El colectivo no llega hasta su casa. El último tramo lo hace a pie, durante cuatro horas, atravesando caminos de tierra en plena Quebrada del Toro. Así es la rutina que enfrenta Cristian, un joven de La Poma que hoy cursa un profesorado gracias al acompañamiento de la Fundación Grano de Mostaza (GDM).
Para poder estudiar, Cristian vive actualmente con su tío y sus primas. Su familia está repartida en distintos puntos de los Valles Calchaquíes: su madre en Mesadas, su hermana en Payogasta. “A casa de mi mamá casi no voy porque es muy lejos. El transporte llega hasta cierto punto y después tenés que caminar cuatro horas”, contó.
A pesar de las dificultades, Cristian sigue adelante. No paga alquiler, pero colabora con los gastos de la casa, sobre todo con la luz. La beca que recibe por parte de GDM le permite cubrir parte de esos costos y concentrar su energía en lo esencial: estudiar.
Una tarea que sostiene proyectos de vida
La historia de Cristian es una entre cientos. La Fundación Grano de Mostaza trabaja desde hace más de dos décadas acompañando a jóvenes rurales para que puedan acceder y permanecer en el sistema educativo formal. Su misión es generar igualdad de oportunidades a través de la educación, promoviendo también valores, autoestima, formación para el trabajo e integración comunitaria.
Según su informe institucional, la fundación cuenta con sedes en distintas zonas de la provincia como Rosario de Lerma, La Paya-Cachi, Campo Quijano, Molinos y Salta Capital, además de presencia en Santiago del Estero, CABA y Gran Buenos Aires. En total, opera en 9 sedes en el país y desarrolla programas educativos y sociales enfocados en adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad.
Actualmente, GDM otorga 400 becas educativas entre nivel secundario y nivel terciario-universitario. De esas, 360 son para el secundario en zonas rurales de Salta y Santiago del Estero. Además, más de 2.800 miembros de familias resultan beneficiados de manera indirecta por este acompañamiento integral.
Educación como legado
Bajo el lema “Educación, el mejor legado”, la fundación sostiene programas como “Mi Proyecto de Vida”, que combina apoyo económico, tutorías y talleres; “Sembrando Creatividad”, enfocado en el arte comunitario; “Formación de Formadores” y “La miel que nos une”, un proyecto productivo-educativo en apicultura con enfoque de triple impacto en Campo Gallo.
Además de su trabajo territorial, la organización cuenta con reconocimiento a nivel nacional e internacional, incluyendo evaluaciones de impacto realizadas por la Universidad de Nueva York y premios de entidades como el Fondo Bayer y la Fundación La Nación.