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Por Flavio Gerez, miembro de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina
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Desde el miércoles 23 de agosto y por cinco jornadas consecutivas, se desarrolló la quinta entrega del Festival Música por el Camino de la Fe, bajo la dirección artística del maestro Jorge Lhez. La organización del festival, impecable en todos sus aspectos, estuvo a cargo de la Secretaría de Cultura y Turismo de la Municipalidad de la Ciudad de Salta. Música por el Camino de la Fe, reconocido por contar en su histórico con destacados exponentes del panorama musical tanto nacional como internacional, adoptó en esta ocasión la apuesta de resaltar el inmenso talento local presente en Salta, lo cual encuentro sumamente gratificante. A lo largo de su desarrollo se emprendió una travesía por siete siglos de la Historia de la Música, explorando una vastedad de estilos y periodos. En mi evaluación, el resultado obtenido es indudablemente sobresaliente.
Escogí asistir a cuatro de los cinco conciertos, sumándome así a esta enriquecedora experiencia. Los últimos días han colmado Salta con una vibrante semana dedicada a la música. Vislumbro un futuro donde los artífices de la música nos congreguemos en unidad, acordando la distribución de nuestros eventos para evitar superposiciones. Si bien es un anhelo que recae naturalmente sobre la Secretaría de Cultura de la Provincia, reconozco que tal expectativa podría exceder las capacidades de esta entidad, dadas las intrínsecas e inevitables limitaciones que posee.
Belleza y armonía
Durante el Renacimiento, se logró alcanzar un elevado nivel de sofisticación a través de lo que se denominó la "Gran Teoría", la cual sostiene que la belleza yace en la proporción armónica de las partes que la componen. No obstante, este período también es testigo del surgimiento de fuerzas de escape que propulsan hacia una belleza inquieta y sorprendente. Se manifiesta aquí un impulso dinámico que podría ser simplificado a los diferentes movimientos que siguieron a este período, Barroco incluido. No obstante, es más apropiado destacar la naturaleza fluida de un proceso cultural que es transversal tanto a las manifestaciones artísticas como a la sociedad misma. Este proceso, en su naturaleza, rara vez se cristaliza de manera definitiva en figuras predefinidas o claramente demarcadas, sino que más bien se desenvuelve de manera continua y a menudo, solo en apariencia, se manifiesta en formas concretas y discernibles durante breves intervalos.
Este mensaje fue eficazmente transmitido por Il Flautario, bajo la dirección del maestro David Gómez García, y por Antiqua Camera, liderada por el maestro Lhez, en el concierto del jueves 24 de agosto en la Iglesia de Fátima. El repertorio seleccionado por ambas agrupaciones sumergió a los asistentes en un entorno sonoro meticulosamente construido, en el cual las formas concretas, aludidas previamente, se manifestaron con una resonancia impactante, a pesar de los desafíos presentados por una acústica hostil.
Vale la pena recalcar el significado histórico de esta experiencia auditiva, resultado de un esfuerzo académico excepcional, especialmente en lo concerniente a la estilística musical. La recreación del Cancionero de Palacio, a cargo de Il Flautario, y la ejecución de la Harmonica Duodecatomeria de Brentner por parte de Antiqua Camera, junto a la exquisita destreza vocal de la soprano Magdalena Soria que, en mi opinión, se encuentra en un verdadero estado de gracia interpretativo, quizás pueden ser considerados los puntos culminantes de este concierto. Sin embargo, no deseo soslayar la riqueza musical que caracterizó a las otras obras presentadas, cada una con su propio matiz distintivo.
Conmovedor
Dirigir un coro vocacional compuesto por personas sin conocimientos de lectura musical implica un desafío que demanda un enfoque creativo y adaptativo. En este contexto, el papel del director se transforma en la búsqueda de la autenticidad emocional y la conexión personal con la música, empleando la comunicación verbal, la práctica auditiva y la demostración práctica para transmitir la esencia de la música. La interpretación se basa en la emotividad y la cohesión grupal, liberando a los cantantes de la notación escrita y permitiéndoles centrarse en la conexión emocional y la empatía con la música y los otros coreutas. La selección cuidadosa de repertorio con melodías reconocibles y estructuras simples contribuye a lograr resultados conmovedores y auténticos, resaltando la fuerza de la expresión humana y la conexión emocional en el arte coral.
En este sentido, la maestra Miryam Dagum, directora del Estudio Coral Arsis, una entidad con una trayectoria de tres décadas y media, revela una destreza, una perspicacia y una inteligencia audioperceptiva singulares, cualidades indispensables para encarar de manera exitosa cualquier repertorio que se le planteé. Tal realidad encontró su pleno reflejo la noche del viernes 25 de agosto en la Iglesia del Pilar, en la cual el Estudio Coral ofreció una conmovedora actuación que tejió un tapiz sonoro de una intensidad creativa tal que cautivó a toda la audiencia presente. El hecho de hacer una distribución uniforme de las cuerdas, sin agrupar a los coreutas por voces, contribuyó a una homogeneidad sonora que burló la adversidad acústica de la Iglesia del Pilar. La elección de un repertorio que abarcó tanto lo clásico como lo popular reveló momentos de notoria relevancia, tales como los del Ave María de Caccini/Vavilov, el "Heilseieuchgeweithen" de La Flauta Mágica de Mozart o la "Vidala del Nombrador" de Dávalos/Falú. La personalidad creativa de la maestra Dagum como directora de coros y también como directora de orquesta posee un calibre y una templanza que suscitan perplejidad ante el hecho de que hasta la fecha no se le haya extendido una invitación para dirigir a nuestra Orquesta Sinfónica con lo enriquecedor que esta experiencia podría significar.
Matices y sofisticación
La sofisticación, la riqueza de matices y la refinada articulación interpretativa que caracterizan a la Camerata de la Universidad Católica de Salta (Ucasal) han sido aspectos que he tenido el honor de abordar en análisis anteriores, y es un placer reiterar tales impresiones en esta ocasión. Bajo la atenta mirada de su director principal, el maestro Jorge Lhez, la Camerata se hizo cargo de la conducción de los dos últimos conciertos del festival, concretamente el que tuvo lugar el sábado 26 de agosto en la Iglesia de la Merced, seguido por el realizado el domingo 27 de agosto en la Basílica de San Francisco, donde compartieron altar con el Coro Ucasal y solistas invitados.
Cautivador recorrido
El concierto del sábado se presentó como un cautivador recorrido a través de una de las formas musicales más icónicas dedicadas a la veneración de la Virgen María: el Ave María. Además, el programa incorporó dos estrenos: "Adoración" de la compositora afroamericana Florence Price y "Nocturno", una fascinante obra para arpa y orquesta de cuerdas compuesta por un Arnold Schoenberg aún joven, cuyos veintiún años anteceden a su incursión en el movimiento dodecafónico que revolucionaría la música del siglo XX.
Las voces de los "Ave María" estuvieron confiadas a la soprano Magdalena Soria, cuyas dotes ya he destacado anteriormente, y a la mezzosoprano Claudia Manrique, cuya voz posee una pureza, riqueza y versatilidad notables. Con su singular habilidad para dotar a cada intervención de un carácter distintivo y variado, Manrique demostró una técnica vocal impecable que conmovió muy profundamente a la audiencia. Tanto el maestro Lhez como el Coro Ucasal proporcionaron un acompañamiento a la altura, con momentos de colaboración destacada por parte de la excepcional arpista Carolina Varvará, miembro de la Orquesta Sinfónica de Salta. En una sección del programa, Varvará encandiló a la audiencia con "Le rappel des Oiseaux" de Jean Philippe Rameau, en una interpretación para solo de arpa, para luego unirse a la Camerata en una ejecución del "Nocturno" que sin duda dejará una impresión perdurable en nuestra memoria.
"Requiem para el consuelo" fue encomendado por el Coro de Niños de la Catedral de Nidaros y su director Bjørn Moe, en Trondheim, Noruega. El estreno de la obra tuvo lugar en la propia Catedral de Nidaros el 6 de abril de 2014, y posteriormente se presentó en Nueva York en el Carnegie Hall en 2017. En 2018, el compositor realizó una revisión de esta versión. El "Réquiem" amalgama fragmentos del texto original de la Misa de Réquiem, un poema de Emily Dickinson titulado "Not in Vain" ("No en vano"), así como una composición conmemorativa de autoría desconocida del siglo XX. Cabe destacar que este "Réquiem" no se consagra a una figura o conjunto específico, sino que es concebido con la intención de conferir consuelo a quienes se encuentran en dolor y tribulación, o de acompañar en momentos de recuerdo y homenaje. Esta fue la obra escogida por el maestro Lhez para echar el cierre a este festival, con una notable y emocionada Claudia Manrique como solista y la participación estelar de un muy inspirado Rubén Albano, trompeta solista en la Orquesta Sinfónica de Salta, quien en sus intervenciones consiguió traducir, con una gigantesca musicalidad, la tensión emotiva que la obra requiere. ¡Gracias por la música!