La geografía montañosa de la Salta occidental esconde grandes misterios. Las montañas cambian, la llanura es una y la misma. Entre aquellos misterios se encuentra la rara presencia de gigantescos bloques rocosos en el fondo de las quebradas profundas. Si bien están distribuidos en gran parte de la provincia, especialmente en la región morfotectónica de la Cordillera Oriental, alcanzan tamaños fuera de serie en la ladera occidental del Valle de Lerma, asiento de la ciudad de Salta.
inicia sesión o regístrate.
La geografía montañosa de la Salta occidental esconde grandes misterios. Las montañas cambian, la llanura es una y la misma. Entre aquellos misterios se encuentra la rara presencia de gigantescos bloques rocosos en el fondo de las quebradas profundas. Si bien están distribuidos en gran parte de la provincia, especialmente en la región morfotectónica de la Cordillera Oriental, alcanzan tamaños fuera de serie en la ladera occidental del Valle de Lerma, asiento de la ciudad de Salta.
El Valle de Lerma
El Valle de Lerma es una fosa tectónica asimétrica, de orientación norte-sur, enmarcada entre dos cordones de montañas paralelas; los Nevados de Castilla a occidente y la Sierra de Mojotoro al oriente. Las montañas del oeste son más altas y superan los 4.500 y hasta los 5.000 m de altura sobre el nivel del mar.
El piso del valle está a solo 1.200 m sobre el nivel del mar, con lo cual se tienen extraordinarias pendientes desde las altas cumbres hasta el fondo del valle, en una relativamente corta distancia horizontal.
Las montañas están formadas por una secuencia de rocas duras originadas en antiguos fondos oceánicos y que abarcan desde el Precámbrico al Ordovícico. Sobresalen para ese tiempo los grandes espesores de cuarcitas, que son arenas de cuarzo cementadas y originadas en antiguas playas marinas o plataformas. Hacia el suroeste del valle, sobre las rocas viejas se apoyan areniscas rojas y calizas amarillas. Rocas duras y fuertes pendientes son dos de los elementos que enmarcan la génesis de los grandes bloques. A ello se debe sumar que las precipitaciones vienen desde el este y castigan duramente la cara occidental del valle en función de su ya mentada asimetría. Tal vez esta suma de factores explique la abundancia de grandes bloques en la cara occidental del valle y su casi total ausencia en la cara oriental.
A ello hay que sumar que, durante el periodo Cuaternario acontecieron los eventos que generaron los bloques y su movimiento pendiente abajo, se registraron varias glaciaciones y desglaciaciones.
Glaciares del Cuaternario
Las altas cumbres occidentales estuvieron glaciadas desde los 4.500 m hacia arriba. Por debajo de ese límite se extendían los campos periglaciarios donde fenómenos como el crioclastismo (fractura por el hielo) aflojaba y rompía las rocas, liberándolas para su posterior transporte río abajo.
Hemos observado megabloques en casi todas las quebradas que drenan las montañas occidentales del Valle de Lerma, desde La Caldera al norte hasta Alemanía al sur. Se observan bloques grandes, muy grandes, enormes y gigantescos en quebradas como las de los ríos Yacones, Agua de las Nieves, Leseriño, Lesser, Castellanos, Arteaga, Puerta del Cielo, Usuri, Tilián, Osma, entre muchísimas otras. Y también en los afluentes de estas. Sin embargo, los bloques que se llevan todos los laureles en función de su tamaño son los que están hacia las nacientes del río Corralito, un afluente del río Rosario.
Bloques erráticos
El grupo de senderismo Maywa realizó el descubrimiento del cual participaron, entre otros, Ana Daher, Ana Malvina Morales y Marcela Cardozo. Si bien habíamos mencionado en estudios anteriores la presencia de bloques de hasta 500 toneladas, los nuevos hallazgos superan con creces esos valores y obligan a una reinterpretación de la fenomenología.
Algunos bloques del río Corralito superan las mil toneladas. La mayoría son de rocas precámbricas, especialmente de unos conglomerados marinos gruesos que son típicos de esa región. A lo largo de la historia siempre los bloques sueltos han dado lugar a las más diversas interpretaciones. Al punto que los bloques erráticos fueron un quebradero de cabeza ya que se encontraban aislados en las llanuras rusa, europea o norteamericana en medio de la nada. Hasta que se descubrió que habían sido llevados hasta allí por los grandes glaciares del Pleistoceno y, al desaparecer estos, quedaron sueltos y abandonados. Pasaron a conocerse como bloques erráticos.
Luego surgió la idea de una glaciación global que habría cubierto al planeta de polo a polo en la era glacial del último millón de años. Era una catástrofe afín al Diluvio Universal (que ni fue diluvio, ni fue universal), pero de hielo. Ello llevó a que en el siglo XIX se llevaran a cabo numerosas expediciones a las regiones tropicales en busca de esos bloques erráticos de supuesto origen glacial.
Esa era en parte la misión del médico y naturalista suizo Dr. Johann Rudolf Rengger (1795-1832) que cayó preso en Paraguay en manos del dictador Gaspar Rodriguez de Francia. E incluso del francés Pablo Soria (Pablo Chatican Soubiret de Soria Pueyrredón, 1763-1851), el navegante del Bermejo, también puesto preso por Gaspar Francia en 1826 y que escribió un curioso artículo en el Boletín Geológico de Francia en 1834. Allí señala: "Según el señor Rengger, el fenómeno de los bloques erráticos, tan generalizados en los Estados Unidos del Norte y tan conocido en algunas cuencas de Europa no existiría en el Paraguay". Y apunta a continuación: "Desgraciadamente los conocimientos de la geología de las cadenas montañosas que enmarcan a esta cuenca, es demasiado imperfecto como para permitirnos explicar, de manera correcta, este rasgo que suele indicar la ausencia de un levantamiento reciente". Toda una definición considerando el momento en que la hizo.
El joven geólogo norteamericano Charles Frederick Hartt (1840-1878) vino con el mismo propósito al Amazonas y no solo no descubrió los bloques, sino que murió de fiebre amarilla en el intento. Los bloques erráticos de origen glaciario quedaron demostrados en su origen para regiones que habían sufrido el avance de los hielos a grandes distancias en el Cuaternario. Sin embargo, existe una extraordinaria variedad de bloques, iguales e incluso más grandes que los erráticos glaciarios, y que están en otros ambientes como en nuestras montañas.
Catástrofes de hielo
Tal vez sea interesante recordar aquí la catástrofe de Yungay en Perú en 1970 y que estudiara George E. Ericksen (1920-1996). Ello fue el resultado de la rotura de un glaciar en los Nevados de Huascarán donde una masa de hielo cayó sobre un lago y disparó una avalancha catastrófica (sturzstrom) que sepultó un pueblo con 18.000 víctimas fatales.
Bloques gigantescos fueron despedidos a gran velocidad e impulsados balísticamente a más de 4 km de distancia generando cráteres de impacto en su caída. Se calcula que la masa desbordada aceleró hasta 1.000 km por hora y movilizó unos 100 millones de toneladas de escombros corriente abajo.
En Salta, el desplome de la ladera del cerro El Zorrito, cerca de Cafayate, movilizó cuatro billones de toneladas de escombros y bloques gigantescos se observan todavía en las orillas de la ruta 68 entre Casa de los Loros y La Yesera.
Colapso de laderas
Otro disparador en la movilización catastrófica de grandes bloques fue la rotura prehistórica de lagos formados por el rompimiento de diques naturales, generados por el colapso de laderas en las quebradas. Precisamente las avalanchas, muchas de ellas disparadas por sismos de alta intensidad, generaron taponamientos de las quebradas y formación de lagos los cuales al romperse liberaron esa masa de agua que bajó descontrolada arrastrando los grandes bloques y llevándolos a gran distancia desde su fuente de origen.
A lo largo del Cañón del Juramento y en su boca de salida Rumipampa, (llanura de las rocas en quechua) se encuentran bloques gigantescos que fueron arrastrados por ese mecanismo.
Volcanes de barro
El otro mecanismo que mueve grandes bloques es el de los fenómenos de remoción en masa, conocidos en el noroeste argentino como "volcanes de barro" y que son comunes en las grandes quebradas como las de Humahuaca, El Toro, Calchaquí, Escoipe y otras. El ejemplo emblemático y de referencia mundial se encuentra en el Arroyo del Medio en Volcán (Quebrada de Humahuaca).
Hemos abordado ampliamente esta fenomenología en mis libros: "Riesgos geológicos en el Norte Argentino. Terremotos, volcanes, avalanchas, inundaciones, desertización y otros fenómenos naturales", con prólogos de los doctores William J. Wayne y Manfred R. Strecker (Mundo Gráfico, 244 p., 2011, Salta) y también en "Los Desastres Naturales: Geológicos, Climáticos, Cósmicos", con prólogo del Dr. Douglas Burbank (Mundo Gráfico, 170 p., 2016, Salta). No existe aún una tipología de bloques y una fenomenología que los englobe.
Avalanchas, deslizamientos de laderas, aludes, flujos densos, rotura de lagos, explosiones volcánicas, pueden dar lugar al desplazamiento gravitacional de bloques, megabloques, gigabloques o terabloques. La erupción del Socompa o el colapso gravitacional de las montañas de Escoipe produjeron bloques de millones de toneladas. El fenómeno de los bloques gigantes en las quebradas del norte argentino no ha sido aún estudiado y atraviesa preguntas como cuándo se originaron, cómo se originaron, dónde se originaron, por qué se originaron, cómo se desplazaron, qué distancia máxima alcanzaron desde la fuente de origen, cuál es su composición y peso, entre un sinnúmero de otros interrogantes. Este tema novedoso para la ciencia está actualmente bajo estudio en la cátedra de "Teoría, Historia y Filosofía de la Geología" de la Universidad Nacional de Salta.