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La comunidad del barrio Osvaldo Pos recordó los 70 años de la gesta heroica del vecino que le dio nombre al barrio y a una escuela. Todo surgió como consecuencia de un suceso muy triste, cuando un colectivo se prendió fuego el 5 de julio de 1953 y Osvaldo Pos rescató a varios niños de entre las llamas, y por las graves quemaduras sufridas murió días después.
Desde entonces se recuerda a esta noble persona como un héroe civil por haber ofrendado su vida, ayudando sin medir consecuencias a los niños que hubiesen perecido de no ser por su acción solidaria y valiente. Todos los años se conmemora el aniversario de su fallecimiento y se lo homenajea.
El emotivo acto fue organizado por la escuela que lleva su nombre, para conmemorar el fallecimiento del primer hombre considerado "héroe civil" en la provincia de Salta. En la oportunidad estuvo presente toda la comunidad educativa, autoridades provinciales, eclesiásticas, municipales y cientos de vecinos que valoran la memoria de este vecino.
En la jornada estuvo presente Oscar Pos, hijo de Osvaldo Pos, quien expresó: "Es un orgullo enorme que crece año tras año cuando llega el 5 de julio y recibo el cariño de la gente en el acto de mi papá".
"Quizás cuando era niño tenía el sentimiento de no comprender la acción de mi padre y me dolía no tenerlo, pero al ir creciendo y sabiendo más de su historia me generó un gran orgullo, que se hace cada vez más grande en mi pecho por el reconocimiento", manifestó emocionado.
Oranense por adopción
Osvaldo Pos nació en 1919 en Villa Ángela, provincia del Chaco, sus padres fueron Mercedes Samaniego y Ángel Pos, quienes lo adoptaron a los dos meses de vida.
Llegó a la ciudad de Orán junto a sus padres buscando un futuro mejor atraídos por la inmensa riqueza maderera que existía en esta zona, actividad que abrazó apasionadamente. Tenía 22 años entonces.
Su vida se desarrollaba entre viajes, partidos de fútbol con amigos y la atención de sus padres, por quienes tenía un entrañable cariño.
Sus amigos lo llamaban cariñosamente "Chiquito" o "Tumba tarritos". En una tarde del mes de julio de 1953 partió con su amiga Pastora Sánchez en busca de un obsequio para su padre, ya que se acercaba su cumpleaños y tenía información de que había llegado un comerciante de Catamarca que vendía ponchos.
En el trayecto, aproximadamente a un kilómetro y medio de la salida de Orán, vio un colectivo que estaba detenido, se acercó con el propósito de brindar ayuda y, en ese momento, el autobús comenzó a arder en llamas.
No dudó un instante ni midió el peligro: rompió las ventanas y empezó a sacar a los alumnos de esa trampa mortal y, cuando creía que estaban todos a salvo, una alumna lloraba por su hermanita que aún no había salido.
Decidido, volvió a introducirse en el colectivo envuelto en llamas y rescatando a la última niña sana y salva, pero él tenía sus ojos cegados por las graves quemaduras.
Ante la falta de auxilio regresó al camión y, guiándose por las indicaciones de su amiga condujo hasta el hospital, luego de dos días de agonía murió el 5 de julio de 1953.