidos actos de Lerma, cabe citar el testimonio del deán Salcedo: "Hizo Lerma por acto público ante escribano un libelo infamatorio de los frailes de Nuestra Señora de las Mercedes, de testimonios falsos que le levantó, el cual hizo cuando persiguió al bendito fray Nicolás Gómez comendador de la dicha Orden".

Que nuestro primer gobernador fue mal sujeto y pésimo gobernante es un punto indiscutible entre los historiadores. Testigos contemporáneos afirman y corroboran este mal carácter y proceder.

La nota negativa aparece ya en la Probanza de Alonso de Abad, de 5 de octubre de 1585. El autor recuerda que de algunos gobernadores y capitanes que habían aguantado los vecinos "palabras descomedidas y afrentosas, ocasionadas llamándoles bellacos y otras muy peores, especialmente el licenciado Hernando de Lerma, el cual lo hacía más que todos en excesivo e innúmero grado".

Continua Abad, manifestando que: "E hacía otros desafueros à quitando las haciendas y honra a unos para darla a otros parientes, amigos, y paniaguados, y criados suyos, e no guardaba justicia en razón mediante ser apasionado y vengativo".

Los conflictos de Lerma con la clerecía del Tucumán han sido estudiados por el doctor Ramón J. Cárcano bajo el título de "Primeras luchas entre la Iglesia y el Estado en gobernación del Tucumán", basada en los testimonios y copiosa documentación de la época.

Es indiscutible la falsedad maliciosa con que procedió Lerma contra los clérigos y frailes. La extensa documentación que queda de aquellos remotos días, atestiguan la pésima relación que también se extendió a todos los habitantes del Tucumán.

Lerma no puso en práctica las instrucciones del Virrey Toledo en lo referente al bien espiritual de la gobernación: "En los cuatro años, pocos meses que gobernó, jamás dejó de perseguir a los ministros y vicarios de la Iglesia, clérigos y frailes, sacerdotes y a la misma Iglesia, y fue tan obstinado y endurecido en esta persecución que los fieles cristianos no se osaban comunicar unos con otros, ni las mujeres, ni parecer delante de él, dos o tres hombres juntos, ni hablar con los sacerdotes, clérigos o frailes públicamente, ni aún ir a confesarse con ellos, y muchas veces rodeaban para entrar en la iglesia por do él no los viese".

Una sesgada historiografía ha pretendido sostener que el poder temporal y el espiritual fueron funcionales entre sí. Nada más lejos de la verdad. Los cristianos no sólo fueron perseguidos en los remotos días del Imperio Romano, los pastores y demás miembros de la Iglesia fueron perseguidos en numerosas oportunidades a través de los siglos. Una prueba cabal de ello, fue la desafortunada relación entablada entre el primer gobernador de la muy noble y leal ciudad de Salta, su primer Obispo y la clerecía en general. Luego vendrían otras desavenencias. Pero eso es otra historia.

 

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