Un ciudadano boliviano de 66 años fue detenido ayer acusado de haber abusado en forma sucesiva y reiterada de sus tres pequeñas nietas, de 9, 7 y 4 años.
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Un ciudadano boliviano de 66 años fue detenido ayer acusado de haber abusado en forma sucesiva y reiterada de sus tres pequeñas nietas, de 9, 7 y 4 años.
Los primeros estudios practicados a las víctimas, que al igual que el acusado residen en una precaria vivienda del asentamiento 20 de Febrero, en la fronteriza localidad oranense de Aguas Blancas, indican que las violaciones -pese a la corta edad de las criaturas- se iniciaron hace años. Todas presentan severas lesiones en sus aparatos reproductores, además de infecciones, de acuerdo con los primeros estudios médicos que se les realizaron a las pequeñas.
El acusado fue identificado como Antolín Gareca, un peón rural que realiza trabajos de manera esporádica y que es el padre -pese a que no lleva su apellido- de la madre de las chicas, Verónica Gómez, de 25 años, quien es buscada afanosamente por la Policía, aunque algunas versiones indican que escapó hacia Bolivia.
Aguas Blancas está separada de la vecina república por el río Bermejo, que en esta época del año en varios de tramos se puede atravesar caminando.
La investigación del caso arrancó cuando una de las maestras de las niñas, cuyos nombres se mantienen en reserva por motivos legales y de seguridad, se percató de comportamientos extraños de la mayor de ellas.
La docente, tras preguntarle qué le sucedía, escuchó, aterrada, una terrible confesión de parte de la menor, realizada en medio de un estallido de llanto, en la que describía cómo su abuelo abusaba de ellas de manera continua.
Sin dudarlo, la educadora puso en conocimiento de los hechos a la Policía, cuyas autoridades locales dieron parte al asesor de Menores e Incapaces, Cristian Babic, con sede en Orán, 70 kilómetros al sur de Aguas Blancas, quien formalizó la denuncia ante la ausencia de la progenitora.
El caso quedó en manos de la jueza Norma Vera, quien ordenó la inmediata detención del acusado y el traslado del mismo a la ciudad de Orán, al igual que las menores.
El médico legal de policía, Darwin Paredes, le practicó los primeros estudios a las nenas, determinando que todas presentan desfloración de larga data, heridas en sus genitales con desgarros y secreciones propias de infecciones venéreas.
Gareca fue trasladado ante la magistrada, pero argumentó que no se acordaba nada porque siempre estaba borracho.
EL sujeto será sometido a una serie de análisis de laboratorio para determinar si padece algunas enfermedades de transmisión sexual, que aparentemente contagió a las pequeñas víctimas.
La Policía no ha podido dar con el paradero de la madre de las criaturas, y se presume que, alertada de la situación, huyó a Bolivia.
Al ser interrogado sobre el paradero de su hija, Antolín Gareca se limitó a responder: “No se dónde está”, y cuándo le preguntaron sobre la forma de vida de la joven respondió: “Ni idea”.
En una inspección realizada por efectivos de la subcomisaría de Aguas Blancas en el domicilio de Gareca descubrieron que la joven madre, ahora desaparecida, prácticamente no estaba nunca en el lugar, pero sí lo hacían otros parientes, todos de sexo masculino y adictos a las bebidas alcohólicas, es decir que las tres menores eran las únicas residentes de sexo femenino del inmueble.
Los efectivos comprobaron también que la familia vivía en total hacinamiento, en un ambiente de suciedad y promiscuidad.
De la misma manera, en las investigaciones ambientales determinaron que uno de los exintegrantes del grupo de habitantes del rancho se halla preso en la ciudad de Orán, cumpliendo una condena por abusos sexuales en perjuicio de menores. Las niñas están internadas en el hospital San Vicente de Paul de Orán -donde son sometidas a estudios- y momentáneamente se hallan bajo guarda de Cristina Rueda, la madrina de una de ellas.
Una jornada clave se realizará hoy
Las tres niñas abusadas salvajemente serán interrogadas -probablemente hoy o en los próximos días-, una vez terminados los estudios médicos a los que están siendo sometidas, en Salta capital, con mecanismos propios para su edad, en cámara Gesell, un sistema que permite que no sean revictimizadas durante la sucesión de preguntas, que estarán a cargo de un psicólogo que actúa en un recinto apropiado donde las menores se sienten como en una sala de juegos.
Tras un panel transparente que ellas verán como un espejo presenciará el desarrollo del diálogo la jueza de la causa.
Es intención de la magistrada someter a interrogatorios a todos los residentes del inmueble donde se produjeron las violaciones, con el objeto de determinar si solo fueron víctimas de su abuelo o si hay otros mayores involucrados en el caso.