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Llegamos a 2024, luego de transitar dun año muy intenso y quizás también al fin del período más oscuro de nuestra historia.
Los argentinos hemos padecido. El imperio de la decadencia argentina. Estamos a las puertas del 2024 y se abre ante nosotros un nuevo año y una nueva oportunidad de darle fin a este camino de miseria.
La empresa no será sencilla, pasaremos momentos muy duros, pero estoy seguro que el éxito es posible y ese éxito depende de cada uno de nosotros. Desde lo actitudinal, las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) sintetizan la disposición que debemos tener: fe en nuestras capacidades, en nuestras cualidades y en nuestro espíritu combativo; esperanza en un mejor futuro para todos y cada uno de los argentinos; caridad entendida como la empatía que debemos tener para con quienes se encuentren en peores condiciones.
Nuestras armas en esta batalla cultural y política contra la decadencia son éticas y fueron sintetizadas en las virtudes cardinales (templanza, prudencia, fortaleza y justicia): templanza en el dominio de nuestros instintos, prudencia en el manejo de nuestras pasiones, fortaleza para no rendirnos ante las adversidades y justicia en la consideración del otro y de nosotros mismos.
Hace muchas décadas que defiendo las ideas de la libertad. Nunca me di por vencido y hoy como nunca creo que nos encontramos ante una posibilidad histórica de salir de la miseria material pero, sobre todo, de recuperar nuestro honor cívico, nuestra dignidad personal y nuestro orgullo patrio.