¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
11°
5 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Acelerando frente a cada curva

Miércoles, 05 de febrero de 2025 20:56
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El presidente de la Nación asistió, por segunda vez consecutiva, a la Reunión Anual del Foro Económico Mundial, en Davos. Si el año pasado dejó la impresión de ser una auténtica excentricidad propia de las Pampas; este año reafirmó la percepción tras dejar a toda una audiencia internacional sumida en el estupor después de su explosivo discurso contra los propios anfitriones y contra la "agenda woke" al abordar -de manera muy controversial y violenta- temas como, por ejemplo, el feminismo, la diversidad sexual y la agenda ambiental.

Orgulloso de sus dichos, Milei escribió en X: "Como no tienen argumentos para defender sus ideas utilizan la estigmatización, la categorización y las falacias para desprestigiar a quienes tienen el coraje de enfrentarlos". Paradójico pero ¿no es eso, acaso, lo mismo que hace él? ¿No es estigmatizar hablar de "zurdos hijos de puta"? ¿No es terrible decir "los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad"? ¿No es terrible decir que, en el extremo, los homosexuales son pedófilos?

Es verdad que el progresismo se desvirtuó y radicalizó instaurando infinidad de mecanismos cancelatorios y varias policías del pensamiento -la corrección política, por ejemplo- como forma de instaurar un pensamiento hegemónico infranqueable. Pero, así como eso es cierto, también sostengo y digo -una y otra vez- que no se combate algo convirtiéndose en lo mismo que se busca combatir. No se combate el terrorismo instaurando otra forma de terrorismo. No se combate la violencia con mayor violencia. Eso sólo lleva a la anomia y a la violencia como forma de vida; que es lo que vivimos hoy, cada día de nuestras vidas.

La cancelación de todo pensamiento distinto (y de las personas que no militan el mismo pensamiento hegemónico) es la peor consecuencia de las ideas "woke" que tanto declama despreciar Milei. Y que busca combatirlas estigmatizándolas; cancelándolas e insultándolas; tanto a las ideas como a las personas que las profesan. "Al wokismo más wokismo" podría ser el subtítulo adecuado a su alocución. El presidente podrá pretender estar librando la "guerra cultural" que pretenda querer librar. Pero nada justifica la violencia de sus formas. Argumentos como "es espontáneo"; "dice lo que piensa"; "es su coraje que lo desborda"; o la peor de todas: "las formas no importan"; sólo hacen que naturalicemos, normalicemos y justifiquemos una violencia institucional que no se puede naturalizar, normalizar ni justificar. Nunca. Ni acá ni en el exterior.

Si al presidente de la Nación le fuese permitido el insulto gratis; la estigmatización y los desbordes sin penalizaciones; ¿por qué al ciudadano común no le cabría el mismo derecho? O dicho de otra manera; ¿por qué nos sorprende tanto la violencia callejera diaria; las resoluciones de los problemas a los golpes y a los tiros sin mediar palabra; los infinitos "relatos salvajes" cotidianos? El discurso de odio y la violencia institucional diaria permea; aunque no queramos verlo.

No sé si a propósito o sin quererlo; pero Milei se está convirtiendo en un Inquisidor que, en nombre del amor a la vida, mata. Se está convirtiendo en un talibán que, en nombre de la religión, quiere decapitar a quienes que no profesen al pie de la letra su versión distorsionada de la religión. Milei -el Inquisidor; el talibán- sólo permite formas de pensamiento alineadas con su visión paleo-libertaria que él profesa sin la menor desviación. Todo lo contrario, a un verdadero liberal. Me pregunto qué nivel de fragilidad tiene una psicología así que necesita tanto de la estigmatización; del insulto; del odio, de la persecución y de cancelar a todo aquel que lo desafíe para imponerse y prevalecer.

Cuando un budista se encuentra con un hedonista, no lo condena; en todo caso se limita a señalarle que esa forma de búsqueda de la felicidad es autodestructiva. En contraste con esos verdaderos fundamentalistas; estos otros pseudo-fundamentalistas inquisidores yihadistas están profundamente irritados, como si las ideas ajenas en realidad lo tentaran. Se podría pensar que, al luchar contra los "zurdos hijos de puta" y contra "la inmunda casta", está luchando contra sus propios demonios. No le encuentro otra explicación a tanto odio. A tanta desmesura. "Frente a cada curva que ustedes quieran inventar, nosotros vamos a seguir acelerando" dijo, el presidente. Quizás deba frenar. La razón de la fuerza no es una razón.

Si reconsiderara su postura, no sólo sería un mejor presidente; también sería una mejor persona. ¿Querrá serlo? No lo sé. Y nosotros -si no cayéramos en una justificación amoral permanente-, quizás podríamos ser una mejor sociedad. ¿Querremos serlo? Tampoco lo sé.

Bien dijo José Ortega y Gasset que somos nosotros y nuestras circunstancias. En este caso, queda claro que es él y sus enormes limitaciones intelectuales, sociales y morales. Y somos todos nosotros, también, con nuestras enormes limitaciones intelectuales, sociales y morales. El éxito económico -aún cuando no fuera circunstancial y pasajero- no puede justificar -jamás- el odio y la violencia; el enanismo moral y la idiotez social como forma de vida. Ojalá nos demos cuenta y corrijamos el rumbo a tiempo. Ojalá.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD