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25 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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La misteriosa tonada

Lunes, 18 de septiembre de 2023 02:09
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La misteriosa tonada le crece a la gente de cada región geográfica como un pasto bueno, que la diferencia de otros pueblos. ¿Cuáles serán los ingredientes que la conforman? Uno camina pocos kilómetros y siente las distintas musicalidades.

En un imaginario viaje partimos desde Jujuy hacia el sur, pasamos por Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y percibimos la notoria distancia en el modo de expresar de cada pueblo.

Pienso en los antecedentes culturales, las lenguas que utilizaron sus antiguos pobladores, las influencias de culturas afincadas en la región. Pero también debo observar la flora y la fauna, que ponen su química, aparentemente invisible, pero que va dándole un color especial y que influye en la tonada. Cuando hablamos de la flora y la fauna, lo hacemos acerca de la lechuga o el tomate, el limón o el durazno que comparten los espacios y el aire. La tonada es como una hechura que aportan los ríos y los árboles, la sangre de los abuelos que ya se han ido para siempre, pero dejaron su testimonio y su música en la sangre de los que continúan con esta mágica cadena de vida. En la tonada están los ritos, las costumbres, las mezclas étnicas, que le ponen color al habla.

Otro factor importante es el clima, padre de todas las culturas, enseña a vestir, a comer, a condicionar la existencia. Con la temperatura se abre o se cierra la puerta, el entendimiento, la alegría y la amistad. Los vientos mueven intimidades y la lluvia moja las palabras. La humedad trabaja con la semilla en la forma de la flor y aparece una palabra impregnada del agua de la vida.

Hay una tradición que se mueve lentamente en los carruajes de la historia para producir con su carga la transmisión de un legado fermentado por siglos de cosechas de trigos. Con la comida llegan sabores y aromas, fragancias que se comparten en la mesa, como una exquisita ensalada de deleite, crece por la memoria para instalar en la sangre la música y la letra del habla, una canción cotidiana nombra el sabor de todas las cosas.

No es el mismo lenguaje en el llano o en la montaña, hay distintas presiones y angustias, que afinan el acento y lo meten para adentro. Cuan distinto es caminar por las praderas verdes, donde las mariposas juegan con el perfume de las flores la ronda de la existencia y le pone júbilo a la sangre y a la palabra, que vuela como un pájaro.

Cuantos más grandes las ciudades, más distantes las esencias que acompañan para formar la palabra. En el cemento mueren las nostalgias y la tonada entra por un circuito silencioso, en un verdadero vapor de anonimato.

Qué lindas son las tonadas, escarapelas invisibles, banderitas que salen de las bocas para decir su identidad. Una música de ancestros que caminaron por el tiempo, un mandato de la tierra parturienta que le presta sus ingredientes, el resultado de los climas y los aires, el paisaje que asoma en el habla, una historia cultural acumulada, el legado heredado con la sangre, el violín de los ríos, el repiqueteo de la lluvia.

Todo ese misterio convive con la tonada con su claro ritmo musical que envuelve el habla de un pueblo. Un sello de identidad que sintetiza su mundo circundante. Como un árbol frutal que cuelga golondrinas de pan, que se contagiaron de pájaros, de cielos, de noches y de días.

 

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