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Tres fuerzas que darán forma al 2025

Domingo, 22 de diciembre de 2024 01:34
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Puede sonar muy reduccionista, pero, si todo sigue igual, cabe esperar que el año 2025 esté signado sólo por tres fuerzas poderosas: Donald Trump y el mundo que encuentra; la divergencia creciente entre las inversiones y el estado de adopción de la Inteligencia Artificial; y la "ira global", un fenómeno que sigue adoptando nuevas formas y que pauta nuevos rumbos estableciendo nuevas tendencias políticas y sociales.

En 2025 el mundo estará entrando en su período más peligroso desde la Guerra Fría entre la competencia tecnológica y comercial entre Estados Unidos y China; dos guerras regionales en pleno desarrollo; una zona de anarquía expandiéndose en África; el quiebre de las reglas internacionales y de los derechos humanos como una "nueva normalidad"; y cuatro autocracias -China, Rusia, Irán y Corea del Norte- que forjan una alianza para socavar el poder de Occidente.

Un mundo "Trumpiano"

Cuando asumió Trump su primera presidencia, existía la percepción -razonable - de que las instituciones norteamericanas lograrían contenerlo. Algo de eso pasó. Trump no pudo hacer todo lo que quiso y las instituciones hicieron de contrapeso a su ímpetu.

Sin embargo, en esta segunda presidencia, Donald Trump llega con menos restricciones. Para empezar, logró una victoria arrasadora tanto en el voto popular como el Colegio Electoral; imponiéndose en 29 estados y obteniendo la mayoría en el Senado. Así, es fácil imaginar un Trump "mucho menos institucional y más transaccional"; con un equipo de trabajo obediente a ciegas con cero margen y tolerancia para el disenso y la discusión. Traté este tema en "Trump 2.0 o un mundo que vuelve a cambiar". Habrá batallas internas entre facciones republicanas, pero, como el sistema federal de Estados Unidos delega importantes poderes a los estados y a las ciudades, es difícil pensar que los tribunales permitirán que Trump haga todo lo que quiera.

La resolución de las guerras regionales será su prueba de fuego en la agenda internacional. Trump ha dicho varias veces que pondrá fin a la guerra en Ucrania en un día. Si Trump presiona a Ucrania para aceptar pérdidas territoriales conteniendo a Putin, será un escenario. Pero si obliga a Ucrania a aceptar un acuerdo de paz desigual que el deje vulnerable ante Rusia, Putin habrá ganado. Y tanto China como otros posibles agresores tomarán debida nota; además de colocar a Europa a las puertas de una economía de guerra para solventar gastos de defensa adicionales.

Medio Oriente es un problema diferente y Siria podría resultar una Caja de Pandora. Es posible que Trump logre un cese del fuego en Gaza; Netanyahu querrá darle una victoria rápida. Pero, al mismo tiempo, es poco probable que oriente a Israel hacia la única solución estable a largo plazo: el camino hacia un estado palestino. Si Trump lograra terminar la guerra en Ucrania sin capitular ante Rusia y una paz duradera entre Israel y los palestinos, podría dejar un legado que superaría al de cualquier otro presidente norteamericano. Esto es algo a lo que podría aspirar pero que es difícil que ocurra.

En otra columna reciente ( "El regreso de Trump induce una pregunta ¿será el fin de la «Pax Americana"") mostré cómo un fin de la «Pax Americana" -vigente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial-; podría restringir -o hasta revertir- el proceso de globalización; con brutales consecuencias. El mundo se está volviendo un lugar más peligroso, no solo en tierra, sino también en los mares y en los cielos; y nada está más atado a la libre conectividad que la globalización.

Otra elección geopolítica importante será el cómo manejar la relación con China. Aún con una economía debilitada, China es un adversario formidable y agresivo. A su vez, China revelará cuánto de real hay en Trump respecto a sus dichos sobre los aranceles. Trump ha prometido impuestos del 60% sobre las importaciones desde China (y del 10% para todos los demás países). ¿Es esto una bravuconada; una estrategia de negociación; o un deseo real de desvincular la economía de América de la de China? Para todos los países del mundo -tanto ricos como pobres- las consecuencias de un muro arancelario tan enorme será algo difícil de eludir y, mantenerse al margen del conflicto, una opción no viable.

La parte más reñida de su agenda estará en el frente interno: en su programa para desregular y reinventar la maquinaria del gobierno; desde la regulación de medicamentos hasta la adquisición militar. Estas reformas determinarán cuán rápidamente América adopte y difunda tecnologías de punta; incluidas la biotecnología y la inteligencia artificial. Si Trump realmente quiere "Hacer grande a América" (MAGA), aquí es donde se debería concentrarse sin demora.

