inicia sesión o regístrate.
"El Kirchnerismo frenó una comisión para investigar las muertes por fentanilo" dice, enorme, la tapa de Clarín del día 11 de agosto próximo pasado. Una noticia siniestra; da escalofríos sólo imaginar lo que implica. Pero, en realidad, nada que pueda sorprender. Después de todo, son públicas las fotos de Ariel García Furfaro -el dueño de los laboratorios imputados- con Cristina Elisabet Fernández de Kirchner.
Hoy se sabe que los lotes contaminados de fentanilo provienen de los laboratorios HLB Pharma Group y Ramallo. HLB Pharma fue adquirida en 2017 por Ariel García Furfaro; aún con denuncias por fraude vinculado a la compra y posterior explosión sospechosa, en 2016, del Laboratorio Apolo en Rosario ante investigaciones que comenzaban a cercarlo. García Furfaro también es socio en Laboratorios Ramallo S.A; donde se verificaron -según documentos oficiales- prácticas irregulares, producción sin autorizaciones y uso fraudulento de registros de la ANMAT. Estas irregularidades alcanzaban a medicamentos como Diazepam, Metformina, Bactrim, Haloperidol y Propofol; entre otros. Pero, hasta la tragedia, ambas firmas seguían operando con total normalidad. Me pregunto qué hubiera sucedido si no se desataba la tragedia.
HLB Pharma también estuvo asociada con el negocio de las vacunas para Covid-19 durante el gobierno de Alberto Fernández, y sus directivos habrían participado en al menos uno de viajes a Rusia junto a Carla Vizzotti y Cecilia Nicolini para acordar la comercialización de las dosis en el país. Furfaro militó en la agrupación de Alicia Kirchner y ha hecho negocios multimillonarios con el intendente de José C. Paz, Mario Ishii; así como con otros intendentes y gobernadores peronistas.
En una nota anterior, "De Cromañón y Once, a las muertes por fentanilo", expuse cómo, la Tragedia de Cromañón; la Tragedia de Once; la implosión del submarino ARA San Juan y esta nueva tragedia del fentanilo contaminado; todas comparten la misma raíz: una corrupción estructural que nos atraviesa de punta a punta; sin discriminar ideología ni partido político. El legado de más de 60 años de diversos peronismos -ortodoxos o liberales-; y de veinte años de kirchnerismo.
Todas estas tragedias tienen otra cosa en común: todas eran evitables y en todas, en vez de hablar de "una serie de eventos desafortunados", hay que hablar de empresarios inescrupulosos; de desidia estatal; de connivencia con la política o con funcionarios; de desapego a las normas; de inoperancia y de corrupción. No logramos hacerlo carne, pero la corrupción mata. La desidia estatal, también. Pero, a más de un año y medio de la nueva gestión, con las imágenes que se ven hoy en todos los programas periodísticos sobre las condiciones del "laboratorio"; con 267 expedientes registrados en Anmat -117 de ellos por desvíos de calidad-; es inexplicable que nadie haya actuado ante un peligro tan grave e inminente hacia la salud por parte de laboratorios que proveían de fentanilo -y otras drogas peligrosas- a hospitales públicos y privados de todo el país.
De nuevo, a más de un año y medio de la nueva gestión, no puedo evitar preguntarme si no existe una cadena de complicidad; de encubrimiento; de desidia o de falta de Estado; o, como se pregunta en los exámenes con opciones múltiples; de "todo lo anterior". No encuentro otra explicación. Me resulta demasiado extraño que un gobierno que se jacta de "vomitar tibios" reaccione con esta tibieza sin igual ante un tema tan crucial.
Así aprendemos que la falta de Estado también mata. El Estado -en todos sus niveles-, tiene la obligación de aprender de esta tragedia y de cerrar todas las grietas que la hicieron posible. Esto incluye fortalecer la fiscalización de laboratorios; garantizar la trazabilidad de todos los medicamentos críticos; imponer sanciones ejemplares y, sobre todo, instaurar una cultura de prevención y transparencia que reemplace a la actual lógica de no reacción. Se necesita más Estado sobre esta actividad -y muchas otras-; no menos.
Corrupción
Una huida masiva del Estado de sus funciones y roles esenciales es algo tan peligroso como la corrupción anterior. Si la falta de infraestructura básica por corrupción mata; lo mismo hará la falta de infraestructura básica por necedad ideológica. O por pensar que la mano invisible del mercado se encargará de hacerla por nosotros. La respuesta al robo histórico, pero-kirchnerista no es la huida del Estado de sus funciones esenciales; ni su delegación en manos de quienes sólo buscan ganancias rápidas. Todo lo contrario. Es necesaria la refundación y reafirmación de un Estado sólido, racional, funcional y eficiente. Ni más ni menos. La motosierra irracional a diestra y siniestra sólo nos convierte en una sociedad que corre como pollos sin cabeza -como en un matadero- hasta caer desplomados. No es la solución. La crueldad innecesaria tampoco.
Es hora de comenzar a pensar, en serio, qué clase de país queremos ser y en qué sociedad queremos vivir. No quiero volver al robo pero-kirchnerista que mata. Tampoco quiero vivir en una sociedad cruel que mata por huir de sus funciones esenciales o que mata por complicidad, desidia, inoperancia o inutilidad. ¿Tan difícil resulta entender que debemos buscar -y encontrar- otra solución?