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Votar es nuestro poder, pese a tantas frustraciones

Domingo, 13 de agosto de 2023 02:01
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Hoy es un día crucial para los argentinos, porque en estas elecciones preliminares comenzará a delinearse el futuro de nuestra nación y de todos los habitantes del país. Son momentos difíciles pero que podrán ser superados con una mayor participación ciudadana en las urnas y también en organizaciones civiles que exijan a los elegidos el cumplimiento de sus deberes y los interpelen frente a las irregularidades y arbitrariedades.

Hoy puede comenzar una nueva restauración democrática y esto dependerá no solo del voto, sino del compromiso de cada uno con la ley y la libertad; un compromiso que empieza por los candidatos, en su mayoría, con escaso apego con esos valores.

La democracia representativa ha sido y es, a lo largo de la historia, el sistema de gobierno que mejor ha garantizado calidad de vida, movilidad social y pleno desarrollo para las ciencias y el pensamiento.

Es el modelo de sociedad basado en la libertad y en la construcción de un orden jurídico destinado a garantizar la seguridad de las personas en el sentido más amplio, a partir del respeto por la ley y de una cultura cívica que acepte y cumpla con las normas, sin privilegios y con responsabilidad cívica.

Nuestro país se encuentra muy lejos de lograrla. A cuarenta años del restablecimiento del voto ciudadano y del fin del ciclo golpista, los partidos políticos se han desdibujado. Los proyectos de Nación van siendo reemplazados por relatos y los liderazgos se limitan a discursos efectistas y promesas de soluciones mágicas

No es solo en nuestro país. En el mundo emergen las llamadas "democracias iliberales", con liderazgos mesiánicos surgidos de las urnas, pero dispuestos a concentrar el poder, subordinar a la Justicia, alinear las legislaturas y a gobernar por decreto hasta construir un régimen autoritario; parodia grotesca de las monarquías absolutistas.

A este difícil escenario nos enfrentamos hoy los argentinos, que vamos a elegir en primarias abiertas y obligatorias los candidatos presidenciales y parlamentarios que participarán de las elecciones generales del 22 de octubre.

La inflación, la pobreza, el desempleo, el declive educativo y el incremento del crimen organizado generan enorme escepticismo que se refleja en el ánimo colectivo y en las encuestas de opinión.

La indiferencia nace del desencanto y del desconcierto. Nadie sabe cuáles serán los pasos que pretenden dar los candidatos si es que resultaran elegidos. El ciudadano decidirá en base a una intuición y no de la certeza de un proyecto.

A pesar de la crisis profunda de la vida política, el país puede construir las condiciones de salir del pozo y poner en marcha un proceso de largo plazo que supere la inseguridad jurídica, la caída de la producción, el atraso tecnológico y, sobre todo la pobreza, la indigencia y la exclusión de vastos sectores de la sociedad.

Se trata, sin duda, de una tarea ardua, comparable a los tiempos fundacionales de la Patria, cuando el sacrificio colectivo que empezaba por los jefes, que exhibieron una capacidad asombrosa para pensar el futuro a largo plazo.

Los recursos agroindustriales y las reservas mineras y energéticas nos garantizan un punto de partida concreto y sólido. Pero no bastan. Si los funcionarios abandonan la mezquindad y asumen las normas básicas de la economía, el futuro será promisorio. Por eso hoy, es nuestro deber superar el escepticismo que prevalece entre nosotros, abandonar la idea de "voto y me voy a casa", elegir a quien nos parezca mejor y luego exigir a todos que honren el deber que la institución y sus compatriotas les confieren: deponer las ambiciones personales que abren una "grieta destructiva" en el país y comenzar a construir la convivencia, el respeto y, en definitiva, el país del futuro.

 

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