No menor, en el tope de su agenda estarán la inmigración ilegal -se espera una ostentación enorme de deportaciones masivas-; y recortes de impuestos, ya que el paquete fiscal del primer mandato de Trump expira a finales de 2025. Trump prometió recortes de gastos por 10.000 millones de dólares y, aunque los republicanos controlan ambas cámaras del Congreso, los legisladores están nerviosos por los desequilibrios presupuestarios que generarán recortes de esta magnitud. Además, de cara a las elecciones legislativas, el tiempo para lanzar todos estos programas será muy corto y las presiones por implementar todo muy rápido, altas.

Y la tecnología…

La fiebre por la inteligencia artificial (IA) comenzó con el lanzamiento de ChatGPT a finales de noviembre de 2022. El chatbot de OpenAI atrajo 100 millones de usuarios en apenas unas pocas semanas; más rápido que cualquier otro producto en la historia de la humanidad.

Los inversores siguieron la tendencia. El gasto en centros de datos sólo para entrenamiento de IAs entre 2024 y 2027 superará los 1.400 billones de dólares, y el valor de mercado de Nvidia -el principal fabricante de chips de IA- se ha multiplicado por ocho, superando los 3.000 billones de dólares.

Sin embargo, sólo el 5% de las empresas norteamericanas están utilizando IA en sus productos y servicios; mientras que restricciones energéticas y de disponibilidad de datos de calidad para la creación de nuevos modelos de IA están volviéndose problemas acuciantes y onerosos de resolver. La brecha entre el entusiasmo de los inversores y la adopción empresaria suena insostenible, lo que significa que 2025 podría ser un año de una presión crucial.

Y el miedo importa. Un estudio demostró que el 78% de los ingenieros de software en Estados Unidos utilizan IA; frente a un 40% que lo hacía en 2023. O el 75% del personal de recursos humanos, frente al 35% que lo hacía ese año. Al mismo tiempo, OpenAI muestra que el 75% de sus ingresos proviene de consumidores individuales y no de suscripciones corporativas. Esto sugiere que la mayor parte del uso de la IA se realiza en secreto y de manera particular. Los empleados temen que, de admitir que usan IA para hacer sus tareas diarias, las empresas apuren sus planes de reemplazarlos.

Si los inversores abandonan las inversiones en IA por el desacople que todavía existe con su uso en la economía real, esto podría desencadenar la explosión de una burbuja económica con consecuencias imprevisibles. Si, por el contrario, las empresas comienzan a desplegar el uso de IA en forma masiva; el mercado laboral podría volverse por completo disrumpido. El dilema es enorme.

La "ira global"

Dice la filósofa española Marina Garcés: "El mundo contemporáneo es radicalmente anti-ilustrado. Si Kant, en 1784, anunciaba que las sociedades europeas estaban, entonces, en tiempos de ilustración, nosotros podemos decir hoy que estamos, en todo el planeta, en tiempos de anti-ilustración. Kant usaba el término en un sentido dinámico: la ilustración no era un estado, era una tarea. Nosotros también: la anti-ilustración no es un estado, es una guerra".

"Nuestro tiempo es el tiempo del todo se acaba. Vimos acabar la modernidad, la historia, las ideologías y las revoluciones. Hemos ido viendo cómo se acababa el progreso: el futuro como tiempo de la promesa, del desarrollo y del crecimiento. Ahora vemos cómo se terminan los recursos, el agua, el petróleo y el aire limpio, y cómo se extinguen los ecosistemas y su diversidad. En definitiva, nuestro tiempo es aquel en que todo se acaba, incluso el tiempo mismo"; remata Garcés.

Vivimos en años de crisis y de transición. Nos hemos quedado sin utopías y, en gran medida, la propia idea de futuro entró en crisis, excepto si se lo piensa como distopía. François Dubet dice que vivimos "una época de pasiones tristes": un mundo desigual que lleva a la frustración, la indignación, la ira y el resentimiento; todas pasiones que -paradójicamente- desalientan la búsqueda de una sociedad mejor.

Sin utopías; sin una Ilustración como tarea y sin la misión de mejorarnos como personas y como sociedad; sin fe en el presente y sin un anclaje en el futuro; entonces, quizás sólo sigamos fomentando más pasiones tristes y dirigiéndonos hacia un futuro imprevisible que sólo augura una mayor precarización y vulnerabilidad. "Este mundo se vuelve cada vez más estúpido y vacío" afirmó, un siglo atrás, Osamu Dazai. Cuánta verdad entonces; cuánta más razón podría tener hoy.

 

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