¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
17°
30 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

La hipnosis libertaria

La verdadera pregunta no es cuánto tiempo puede sostenerse Milei, sino cuánto tiempo más va a tardar el resto del sistema en producir una alternativa. 
Martes, 10 de junio de 2025 02:29
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Toda época de transición política deja una estela de perplejidad. La nuestra, sin embargo, ha devenido en un campo de batalla semiótico donde la razón, la eficacia y el liderazgo se disuelven en un café ideológico.

Javier Milei no gobierna como se espera, ni comunica como se acostumbra, ni razona como se enseña en Ciencia Política. Y, sin embargo, gobierna, comunica y arrasa. La anomalía es Milei, y el sistema de expectativas con el que se le pretende medir. La Argentina asiste a una revolución simbólica sin contrapeso.

La irrupción del mileísmo ha desarticulado no sólo a la política tradicional, sino también al relato con el que la élite solía justificar su propia existencia. Gobernadores, sindicalistas, dirigentes de ONG y comunicadores de un viejo régimen se encuentran sin forma. Y la forma, en política, lo es todo. No es Milei quien vive en una burbuja de realidad alterna. Es la oposición la que insiste en describir una escena que ya nadie reconoce. Denunciar que "Roma no paga traidores" no es históricamente correcto, puede interesar al historiador, pero no satisface al ciudadano que vota desde la emocionalidad. El problema no es lo que Milei dice, sino el hecho —radical y aún no procesado— de que lo que dice llega con claridad a sus votantes. Más aún: lo que dice, para estos votantes y muchos más, es una verdad revelada.

En este contexto, la oposición sigue danzando al ritmo que impone el Gobierno. Cae en cada provocación, responde a cada tuit, se indigna en cadena. Parecen programados para reaccionar, no para pensar. Son reactivos en un momento que requiere iniciativa. Una verdadera alternativa no puede ser el reflejo invertido del mileísmo, sino su superación conceptual. El drama argentino, como tantas veces, no es de escasez sino de saturación. Hay diagnósticos, hay discursos, hay militantes y hasta hay electores desencantados. Lo que no hay es liderazgo. O, más precisamente, no hay quien se atreva a liderar desde un paradigma distinto. El que se anime a construir sin necesidad de gritar más fuerte, ese puede ser él o la que viene.

La política nacional ha cedido sus armas más eficaces: la capacidad de pensar lo nuevo, de nombrarlo, de dotarlo de legitimidad. Hoy, como en los años del menemismo, kirchnerismo y macrismo más fuerte, sólo reaccionamos ante el hecho consumado. Los acuerdos se cierran cuando ya no queda margen para negociar. El pacto fiscal, el pacto de Mayo, el pacto para sacar dólares del colchón, el pacto que sea, no es deliberativo sino declarativo. La firma aparece al pie de un texto que ya escribió otro.

Mientras tanto, la mayoría de los partidos políticos nacionales y los espacios de los Gobernadores negocian a escondidas con La Libertad Avanza, como quien va a la iglesia de noche. El pragmatismo no es pecado, pero sí lo es la falta de honestidad. El votante puede tolerar el giro, incluso comprenderlo; lo que no tolera es que se lo tomen por tonto. La confusión ideológica es tal que muchos creen que la única oposición posible es moral: gritar "fascismo" o "neoliberalismo salvaje" con tono de indignación altruista. Pero esas categorías no resuenan en el oído del ciudadano común, que mide el éxito por la estabilidad del dólar o la llegada de su compra online sin retenciones. Y sí, también hay una crítica a los modos: al lenguaje pendenciero, al uso del dedo medio como símbolo de identidad, a la guerra permanente con todos. Pero incluso eso, en un país saturado de imposturas educadas, tiene un contenido de verdad, de frescura al votante que se hartó del pasado reciente. El mileísmo funciona porque interpreta el malestar de una sociedad que se siente estafada por la corrupción de supuestos líderes.

La verdadera pregunta, entonces, no es cuánto tiempo puede sostenerse Milei, sino cuánto tiempo más va a tardar el resto del sistema en producir una alternativa. Y eso no se hace con editoriales ni con performance parlamentaria. Se hace con organización, narrativa, audacia y, sobre todo, con una lectura certera del momento histórico.

No sirve, tampoco, que el debate público se haya desplazado al entretenimiento. Los streamings de baja calidad, las entrevistas sin rigor, los comentarios con efectos de sonido reemplazan a la discusión política seria. Se ha confundido conversación con ruido, participación con presencia y análisis con opinión.

"La pregunta no es cuánto tiempo puede sostenerse Milei, sino cuánto tiempo más va a tardar el resto del sistema en producir una alternativa".

Humberto Eco, después de todo, tenía razón cuando criticaba a las redes sociales como el peor megáfono, sin filtros, y se lamentaba que antes, en los bares y clubes de barrio, había oportunidad de contrastar desde el diálogo. La prensa, por su parte, sobrevive entre dos nostalgias: la del periodista-tribuno que ya nadie escucha, y la del periodista-funcionario que ya nadie respeta. Hay excepciones, claro, pero no alcanzan para renovar la legitimidad de un oficio que ha cedido su rol pedagógico al algoritmo.

Milei ha demostrado que no hace falta ser predecible para gobernar. Que se puede ser disruptivo sin ser reemplazado. Y que, mientras los demás buscan el manual, él ya está escribiendo uno nuevo. Pero ese manual no es infalible, ni eterno. Su eficacia depende de la pasividad de los demás. Hay espacio, sí, para una política nueva. Pero no será construida por los herederos de lo viejo.

No alcanza con tener razón; hace falta tener coraje. El coraje de no responder a cada golpe, de no caer en cada trampa, de resistir el mandato de la indignación instantánea. El coraje de pensar antes de hablar, de proponer antes que denunciar. El tiempo de descuento a las elecciones de medio término en octubre ya ha empezado. Si la oposición no logra pensar, organizar y desafiar al contexto de motosierra sin inteligencia, entonces estará entregando la reelección.

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD