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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Betina Campuzano: "Esta tesis -este premio- es parte de mi camino con muchas apachetas, y es producto de la universidad pública"

La investigadora y docente salteña fue distinguida con el Premio de Casa de las Américas hace unos días por un ensayo sobre las violencia política en el Perú. Recibió en su casa a El Tribuno, compartimos la charla.
Sabado, 04 de mayo de 2024 20:35
Betina Campuzano recibió a El Tribuno en su casa. Fotos Walter Echazú

Betina Campuzano, docente en Letras e investigadora y vicepresidenta del Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta (CIUNSa), fue galardonada con el Premio Casa de las Américas en Ensayo por "Hace tiempo que caminas. El testimonio andino de la violencia política en el Perú". Comprometida con su región y con las culturas que nos atraviesan, ha trabajado por unos veinte años los movimientos culturales y literarios del continente, siempre con el amparo de la educación pública y el compromiso de decir qué nos pasa como región. 

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Betina Campuzano, docente en Letras e investigadora y vicepresidenta del Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta (CIUNSa), fue galardonada con el Premio Casa de las Américas en Ensayo por "Hace tiempo que caminas. El testimonio andino de la violencia política en el Perú". Comprometida con su región y con las culturas que nos atraviesan, ha trabajado por unos veinte años los movimientos culturales y literarios del continente, siempre con el amparo de la educación pública y el compromiso de decir qué nos pasa como región. 

El Tribuno habló con la investigadora salteña; las identidades, los registros de la violencia armada y cómo relatar el dolor en los conflictos aparecieron en la charla.

¿Cómo recibiste la noticia, y qué sentiste?

Estábamos saliendo de un Zoom de la cátedra, y leí el mail de Casa de las Américas anunciándome que había ganado. Y me emocioné; lógicamente, se me saltaron las lágrimas. Y me decían que la ceremonia iba a ser en la tarde noche cubana, y que no adelantara el resultado, y que enviara un video de agradecimiento. Por supuesto, primero cocinar, comer y demás... Y después ya fue arreglarme para el video y tenía que decirlo en un minuto, cosa que para mí es dificilísimo porque soy muy larguera, muy expansiva en el tiempo de la palabra. Y lo escribí, ensayé y grabé hasta que llego la noche y vi la ceremonia por Instagram.

Tiene una profunda significación este premio...

Sí, fue muy movilizante, porque el Premio Casa de las Américas significa muchas cosas, lo sabemos los que nos dedicamos a las Letras y al mundo de la cultura. Casa de las Américas ha sido desde siempre, más allá de toda la historia y los claroscuros de la Isla, un referente cultural. Es un faro para la cultura latinoamericana y global. Lo que pasa en Casa de las Américas es relevante para cualquier trayecto y, más allá de esa relevancia, como lo digo en Facebbok, para mí es un camino cíclico, un eterno retorno...

Claro, tu trabajo ya tiene su recorrido...

Tiene dos décadas de camino, "hace tiempo que camina". Empieza con una beca de estudiantes avanzados que da la UNSa, el Ciunsa, donde actualmente vicepresidenta. Y te decía, es el eterno retorno... empecé como becaria y me encuentro en este momento dentro de la vida académica y de investigación. Empiezo con la beca y en ese momento Elena Altuna era y fue mi directora, y fue mi jefa de cátedra hasta que falleció. Bueno, voy a verla con un corpus, había leído a tales autores salteños. "No, me dice, eso lo podés estudiar después, pero ahora tenés que estudiar algo que sea más latinoamericano". Obviamente, me llevaba a algo que tuviese un impulso continental. Fue un buen consejo. Y le digo en todos los textos que leo siempre hablan de Rigoberta Menchú y no son literarios. Y Elena me dice "sí, el testimonio". Y de su biblioteca me entrega un libro de Miguel Barnet, que ya lo habíamos leído, y también el "Juan Pérez Jolote", de Ricardo Pozas, una historia de un indio tzotzil de Chiapas, también me da "Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació mi conciencia", de Elisabeth Burgos Debray, también "Gregorio Condorí Mamani, la autobiografía", de Balderrama Fernández y Escalante Gutiérrez... un alto de libros y me dice "lee esto". Y así comenzamos.

Casa de las Américas ha sido desde siempre un referente cultural. Es un faro para la cultura latinoamericana y global".

El testimonio siempre estuvo en tus estudios.

