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El principal aportante de la campaña presidencial de Donald Trump es Elon Musk, estadounidense nacido en Sudáfrica. El mayor donante para Kamala Harris es George Soros, originario de Hungría, país en el que residió durante la ocupación nazi y del que emigró a Londres en 1947 para escapar del régimen comunista. En este contraste puede sintetizarse el significado de las elecciones estadounidenses del martes 5 de noviembre.
Horas después de su proclamación, Harris recibió el apoyo público de Soros, quien hasta semanas atrás era defensor de la nominación del presidente Joe Biden. "George Soros y Barack Obama se metieron en una habitación llena de humo y eligieron al candidato del Partido Demócrata y tiraron a Joe Biden por la borda", denunció James Vance, el compañero de fórmula de Trump.
Ya en 2023 Axel Soros, un hijo del magnate de 37 años que desde hace un año sustituye a su padre de 94 al frente de la compañía, afirmó: "Corramos contra la amenaza existencial que es Donald Trump". Ahora señaló que los demócratas deberían a referirse a Trump como un "delincuente convicto" y recomendó que "la repetición es clave para un mensaje exitoso".
En línea con esa estrategia de confrontación, el Soros Fund Management compró la mayoría accionaria de Audacy, la segunda compañía radiofónica de Estados Unidos, propietaria de 230 estaciones. En 2022 había adquirido a Univisión 18 emisoras por 60 millones de dólares para penetrar en el electorado latino.
Para los republicanos, Soros es la encarnación del mal. Cuando Alvin Bragg, fiscal de distrito de Manhattan, enjuició a Trump, el expresidente contestó que su acusador habría sido "elegido y financiado por George Soros". Esa imputación fue respaldada por el gobernador de Florida, Robert De Santis.
En 2016 Soros fue el mayor sostén de la campaña de Hilary Clinton contra Trump. Después fue acusado de financiar las movilizaciones callejeras de repudio a Trump en noviembre de ese año, que fueron las primeras manifestaciones contra un mandatario electo aún antes de su asunción registradas en toda la historia de Estados Unidos.
En contraposición, en septiembre de 2023 Musk, erigido en vocero de Trump sostuvo que "la organización de Soros parece querer nada menos que destruir la civilización occidental". Recalcó que Soros "odia fundamentalmente a la humanidad. Está haciendo cosas que erosionan el tejido de la civilización".
El mecenas del globalismo
Para Soros, en plena sintonía con la mayoría de los demócratas, Trump es un enemigo de la democracia liberal. En febrero de 2023, en un discurso en la Conferencia de Seguridad realizada en Munich, calificó a Trump como un "estafador de la confianza cuyo narcisismo se convirtió en una enfermedad".
Soros, el financista más conocido del planeta, se hizo famoso en 1992 por una apuesta contra la libra esterlina que provocó su devaluación y le hizo ganar 1.000 millones de dólares, es una expresión paradigmática del "globalismo", esa visión internacionalista que sacraliza la convergencia entre la democracia liberal y la economía de mercado como condición del progreso social.
En esa dirección ya lleva donados más de 30.000 millones de dólares a la Open Society Foundation, que constituye el brazo político para llevar adelante su ideario a escala global. Financia también Democracy Packs, una organización que recauda fondos para las campañas electorales de fiscales que combaten el sesgo racista del sistema judicial estadounidense y quieren reducir las tasas de encarcelamiento.
En la década del 80 la prioridad de Soros fue la lucha contra el comunismo en su Hungría natal. Para ello distribuyó fotocopiadoras como instrumento para combatir la censura gubernamental y financió a jóvenes intelectuales disidentes para que estudiaran en universidades occidentales.
Posteriormente Soros extendió esa militancia anticomunista al resto de los países de Europa Oriental. Apoyó también a la "revolución naranja" en Ucrania que en 2014 derrocó al gobierno respaldado por Moscú y actualmente es un activo defensor de ese país contra la invasión rusa.
