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Nadie lo va a reconocer públicamente. Pero en los últimos días los grandes frigoríficos exportadores tuvieron que ajustar su faena de novillos pesados entre 200 y 300 animales diarios por planta. Sucedió después de que el lunes pasado el nuevo hombre fuerte en materia de control de precios, el titular de la Aduana Guillermo Michel, convocara al sector a una reunión y les expresara la preocupación oficial por la disparada del precio de la carne justo antes de las elecciones de octubre.
"El apriete nunca dejó de estar", confesó ante las consultas de Bichos de Campo un referente de la actividad frigorífica, que además informó que iban a seguir muy de cerca la faena de vacas conservas que alimenta las exportaciones de carne a China, principal cliente argentino con casi 80% del total de las divisas generadas por esa cadena.
Intervenir sobre los embarques dirigidos a China ha sido cosa frecuente desde que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner comenzó a regular nuevamente con cupos y prohibiciones la exportación de carne vacuna, a partir de abril de 2021.
Pero ahora que el que manda es Sergio Massa, el ministro de Economía y candidato oficialista a la Presidencia, la cosa fue mucho más allá, porque ya no se ponen límites solo a la exportación sino también a la producción de carne. De hecho, la orden verbal que impartió Michel fue que se redujera el volumen de faena de los novillos (los machos más pesados) que alimentan los negocios de exportación más refinados y valiosos que tiene el país: tanto la Cuota Hilton como la Cuota 481 para la Unión Europea, como los envíos de cortes a Israel.
Esta imposición implicará no solo poner un freno brusco a los negocios más lucrativos de la industria, sino que podría generar serios cortocircuitos diplomáticos cuando en las próximas semanas arriben los rabinos encargados de certificar el rito kosher. Israel, en rigor, fue el primer país en levantar la voz cuando se limitaron las exportaciones en 2021, a punto tal que el exministro de Agricultura, Julián Domínguez, tuvo que salir públicamente a garantizar un cupo mínimo.
¿Y por qué frenar la faena de novillos? Creen que al poner freno a la producción de ese tipo de carne se desacelerarán también los valores internos de novillitos y vaquillonas, que son las categorías más demandadas para abastecer el mercado interno. La hipótesis es que el precio de los novillos es el faro del mercado. En los últimos años, como resultado de la política de desestímulo de las exportaciones, la producción de esos animales más pesados se estancó e incluso retrocedió, para dar lugar a bovinos más livianos. Por eso la presión exportadora hizo que en las últimas semanas estuviera tan tonificado un mercado que hasta aquí mostraba altos niveles de faena y de exportaciones, de los más altos de la serie histórica. Todo está tomando los ribetes de cuando Guillermo Moreno y Ricardo Echegaray pusieron tope a las exportaciones de carne en medio del conflicto por la Resolución 125 en 2008.
Los precios de la hacienda a nivel mayorista, luego de las elecciones PASO y de la devaluación decidida por Massa esa misma semana, pegaron un salto del 30/40%, que se trasladó de inmediato a las carnicerías. Los expertos consideran que todavía queda un amplio margen para que sigan aumentando. El gran límite parecen ponerlo los empobrecidos bolsillos del argentino promedio.
La faena reducida de novillos, con todas las complicaciones que genera para cumplir con planificaciones y contratos preestablecidos por las empresas profundizaría una frenada que comenzó a hacerse notar en agosto pasado. (Fragmento)