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Después de 13 años de trámites, audiencias y resistencia, Enzo Ariel Liendro finalmente recibió la casa que pertenecía a su mamá. El momento, que debía ser de emoción y cierre de un ciclo doloroso, se convirtió en un escenario devastador: la vivienda estaba arruinada, sin chapas, sin luz, sin puertas, sin portón, sin enchufes, sin cables y completamente sucia.
“Me la entregaron destruida, desmantelada. Se llevó todo”, contó con angustia.
Su calvario comenzó en 2012, cuando su mamá, María Fernanda Sosa, falleció el 13 de agosto por insuficiencia renal. Enzo tenía solo 12 años. Ese mismo año, su padrastro, lo sacó de la casa familiar. A partir de ese momento, perdió no solo su hogar, sino también su estabilidad.
“A esa edad tuve que golpearme en la calle, dejar los estudios y enfrentar responsabilidades que no eran para un menor. Fue muy duro”, recordó.
Con el paso del tiempo, Enzo inició una batalla judicial para recuperar la casa. Su historia comenzó a viralizarse en redes sociales, donde miles de personas siguieron su caso y se solidarizaron con él.
“La gente me ayudó muchísimo. Compartieron mi historia, me apoyaron, no me dejaron caer”, dijo.
Entre la felicidad y la amargura
El miércoles pasado recibió la noticia que tanto había esperado: la casa sería finalmente restituida. Pero al ingresar, la ilusión se quebró. “No pensé que iba a encontrar tanto daño. No hay chapas, no hay puertas, no hay nada. Hasta cables se llevó. Hay un papel judicial que decía que no podía desarmar nada. Él violó todas las órdenes”, denunció.
Varias personas se acercaron a ayudarlo a limpiar y poner en condiciones lo poco que quedó. También recibió aportes voluntarios a través de su alias, mensajes de aliento y hasta ayuda física para remover basura y escombros.
“Estoy agradecido con cada persona que vino. No los conozco a muchos y aun así estuvieron”, mencionó agradecido.
Enzo adelantó que realizará una denuncia formal por el estado en el que le entregaron la propiedad, remarcando que durante años su padrastro dilató el proceso judicial pese a que sabía que no tenía chances de quedarse con la casa.
Durante todo este período, Enzo tuvo que alquilar para vivir, incluso cuando se convirtió en padre a los 15 años, lo que sumó otra carga en medio de su adolescencia marcada por la pérdida de su madre y la falta de un hogar propio.
A pesar de la tristeza por el estado de la vivienda, Enzo no pierde la esperanza y dejó un mensaje reflexivo: “A la gente le digo que no se desesperen. Cuando llega tu tiempo, llega. Dios te cuida y te protege. Creyendo en Él todo es posible”, expresó.
Quien desee ayudarlo puede acercarse a manzana 370 B, casa 12, y preguntar por Enzo Liendro, conocido también como Monedita.