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Otra vez los insultos. Otra vez las agresiones sin límite ni piedad. Ahora un nuevo componente: la exaltación y romantización de la crueldad. "Sí, soy cruel, soy cruel kukas inmundos, soy cruel con ustedes, con los gastadores; con los empleados públicos; con los estatistas; con los que les rompen el culo a los argentinos de bien (sic)" dijo, ufano, Milei.
El Diccionario de la Real Academia Española define "crueldad" en su primera acepción como: "inhumanidad; fiereza de ánimo; impiedad". De quien ejerce la crueldad dice: "que se deleita en hacer sufrir o que complace de los padecimientos ajenos". También dice: "insufrible; excesivo". Y culmina con la tercera acepción: "sangriento, duro, violento". La definición calza como anillo al dedo; Milei es excesivo y violento; casi siempre luce y suena inhumano y, ahora, agrega el deleite y el complacimiento en el sufrimiento de los demás.
Cicerón dijo: "La sola idea de que una cosa cruel pueda ser útil es ya de por sí inmoral". ¿Tenemos un presidente inmoral? Yo creo que sí. "La crueldad es la fuerza de los cobardes" reza un proverbio árabe. ¿Tenemos un presidente cobarde? También creo que sí. Es fácil ser "valiente", "excesivo", "violento" y hasta "inhumano" con todo el peso de Estado detrás. O con todos los troles libertarios -también excesivos, cobardes, crueles y violentos-, apoyándolo desde el anonimato virtual. Bullying oficial en toda la regla.
La palabra crueldad deriva del latín "crudelitas", que a su vez proviene de "crudelis"; un significado relacionado con la carne cruda; con lo "crudo" y "sangriento". "La crueldad es extirpar por medio de la sangre y hasta la sangre de dios el azar bestial de la animalidad inconsciente humana en todas partes donde se la encuentre"; grita Antonín Artaud desde su "Teatro de la crueldad". "El teatro de la crueldad no es el símbolo de un vacío ausente, de una espantosa incapacidad para realizarse en una vida de hombre. Es la afirmación de una terrible y por otro lado ineluctable necesidad"; afirma en otro tramo. Me pregunto cuál podría ser la "ineluctable necesidad" de Milei para su excesivo y feroz regodeo en la crueldad. Es fácil ver, en cambio, "su espantosa incapacidad para realizarse en una vida de hombre", como dice Artaud.
Por otro lado, ¿qué clase de persona alardea de ser cruel? ¿Qué clase de persona hace culto de la crueldad? ¿Y qué clase de sociedad le permite a su líder esa exaltación y ese regodeo en la crueldad? La exaltación de la crueldad normaliza el odio. Me vienen nombres históricos a la cabeza; ninguno bueno. Ninguno modelo a copiar.
Tengo amigos que achacan la culpa de los líderes que tenemos a la degradación de la política y del sistema político; nunca de la sociedad. Cuando necesitan justificar su argumentación se remontan hasta Cayo Mario y Cornelius Silla si hiciera falta. La sociedad no es culpable de nada; sólo sus líderes lo son. No lo comparto. Una sociedad sana no produce líderes enfermos. Es tan dañino el mal que hacen unos pocos seres crueles como el daño que hace el silencio cómplice de quienes eligen callar. Sobran ejemplos en la historia; desde mucho antes de Cayo Mario y Cornelius Sila; o Stalin y Hitler; y después de ellos también.
Por mezquindad, inercia, ignorancia u oportunismo, las conductas inadmisibles se replican por todos lados de la grieta, devenida abismo. La irregular detención de las militantes kirchneristas que arrojaron excremento animal en la casa del diputado Espert -y el preocupante abuso de poder que esto desnuda-; la vergonzosa sesión en Diputados donde los diputados de la Nación se insultaban a viva voz y casi se toman a golpes de puño; los carteles de la bancada kirchnerista con la inadmisible leyenda "Cristina libre"; todo esto configura un escenario de chabacanería y de decadencia política sin igual; además de ser un riesgo claro a la convivencia civil en paz. Lo dije siempre -y lo sostengo-: la incitación al odio y la violencia verbal desde arriba desata -tarde o temprano- violencia física y real en el llano.
Argumentos como "Después les viene el vuelto y no se las bancan" no aplica al presidente de la Nación; él -por su investidura- debería situarse por encima de eso. En cambio, insulta; hace bullying; despedaza a su enemigo -no a su opositor-; normaliza la misma «Policía del Pensamiento» a la que apelaba el pseudo progresismo K que, al igual que él, busca acallar toda disidencia y oposición. La misma «Policía del Pensamiento» con la cual ahora Milei y sus crueles adláteres cancelan la posibilidad del pensamiento distinto. Acaso ¿no se puede pensar distinto? ¿Está mal pensar distinto? ¿Ser socialista, comunista, socialdemócrata, peronista o hasta "kuka" significa tener "parásitos mentales"? Acaso ¿ser cruel es "ser mejor"? Romantizar la crueldad; disfrutar siendo cruel; ¿lo hace una mejor persona? Por supuesto que no; todo lo contrario.
Vayamos al peor escenario. Asumamos, por ejemplo, que Kicillof es todo lo que dice Milei que es: un bruto, un ignorante, alguien que no sabe sumar ni con un ábaco; alguien que no puede hacer un cero ni con un vaso. Asumamos que, en el extremo, Kicillof es "un pichón de Stalin" como dice Milei. Eso ¿no convierte a Milei en "un pichón de Hitler"? No entiendo por qué está bien decir una cosa y no está bien decir la otra. Claro, la «Policía del Pensamiento» mileísta no lo permite. Milei tampoco. Es claro que no sólo los "inmundos kukas" buscan implantar un pensamiento único y hegemónico. La «Policía de la Palabra» decide qué expresiones "banalizan el Mal" y cuáles no.
"La crueldad es un tirano sostenido por el miedo", dijo Shakespeare. ¿A qué teme tanto el presidente? Lo intuyo: a mostrarse desnudo. Desnudo de conocimientos; de sabiduría; de humanidad. Su pobreza intelectual es esférica; lo abarca todo. Pero como tiene poder; los que lo rodean le aplauden y festejan su barbaridad, sus insultos y el bullying. Como su séquito talibanizado es igual a él, permitir señalar su desnudez sería tener que reconocer la de ellos también. Lástima que se ve; que es notoria. "¡El rey está desnudo!" clamará, algún día, algún niño inocente. Y ese será el fin. De él y de su crueldad. Ojalá se dé cuenta antes él solo; y que cambie para mejor; también solo. Ojalá.