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En medio de la oleada triunfalista que envuelve a la figura de Donald Trump, la designación de James D. Vance como compañero de fórmula del magnate republicano supuso una definición política trascendente sobre la orientación que pretende imprimir a su hipotético pero cada vez más probable segundo mandato. Trump privilegió a Vance sobre otros dos precandidatos: Marco Rubio, senador republicano por Florida, y Doug Burgum, gobernador por Dakota del Norte, que seguramente serían parte de su futuro elenco gubernamental.
Vance, un joven abogado que en agosto cumplirá 40 años, recién llegado a la política partidaria, fue electo senador republicano por Ohio en 2022. En su campaña electoral tuvo un contundente apoyo de Trump. Una vez en el Senado, se convirtió rápidamente en una de las principales espadas del exmandatario en las discusiones dentro de la propia bancada republicana. Su prédica sintetiza a la perfección la consigna de Trump: "Make American Great Again" (MAGA). Esa identificación contrasta con el hecho de que en 2016, antes de su incorporación a la política activa, Vance era un decidido militante "antitrumpista". Cuando cambió de opinión pidió públicamente disculpas al ya entonces presidente.
Hijo de padres divorciados, con una madre adicta a las drogas y criado por su abuela, Vance utiliza el apellido materno en lugar del de su padre Donald. Ex combatiente en la guerra de Irak, se recibió de abogado en la prestigiosa Universidad de Yale y se gana la vida como analista de inversiones de riesgo. También se desempeñó como comentarista en la CNN pero su salto a la fama ocurrió en 2016 con el impresionante éxito editorial de su libro "Hillibilly, una elegía rural. Memorias de una familia y una cultura en crisis", posteriormente transformado en una serie cinematográfica en Netflix.
El "best seller" describe sus recuerdos personales sobre la decadencia moral y material de la "América profunda", despreciada por las elites gobernantes. La obra traduce el profundo divorcio entre la clase trabajadora de los estados del Medio Oeste, afectados por el proceso de desindustrialización derivado del traslado de sus plantas industriales a los países asiáticos de mano de obra barata, y las elites "progresistas", cuyo globalismo cosmopolitita desprecia las raíces culturales ("grassroots") norteamericanas.
Para explicar el sentido de su libro, Vance señala: "Me identifico con los millones de estadounidenses blancos de clase trabajadora de ascendencia escocesa-irlandesa que no tienen título universitario. Para ellos la pobreza es una tradición familiar. Los estadounidenses los llaman "hillibillies", "rednecks" o "white trash". Yo los llamo vecinos, amigos y familia".
El término "hillibilly", interpretado como sinónimo de algo culturalmente atrasado y anacrónico fue utilizado despectivamente por algunos críticos demócratas y retraducido como "deplorables" en una desafortunada expresión de Hillary Clinton en su campaña electoral de 2016. A los afectados esa denominación no les molesta. Un grupo de monjes dominicos fundó un grupo de música llamado "Los Tomistas Hillibily", que tiene varios discos grabados con la reivindicación de esas raíces.
De hecho, al fundamentar los motivos de la nominación de Vance, Trump destacó en el contenido de su libro su defensa de los "trabajadores y granjeros", por quienes, a su criterio, siguió luego "luchando brillantemente" como político. En su campaña para el Senado, Vance recalcó: "creo que nuestros líderes han jugado de forma muy peligrosa y sucia con el pueblo estadounidense. Decidieron que nos dividirían unos contra otros y nos distraerían con continuas alusiones a la raza, al sexo, al género, a cualquier cosa menos lo que realmente importa en este país".
Conversión al catolicismo
Una particularidad de Vance fue su conversión al catolicismo en 2019, concretada en un convento dominico en Ohio, en presencia de su amigo Rodd Dreher, un ex metodista también converso a la Iglesia Católica, autor del libro "La opción benedictina", a quien le explicó sus razones en un diálogo publicado en "The American Conserve": "Hace tiempo que estaba convencido de la verdad del catolicismo. Fui educado como cristiano, pero nunca tuve grandes vínculos con ninguna denominación y no me bautizaron. Cuando empezó a interesarme la fe, hice tabla rasa y busqué la iglesia que más me atrajese intelectualmente".
En esa búsqueda explicó su descubrimiento de San Agustín: "es un defensor increíblemente potente de las cosas que cree la Iglesia". Reveló que había leído y meditado las "Confesiones" y "la Ciudad de Dios", "increíblemente ahora que estoy reflexionando sobre política". "Agustín me abrió el camino para comprender la fe cristiana en una forma fuertemente intelectual. Tuve una fase de ser ateo furibundo. Cuando alguien que pasó buena parte de su vida comprando la mentira de que tienes que ser idiota para ser cristiano, Agustín me demostraba real y conmovedoramente que eso no es verdad".
Esa influencia "agustiniana" le permite incursionar en cuestiones teológicas y atreverse a plantear su opinión sobre las diferencias entre el catolicismo
y las confesiones protestantes: "Uno de los puntos más atractivos del catolicismo es que el concepto de "gracia" no se plantea en términos de epifanía. No es como recibir una gracia y de pronto pasás de ser una mala persona a ser una buena persona. Siempre está actuando sobre ti. Eso me gusta".
Vance reivindica como su fuente de inspiración la doctrina social de la Iglesia y no se manifiesta preocupado por la situación de confusión que advierte actualmente en la jerarquía eclesiástica: "la esperanza de la fe cristiana no hunde sus raíces en una conquista a corto plazo del mundo material, sino en el hecho de que es verdad y de que, en el largo plazo, a trompicones, triunfará". Esta postura explica su firme defensa de los valores culturales conservadores, reflejada en su cerrada oposición al aborto y el matrimonio igualitario.
Sus afirmaciones suelen ser provocativas. Partidario de una drástica reducción del gasto público y una explotación sin restricciones de los recursos energéticos, respalda la clausura de la frontera con México para combatir la inmigración ilegal. En política exterior sostiene que Estados Unidos, sin retirarse de la OTAN, está obligado a priorizar lo que sucede en el este de Asia. Por ese motivo es un acérrimo crítico de la posición de Biden en la guerra de Ucrania. En febrero de 2022, pocos días antes de la invasión rusa, declaró por televisión: "Seré sincero con ustedes: no me importa lo que le ocurra a Ucrania". En cambio, defiende la ayuda militar de Estados Unidos a Israel en su guerra contra Hamas.
Vance tiene un importante apoyo financiero en el mundo de la alta tecnología. El multimillonario Peter Thiel aportó quince millones de dólares para su campaña en 2022 y un Comité de Acción Política controlado por Mitch Mc Connelll, líder de la bancada republicana en el Senado, que contribuyó con otros 28 millones. Thiel, nacido en Alemania, fue cofundador de Pay Pal junto a Elon Musk y es uno de los primeros inversores de Facebook e integra su Consejo de Administración.
"Los valores conservadores de Vance se expresan en la oposición al aborto y el matrimonio igualitario".
De resultar electo, Vance sería el segundo vicepresidente católico de la historia de Estados Unidos. Curiosamente el anterior fue Biden, quien fue vicepresidente de Barack Obama entre 2012 y 2020. Pero Biden, que fue el segundo presidente católico después de John Kennedy y el primero en colocar un retrato del Papa en el Salón Oval de la Casa Blanca, está vinculado con el ala "progresista" del catolicismo estadounidense, mientras que Vance pertenece a la corriente conservadora, cuyo énfasis en la defensa de los valores tradicionales coincide con el movimiento evangélico, que es la columna vertebral del electorado de Trump.
En términos de largo plazo, la designación de Vance es una apuesta estratégica. En Estados Unidos, un vicepresidente de 40 años de un mandatario de 78 es un altamente probable candidato presidencial en 2028 con posibilidades de ser reelecto en 2032, lo que implicaría una etapa de doce años consecutivos de gobierno republicano. Trump, seguro de sí mismo, parecería preparar su propia sucesión al frente del neoconservadorismo estadounidense.
· Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico