El defensor se mostró conforme con la condena de la Justicia a la negligencia del Estado, si bien dijo que debe analizar el fallo con la víctima. “La idea siempre fue dejar sentada la responsabilidad institucional”, señaló.
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El defensor se mostró conforme con la condena de la Justicia a la negligencia del Estado, si bien dijo que debe analizar el fallo con la víctima. “La idea siempre fue dejar sentada la responsabilidad institucional”, señaló.
La Corte de Justicia bajó la indemnización con respecto al fallo de primera instancia, que imponía una suma superior al millón de pesos más intereses ¿Le parece adecuado el monto?
Si bien es cierto que se redujo la cifra indemnizatoria, la idea siempre fue dejar sentada la responsabilidad institucional del Estado.
Lo nuestro va más allá del monto resarcitorio. Nada le va a devolver a sus hermanitos degollados ni a su mamá. Tampoco a su padre que está en la cárcel porque, si se hubiera aplicado la ley de violencia familiar, esto no hubiera pasado. La norma ya estaba vigente en 2004 cuando sucedieron los hechos.
La Justicia entendió que los $700.000 es un monto suficiente y prudente para resarcir a mi cliente por la muerte de sus dos hermanos y su madre, además de las heridas que ella sufrió.
Nuestra cuestión va más allá de la suma de dinero. El tema era que se declare la responsabilidad del Estado en esta suerte de lucha que existía.
¿Entonces usted no va a apelar la sentencia de la Corte de Justicia por la cifra?
Vamos a evaluar la cuestión y lo vamos a merituar junto con mis clientes, pero el tema va más allá del dinero. El dinero es importante para el Estado, que gasta $200.000 en espectáculos de una hora y media.
Para nosotros, si bien es importante la cifra, lo fundamental era que se condene al Estado por la omisión en un caso de violencia familiar que sentó un precedente judicial a lo largo y a lo ancho del país, e inclusive afuera.
Este Gobierno proclama los derechos de los niños, los jóvenes, los adultos y no los cumple.
Si en realidad los cumpliera, aplicaría lo primero que pregona, que es la ley de mediación, cuya primera letra es ponerse en el lugar del otro para ver qué siente.
El Estado provincial nunca se puso en el lugar de mi clienta para ver qué siente. Si se hubiera puesto en su lugar, no hubiera postergado el juicio durante ocho años.