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El presidente dijo: "Voy a dejar de usar insultos". "Insultar", acorde a la definición de la RAE, significa: "ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones". No por nada algunos de sus sinónimos son: ofender, ultrajar, agraviar, injuriar, denostar, denigrar o zaherir. Así, en la misma oración donde anuncia que va a dejar de insultar, insultó: "a ver si están en condiciones de poder discutir ideas. Porque yo creo que discuten las formas porque carecen de nivel intelectual suficiente para discutir las ideas". Al menos no usó malas palabras; algo es algo.
Comencemos por lo básico. El presidente no debe insultar a nadie. Nunca. Jamás. Es una verdad de Perogrullo que no viene mal resaltar y desnaturalizar. Luego; anunciar que no va a "usar insultos" denota intencionalidad; antes y ahora. "Usar" es un verbo particular cuya primera acepción -también según la RAE- es: "hacer servir una cosa para algo". O sea, los insultos le sirven a Milei como estrategia comunicacional en su construcción de poder.
Nunca nadie se sirvió de un estilo comunicacional tan barbárico ni escatológico en ningún ámbito público. Nunca. Ni siquiera Sarmiento, como suele repetir -mal-, Milei. No es verdad. El insulto, la descalificación, el agravio y la violencia le sirven para construir poder ya que acallan críticas. Y a los críticos. El temor al repudio público desde tan alto nivel silencia a propios y a ajenos.
Para peor contagió el mal hábito -cosa de la cual se ufana-: "cuando arrancamos teníamos solo dos talibanes en el gobierno, Patricia y yo. Ahora se talibanizó todo el gabinete". Acaso, ¿es motivo de orgullo ser un talibán? La talibanización es un síntoma de deshumanización; de un enanismo moral y una idiotez social sin igual. No es motivo de orgullo. Qué patético es que quien dijo que "vino a despertar leones" sólo tolere estar rodeado de monigotes.
Volviendo al anuncio presidencial; tanto el usar insultos como el dejar de usarlos, denota una decisión. ¿Eran impostadas, entonces, su "espontaneidad", su "frescura", su "decir las cosas de frente" y todas esas paparruchadas con las que las huestes libertarias y las conversas -cual mujeres golpeadas- justificaban su brutalidad?
También me pregunto por el momento del anuncio. Dos consultoras muestran que hay un debilitamiento de la imagen de Milei en las redes; que subieron las menciones negativas al presidente por quinto mes consecutivo y que los "me gusta" a sus tuits cayeron un 75% en los primeros siete meses del año respecto al mismo período 2023-2024. También muestran una mayor cantidad de críticas; acumulando cinco meses consecutivos de desaprobación en la discusión política en las redes. En particular, uno de los informes muestra que la mayoría de la caída se produce ante posteos contra el socialismo; la educación pública; el aborto legal y el matrimonio igualitario; lo que podría estar hablando de un límite a la "batalla cultural" que pretende imponer. Por ejemplo, una vez que dice "todos los homosexuales son pedófilos"; ¿cuánto más puede defenderlo esa comunidad? No entiendo cómo puede haber todavía homosexuales que defiendan a Milei.
En mi opinión, los insultos tienen un límite que aparece en el momento en el que el insulto comienza a irritar; cuando Milei comienza a irritar. "A fin de cuentas, todo lo que se repite termina por volverse irritante", me recuerda Ismaíl Kadaré.
El uso inflacionario del insulto anestesia. Hacen falta más insultos y más fuertes para provocar el mismo efecto que antes. Un informe de Nicolás Cassese y Paz Rodríguez Niell publicado en La Nación, muestra que Milei profirió 611 insultos en sólo 100 días; 57 de ellos en términos sexuales. Varios de estos insultos fueron en La Rural, un lugar lleno de familias con niños pequeños en vacaciones de invierno, que estaban presenciando la transmisión radial. ¿Este es el ejemplo que queremos que los niños tengan del presidente de la Nación?
Por supuesto que Milei no da cuenta de nada de esto sino que dice que es para "ver si están en condiciones de poder discutir ideas. Porque yo creo que discuten las formas porque carecen de nivel intelectual suficiente para discutir las ideas". Señor presidente, es exactamente al revés. Cuando no se tiene nivel intelectual para discutir ideas es cuando se recurre al insulto y a la descalificación. Si usted hubiera tenido un nivel intelectual mínimo, no hubiera caído en ninguno de todos los insultos en los que cayó. No los hubiera necesitado.
Para finalizar, la palabra "usar" -en su tercera acepción-, dice "ejecutar o practicar alguna cosa habitualmente o por costumbre". Para Milei, desde su época de panelista impresentable y bochornoso, el insulto es algo habitual; justamente porque carece de lo necesario para expresarse de otra manera. Es como si yo dijera "voy a dejar de respirar". ¿Podré? Por supuesto que no.
Tengo la sospecha que esta promesa de campaña durará lo que dure su "nuevo amor por las ideas" y que, cuando vuelva a su estado de odio natural, nos volverá a insultar. Me refiero a que volverá a usar malas palabras otra vez, porque, como mostré, ni siquiera cuando anunció que "iba a dejar de insultar", dejó de hacerlo.
Así como en las plantas industriales cuentan los días sin accidentes y reinician el contador ante cada incidente; comencemos a contar los días de Milei sin insultar. Mientras tanto, yo voy a dejar de respirar. Apuesta segura; sé que no voy a morir.