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Amigos de la Fundación Alfarcito, creada por el fallecido sacerdote Sigfrido Moroder ("Padre Chifri" para el mundo), son albaceas de la obra que dejó el cura de los cerros y también de sus prácticas, ya que Chifri visitaba sistemáticamente a las 18 comunidades de la Quebrada del Toro y a sus escuelas, llevando las enseñanzas cristianas, generando progreso y evitando el destierro. Chifri contagió solidaridad en vida y tras su muerte sigue cosechando voluntades que se abrazan a su legado misionero.
Es por ese legado que un grupo de la Fundación realizó una travesía para llegar hasta la escuela de Cerro Negro de Tejada, para visitar a los vecinos y a la escuela N°4260 que cuenta con apenas 9 alumnos que viven en el establecimiento durante la semana, ya que sus hogares quedan a muchos kilómetros y por caminos escarpados. "El año pasado los visitamos en septiembre, su director, Carlos Vargas, nos pidió que volviéramos pronto, que los niños necesitan compartir vivencias con otras personas, pero por lo aislada que está la escuela, muy pocas personas llegan al lugar. Así que nos propusimos volver. Salimos el 11 de mayo antes del amanecer y luego de pasar por la Cuesta del Obispo y Payogasta, dejamos las camionetas en Potrero de Belgrano para iniciar una marcha a pie de 19 kilómetros. En un cuatriciclo transportamos algunos regalos para los alumnos y elementos para la estadía", contó Carlos Figueroa, vocero de la Fundación Alfarcito.
"La marcha fue por el lecho de un río que debimos cruzar en varias oportunidades ayudados por bastones. Después tomamos una senda destruida por las lluvias. Durante la caminata nos cruzamos con personas que bajaban con sus burros cargados de mercadería para vender en Payogasta. Mientras avanzábamos, los efectos de la prepuna se hacían sentir: frío, falta de aire, cansancio y calambres en las piernas", detalló Carlos sobre las peripecias del viaje.
Agregó: "A cada momento recordamos cuando el padre Chifri recorría estas sendas para poder compartir con la comunidad el día de su patrona, la Virgen de Fátima. Él lo hizo en su famoso 'Burro Rojo', el cuatriciclo que reemplazó a sus piernas tras el accidente que lo dejó en silla de ruedas, se sobrepuso a los dolores y al cansancio, todo por amor a la comunidad".
Finalmente dijo: "Llegamos cansados y felices luego de ver paisajes inigualables. Nos recibieron con un delicioso mate cocido con pan casero y queso de cabra preparados por la cocinera Dominica Guitián".