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Contrabando, y como naturalizar la ilegalidad

La naturalización del contrabando, un capítulo más en la vida política de nuestro país, dónde está naturalizado vivir al margen de la ley.
Jueves, 10 de abril de 2025 21:42
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En la mayoría de los medios de comunicación del país es noticia el contrabando, que forma parte de la vida cotidiana de las poblaciones fronterizas, en particular, en las del norte donde al compás del dólar barato se comercian bienes de todo tipo. En particular, hay un contrabando que excita nuestra pronunciada tendencia a la ilegalidad, es el que se produce en la frontera hacia una capital de provincia; se comercializan así Smart TV, celulares, zapatillas, entre otros, sorteando los controles aduaneros y camineros para llevarlos a una ciudad alejada de la frontera.

Grupos de amigos y parientes, en las capitales de las provincias fronterizas, intercambian información de como burlar los controles aduaneros y disimular la compra en los controles camineros. Todos están de acuerdo, nadie se cuestiona si es legal o no.

Casi sin excepción, en algún momento nos vemos tentados a servirnos, con naturalidad, de estas oportunidades que se aparecen periódicamente. Y un discutible consenso que se produce nos va diciendo que dejarla pasar "es de tontos", ya que está permitido en tanto que "siempre fue así", frase que nos disculpa y habilita a violar las leyes.

El contrabando de neumáticos, computadoras, aires acondicionados, entre otros artículos, forma parte de la vida cotidiana de las poblaciones fronterizas; es decir, está naturalizado.

Como sabemos, la naturalización de los fenómenos sociales nos lleva a la aceptación resignada de acciones que suponemos fuera del alcance de nuestras preferencias o críticas. De esta manera se promueve conservar actitudes que legitiman acciones ilegales, injustas e inmodificables

Nuestra defección, debilidad o intereses creados nos induce a negar que el contrabando no se impuso "por su propio peso", sino que es producto de cooptaciones y conflictos no resueltos y que pueden ser modificados.

Estas cooptaciones, muestran una manera de pensar en la que se sostiene que el contrabando se debe a causas geográficas, por la cercanía de una ciudad de frontera, "queda más cerca cruzar un río que ir a la ciudad para comprar un aire acondicionado"; a motivaciones filiales, por el parentesco entre los habitantes de dos países que se ayudan para sortear las crisis en sus respectivos países o a necesidades económicas, negando el delito, tomándolo como un trabajo permitido y legal.

Una de las acepciones de la moral afirma, sin pretender ser exhaustivos, que son "los modos de obrar que pretende regular el comportamiento individual y colectivo en relación con el bien y el mal y los deberes que implican".

La moral con la que convivimos muestra nuestro modo de obrar y regula nuestro comportamiento, para asumir las responsabilidades y deberes ciudadanos que tenemos por poder vivir en comunidad. Luego, engañar ocultando la compra sin declarar en un control aduanero o de ruta, está mal y justificarnos porque "los políticos" hacen lo mismo y no van presos, está peor.

Entonces burlar la ley trayendo computadoras, celulares, Smart tv, etc., de contrabando y justificarnos, es tener una doble moral: lo malo se transforma en bueno cuando lo hacemos nosotros y es malo solo cuando lo hacen los otros.

¿Por qué practicar esta doble moral? Una respuesta sería que no somos santos ni héroes, sino personas comunes que tienen urgencias, deseos y apetencias de consumo insatisfechas en un país de dirigentes corruptos e insensibles. Otra podría ser que es de tontos no comprar un producto a la mitad del precio si tengo la oportunidad de hacerlo. La última, es hacernos los desentendidos, es decir, no lo hago, pero no critico ni censuro a quien alienta a otros a asociarse.

Corrupción

En este escenario, en el que se convive al margen de la ley y es natural considerar el contrabando como un proceder permitido; se escuchan críticas por la falta de seguridad, el nivel de indigentes y pobres, los sueldos bajos de los empleos formales, los sueldos altos de los senadores y voces que endilgan todos los males a una causa: la corrupción.

Al hablar de la corrupción, nos solemos referir a quienes faltan a la moral y al respeto ciudadano, a los de "más arriba", a saber, los políticos, que nos cobran impuestos exorbitantes sin invertirlos en obras; los gremialistas, que se eternizan en los cargos y se enriquecen; los jubilados del poder judicial, cuerpo diplomático o expresidentes que tienen jubilaciones privilegiadas, muy superiores a la media. Pero, se niega, no diciendo nada del contrabando de quien cruza la frontera para comprar cubiertas para los autos, TV, zapatillas, etc. No admitimos que es contrabando.

Ilegalidad y política

Recordando, que "autoridad es la posibilidad que un agente tiene de actuar sobre otros sin que estos reaccionen contra él a pesar de ser capaz de hacerlo", cuando no hay reacción, aunque tengamos posibilidad de reaccionar ante la corrupción de los políticos, gremialistas, etc., aceptamos su autoridad y a veces los volvemos a votar para dotarlos de poder nuevamente. Pero, cuando justificamos violar la ley aduanera, asumimos una pronunciada tendencia a la ilegalidad, es decir, seguir las normas es optativo, si las incumplimos "no pasa nada" y es parte de un resignado sentido común.

Esta "pronunciada tendencia a la ilegalidad" es más que un modo complaciente de la argentinidad: es una cuestión estructural. Entonces, promover este tipo de acciones favorece a convivir en un ambiente de impunidad donde lo permitido y lo que no está permitido vale igual, en un entramado social donde nos ponemos de acuerdo para infringir la ley.

La naturalización del contrabando tiene consecuencias políticas, una es dotar de legitimidad la acción concertada de no pagar los aranceles dictado por la ley aduanera. Otra, es asociarse y compartir información para burlar el pago correspondiente por importar productos extranjeros. Una última, es promover un entorno de impunidad, en el que poder de policía del estado se ve vulnerado.

La naturalización del contrabando, asociarse para burlar la ley y ufanarse de la impunidad, sumado a la banalización del incumplimiento de las normas legales pavimentan el camino de la corrupción y nos alejan del cumplimiento de las normas que "son el cemento de la sociedad" y las que nos posibilitan la integridad y el progreso social.

 

 

 

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