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Los fiscales buscan al que destapó la olla

Domingo, 11 de noviembre de 2012 12:16

Los más grave es que al juez y el fiscal que tienen el caso, parece no preocuparles que el acusado ande suelto.

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Los más grave es que al juez y el fiscal que tienen el caso, parece no preocuparles que el acusado ande suelto.

La lógica, digamos que también la sensatez, y hasta la ética, señalan que si una persona es acusada, con fundamentos y pruebas, de haber cometido un delito, la acción de la justicia debe estar dirigida a ella, y no al eventual denunciante de la transgresión. La víctima, en ningún caso, especialmente si es menor de edad, puede ser objeto de maltrato.

Lo expresado puede aplicarse a un hecho de abuso sexual contra una niña cometido en un vehículo de transporte escolar por el conductor de ese automotor y, sobre todo, a la forma en que manejó el asunto el Cuerpo de Investigadores Fiscales (CIF).

Su titular, Gabriela Buabse, firmó un informe en el que se anota que la niña, de 9 años de edad, abusada, posee un cuerpo merecedor, valga la figura, de ser “objeto de deseo sexual” (sic). Esa escandalosa estimación de la funcionaria urtubeísta puede y debe entenderse como una justificación de la repudiable conducta del chofer.

Una situación similar ocurrió cuando Maximiliano Troyano, entonces ministro de Seguridad, y hoy fiscal de Pablo López Viñals propuesto por el mismísimo señor gobernador, dijo sandeces sobre la violación de una turista.

Regresemos al punto en que estábamos. El mencionado informe firmado por Buabse (ella niega haberlo redactado) tomó estado público y fue comidilla de la crítica e indignación nacionales.

Además del vergonzoso y vergonzante informe, empleados de la Procuración, interrogaron, sin estar capacitados para ello, a un grupo de chicos que viajaban en el citado transporte escolar, sin tomar precauciones legales. No hubo psicólogos presentes, entre otros detalles anómalos.

El supuesto abuso sucedió en octubre de 2011. El acusado está en libertad y, de acuerdo con los padres de los chicos, continúa conduciendo el vehículo.

Los más grave de todo esto, es que al juez y el fiscal que tienen en sus manos el caso, parece no preocuparles que el acusado ande suelto y coleando. Toda su preocupación estaría centrada en averiguar quién fue el “resfriado”, o la “resfriada”, que puso en descubierto el calamitoso informe que rubricó Gabriela Buabse. Y para alcanzar ese propósito no trepidan en cargar contra el Poder Judicial. Total, ¿qué le hace un orsai más a tanta desubicación?

 

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