Sí, y el caso de Rigoberta lo mencioné en mi posteo de Facebook a propósito del Premio, porque le puse a mi beca aquella "La historia de Rigoberta Menchú, testimonio, revelaciones y silencios de la memoria", porque jugaba con las ideas de Rigoberta, que decía "hay algunos silencios que hace mi comunidad" porque la comunidad no cuenta todo. Era una advertencia al lector, al oyente, a la Burgos Debray, a la letrada, y, justamente, es un libro premiado por Casa de las Américas y, además, es la Casa de las Américas la que establece el testimonio como género; dentro del Premio, decide que el testimonio sea una categoría, y el primer testimonio premiado fue un libro de María Esther Giglio, "La guerrilla tupamara". Para mi es significativo, porque es volver a la casa del testimonio...

Estuviste en Cuba...

Sí, digo volver también porque fui de vacaciones a Cuba con amigos. Y cuando llegamos nos ponemos a caminar por El Malecón y llegamos a la Casa de las Américas, eso era en el 2010, 2011. Entramos y le digo a mi amigo con el que viajamos "acompáñame a ver los libros", y el señor que atendía la librería nos dice: "Chicos, no los puedo atender porque estamos por empezar con los Premios Casa de las Américas, si quieren pasar van a ser mis invitados". Y Cuba, y La Habana, ese día me recibió a partir de una caminata, y estaba (Roberto) Fernández Retamar y ese escenario maravilloso que tiene esa Yemanyá, y mi amigo sacaba fotos y fue emocionante. Es eso. Volver a la casa del testimonio con un ensayo sobre el testimonio, en este caso andino, y esos son otros viajes, ese es ya otro cuento (risas).

Parecieran caminos similares en Latinoamérica...

Sí, yo los tomo desde Perú. Empiezo explorando de qué se trataba el testimonio hispanoamericano. Y eso no quedó ahí, son 20 años de lecturas, de investigaciones, de ir avanzando... Nosotros tuvimos en nuestra formación una impronta muy fuerte de los estudios de Salta dentro de la región andina... para mí nunca hubo dudas, por ahí uno se reúne con gente de otras latitudes del país y no entiende por qué uno ve lo andino, en este caso el Perú. Ese ese fue otro viaje, tuve otra beca de perfeccionamiento en el Ciunsa y después ya eran proyectos de investigación y después de ser integrante de proyectos comencé a dirigirlos y es el camino que uno va haciendo.

Entramos y le digo a mi amigo "acompáñame a ver los libros", y el señor que atendía la librería nos dice: "Chicos, no los puedo atender porque estamos por empezar con los Premios Casa de las Américas, si quieren pasar van a ser mis invitados". Y Cuba, y La Habana, ese día me recibió a partir de una caminata, y estaba (Roberto) Fernández Retamar y ese escenario maravilloso que tiene esa Yemanyá, y mi amigo sacaba fotos y fue emocionante".

¿Cómo te encontrás con el tema del ensayo?

En los viajes... que servían para buscar bibliografía, porque ese también era un tema. Quizás ahora hay mucha cosa con internet, pero en el 2009 no era tan así, y también porque las cosas que uno estudia no están en internet, hay que buscarlas in situ. Y en el 2008, 2009 fuimos a pasar Año Nuevo en el Cusco, hacemos el camino, el viaje iniciático: cruzás Bolivia, el Uyuni, La Paz, el lago y llegamos al Cusco. Y en el Centro Bartolomé de las Casas pregunto por testimonios, y me entregan "Chungui, violencia y trazos de memoria", de Edilberto Jiménez Quispe, antropólogo y retablista y periodista de oficio. Hijo de retablistas.

¿Qué es un retablo?

Son objetos culturales, trípticos que cuentan alguna escena. Inicialmente, tenían carácter religioso, por ejemplo, el nacimiento, la natividad, Jesús, María. Y en el Perú, ya mediados por una serie de actores culturales que animan a un retablista a que los transformen y hagan escenas costumbristas, por ejemplo, la festividad de todos los muertos, la siembra. Hay familias de retablistas muy reconocidas y, entre ellas, están los Jiménez Quispe, y Edilberto, con los retablos, cuenta la historia de la violencia, hace escenas terribles, vejaciones, mutilaciones, crímenes sexuales, muertes. Los va retratando y los va contando; y uno los va leyendo. Antes él hace el libro, toma testimonios y los dibuja, y dibuja junto con el informante, en un gesto –el mismo lo dice- que recuerda a Guamán Poma de Ayala, que es también de Ayacucho, y que caminó durante la colonia cuando cumplía funciones dentro de la administración y se da cuenta de los vejámenes que sufrían los indígenas en manos de los colonizadores, y llega a la conclusión de que el mundo estaba al revés. Por supuesto, en Guamán Poma que imbrica imágenes y texto verbal hay elementos que son más propios de la cosmovisión andina, que van a aparecer con mucha fuerza, tanto en el tono quechuizuado como en la disposición de la imagen, y tienen esa innovación que se descubre a principios del siglo XX y trastocan los estudios y hace que la crítica comience a revisar otras cosas.