En la década del 90 el multimillonario empezó a financiar campañas por la despenalización del aborto y del consumo de marihuana en Estados Unidos y pasó a ser el blanco predilecto de las invectivas republicanas en las elecciones de 2004 cuando aportó 24 millones de dólares en una campaña para impedir la reelección de George W. Bush.
En 2016 Soros percibió que Trump encarnaba la antítesis del "globalismo". Para frenar su ascenso, financió la campaña de Hillary Clinton y pese a su derrota encaró una cruzada que hoy continúa. En el selecto cónclave internacional de Davos de 2018 denunció que el presidente estadounidense buscaba "establecer un estado mafioso, pero no puede porque la Constitución, otras instituciones y la sociedad civil no lo permiten".
Un apologista de la nueva derecha
Musk, el hombre más rico del mundo, con una fortuna cercana a 270.000 millones de dólares, es en sí mismo una potencia mundial. Propietario de Space X (empresa líder de la industria espacial), de Tesla (la mayor fabricante mundial de automóviles eléctricos) y de Twitter, que adquirió por 44.000 millones de dólares, está cada vez más involucrado en los asuntos políticos.
Jill Lepore, una historiadora de Harvard especializada en Musk, sostiene que el multimillonario expresa un "tecno-capitalismo". Según su análisis, existe una vertiente del pensamiento de Musk que no encaja en los dispositivos clásicos de izquierda y derecha. Lepore rastrea ese rasgo en su origen familiar: en la década del 30 el abuelo de Musk encabezó en Canadá un movimiento tecnocrático que planteaba el reemplazo de los políticos y los banqueros por expertos con mayor conocimiento y experiencia.
En paralelo a su apoyo a Trump, Musk volcó decididamente sus preferencias políticas hacia la derecha. Ese explícito alineamiento permite interpretar su postura contra el aborto, su preocupación por las oleadas de inmigración ilegal en Europa y en Estados Unidos, su participación en varios foros de la "derecha alternativa" europea y su reciente amistad con Javier Milei.
Algunas propuestas de Musk, publicitadas desde su cuenta en Twitter (hoy X) que tiene 182 millones de seguidores, provocaron agrias controversias. Difundió un plan para una "solución pacífica" a la guerra de Ucrania que incluía "repetir las elecciones en las regiones anexadas bajo la supervisión de la ONU (y que Rusia se retire, si ésa es la voluntad del pueblo), el reconocimiento formal de la península de Crimea como parte de Rusia, que el suministro de agua de Crimea esté garantizado y que Ucrania se mantenga neutral". Esa iniciativa, absolutamente opuesta a la postura de Soros, motivó una airada réplica del mandatario ucraniano Volodimir Zelenski.
Musk sorprendió también con una propuesta sobre el futuro de Taiwán: "mi recomendación sería encontrar una zona administrativa especial para Taiwán que sea razonablemente aceptable. Probablemente no dejará contentos a todos. Creo que, probablemente, de hecho, podrían tener un acuerdo que resulte más indulgente que Hong Kong". Como era previsible, la idea generó elogios en Beijing y una indignada respuesta del gobierno taiwanés.
Más allá de los matices derivados de ambas personalidades, las visiones explicitadas por Soros y Musk reconocen hondas raíces históricas. Los republicanos fueron partidarios de una "realpolitik" fundada en el "hardpower" (o poder duro), que privilegia la supremacía tecnológica y militar estadounidense y no presta demasiada a atención a la naturaleza de los regímenes políticos de los países aliados. Los demócratas cultivan un perfil más "idealista" y una estrategia centrada en el softpower (poder blando), que reivindica los valores propios de las democracias occidentales, en especial la defensa de los derechos humanos. Esas dos visiones contrapuestas, encarnadas electoralmente por Harris y Trump y simétricamente por Soros y Musk en el mundo empresario, confrontarán en noviembre. El resultado de esa contienda definirá el curso de los acontecimientos mundiales durante los próximos años.
* Vicepresidente el Instituto de Planeamiento Estratégico