Toda una tradición...

Sí, y en esa tradición aparece Jiménez Quispe, y digo tiene lo de Rigoberta, pero es otra cosa. Y a partir de eso comienza una búsqueda, una recolección de textos y me empiezo a interesar por el conflicto armado en el Perú del siglo XX. Y voy reuniendo textos con un sentido más autobiográfico, de letrados, como los de Lurgio Gavilán Sánchez; él siendo niño quechua hablante es tomado prisionero por el ejército y llega a ser soldado, y siendo soldado se da cuenta de que puede estudiar, se alfabetiza, y que puede ser cura y se pasa a una congregación, deja esa congregación y se pone a estudiar antropología. Entonces, tiene también esto: son todos caminantes, son todos forasteros, Poma de Ayala, Edilberto, Lurgio Gavilán... está el caso de José Carlos Agüero, hijo de senderistas que fueron fusilados extrajudicialmente en el Perú por el ejército, y también tengo fotografías y me introduzco en el testimonio visual, porque al igual que en Guamán Poma hay un montón de cosas que ante el dolor el texto verbal no las puede decir. ¿Y cómo se tramita eso? Con la imagen. Y voy hacia la fotografía. Hay un libro llamado "Yuyanapac", un testimonio visual, fotografías icónicas sobre el conflicto armado. Por supuesto que hay mucho para decir, y es una versión también. Hay cómics, uno que se llama "Rupay", que toma un estilo "muy Tarantino", la bandera de Perú, de Sendero Luminoso, la sangre, todo aparece en rojo y cuenta episodios del conflicto. Y llego, incluso, hasta la idea, el rumor, el cuento de guerra de los senderistas que llegan a Buenos Aires, aparecen -por ejemplo- en un libro de no ficción de Cristian Alarcón "Si me querés, quereme transa", que es en realidad la guerra del narcotráfico, pero hay un rumor que dice que los narcotraficantes fueron otrora senderistas. Y, vos fíjate, cómo se desplaza, cómo migra, cómo se sigue caminando y cómo va de Perú a Buenos Aires. Todo ese recorrido es el que hago en el ensayo.

Formada en la educación pública, la investigadora trabaja sobre las realidades del continente.

Esta situación es contada con el ingreso de la oralidad y la escritura...

Hay mucho dicho sobre los intercambios, las interacciones entre oralidad y escritura. Eso desde la colonia, pero a mí me parece que tenemos que ampliar y pensar los intercambios entre oralidad, escritura e imagen. Y en este tipo de textos eso aparece con mucha fuerza. Rocío Quispe Agnoli, una crítica, dice que es un discurso chillón, lo que no se puede decir se lo dice en imágenes. Ese sería el caso de Guamán Poma, y todos estos textos funcionan así, estos testimonios que empiezan a incorporar el dibujo o la grafía, como el cómic o las fotos, o intervenir fotos. Me parece que tenemos que empezar a mirar, a leer eso.

Esas textualidades, ¿son propias de lo andino?

No. Sí hay elementos propios de la cosmovisión andina, "si ponés el Sol acá"... esas lecturas que hacen sobre Guamán Poma, pero la presencia de la imagen con el testimonio, con este tipo de relatos, tiene varias genealogías, una puede ser la andina, la popular como los retablos, y en el caso del Perú también las Tablas de Sarhua, que hacen un desarrollo icónico de las costumbres y también del conflicto armado. Son formas de transmitir la memoria, por supuesto, está todo eso y los tejidos en el mundo andino... Pero también dentro de lo occidental pensemos, por ejemplo, en Maus, la historieta de los ratones y de los gatos, de judíos y de nazis, cómo va tomando la parte testimonial, autobiográfica, y la va trabajando. Y hay otros textos sobre la guerra en Medio Oriente, acerca de las bombas atómicas, hay una serie de cómics que va recuperando eso y que tienen su propia genealogía en las relaciones entre crónica, testimonio e imagen dibujada. En ese sentido, creo que excede, y tiene una pata en Occidente y, por otro lado, por supuesto, tiene otra pata dentro del pensamiento andino.

Y llego, incluso, hasta la idea, el rumor, el cuento de guerra de los senderistas que llegan a Buenos Aires, aparecen -por ejemplo- en un libro de no ficción de Cristian Alarcón, "Si me querés, quereme transa", que es en realidad la guerra del narcotráfico, pero hay un rumor que dice que los narcotraficantes fueron otrora senderistas. Y, vos fíjate, cómo se desplaza, cómo migra, cómo se sigue caminando...".

Salta tiene varias pertenencias, lo decís en alguna entrevista...

A muchos les parece extraño que una salteña trabaje Perú, y para mí es hasta una cosa obvia, evidente. Y yo explicaba que tenemos una doble pertenencia y más incluso; pero, simplificando, tenemos por supuesto nuestra pertenencia al cono Sur, porque formamos parte de Argentina, pero también tenemos una pertenencia geográfica, cultural y que es de larga data que nos une a la macrorregión andina, que, justamente, está conformada por Bolivia, el norte de Chile, el Perú y que excede obviamente a la delimitación de las naciones hecha en el siglo XIX. Es evidente para nosotros porque es una problemática que ya tenemos instalada cuando estudiamos; pero para la gente no lo es. No está de más pensar que hay una vibración cultural cuando comemos, en lo que comemos, en los lugares, en los hoteles, que tenemos nombres quechuas, en la música, en la literatura hay algo que nos marca. También, por supuesto, hay pertenencia wichi, del Gran Chaco, y también diaguita en los Valles... hay toda otra Argentina que ha sido negada, invisibilizada. Y pienso en mi proyecto de investigación, en mis colegas que están abordando los juicios de las masacres en Napalpí y Rincón Bomba, hechos desconocidos. Nosotros hablamos de la dictadura, pero podemos ver los crímenes de Estado y negaciones absolutas en masacres como éstas. Nuestra pertenencia es múltiple. Y el interés por entender lo que pasa en el Perú es el interés por entender lo que pasa en Latinoamérica, una región cultural a la que pertenecemos.

Nuestra pertenencia es múltiple. Y el interés por entender lo que pasa en el Perú es el interés por entender lo que pasa en Latinoamérica, una región cultural a la que pertenecemos".

Educación pública: investigar y reconocernos

La charla con Betina Campuzano nos llevó a las palabras del escudo de la UNSa, "Mi sabiduría viene de esta tierra".

"El Premio me hace pensar mucho, me hace mirar para adelante, pero desandando el camino", dijo Betina, y contó: "El título 'Hace tiempo que caminas' es una referencia al cuento 'El ángel de Ocongate', de Edgardo Rivera Martínez, un autor peruano, y creo que va a ayudar a entender esto de 'mi sabiduría viene de esta tierra'".

"Cuenta el relato que hay un danzante, un forastero que no tiene memoria y que anda de pueblo en pueblo, tiene sus ropas hispanas roídas y se va encontrando con uno, con otro personaje. Es un errante. Hasta que se encuentra con un viejo que habla en un quechua desusado, y este le dice: "tú eres el ángel de Ocongate", y le muestra el friso de una capilla de la que ha caído, y le dice 'y hace tanto tiempo que caminas'. Ese camino y el reconocimiento del otro, y que sea alguien de tu comunidad es un relato sobre cómo se construyen identidades. Una investigación como esta suma escrituras, caminos, viajes, interlocutores... Y es un camino hacia la búsqueda de nuestra identidad, de quién soy yo como académica, como profesora, quién soy enseñando en la UNSa, interesada por las memorias localizadas, ancladas en una etnia, en una región", dijo.

"Esta tesis -este premio- es mi camino con muchas apachetas -digo yo- y también es de mi universidad, porque yo fui formada dentro del lema "mi sabiduría viene de esta tierra". Es un poco el viejo con el quechua desusado que te reconoce. Más allá de mi esfuerzo, es un premio a toda una formación y a la oportunidad que me dio la universidad pública. Se unieron mi deseo fuerte en estudiar el testimonio, y Latinoamérica en sus literaturas, y la oportunidad de la universidad pública, porque yo soy primera generación en mi familia. Este premio es de la región y es un producto de la universidad pública", concluyó.

Yo fui formada dentro del lema 'mi sabiduría viene de esta tierra'"


 

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