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Una impronta artística con pasión y talento

Lunes, 05 de noviembre de 2012 22:35

Las últimas apariciones públicas de Leonardo Favio tuvieron gusto a despedida. Los aplausos que recibió cuando acudió a festivales de cine como San Sebastián o Mar del Plata, o cuando presentó su libro en la última feria de Buenos Aires, eran en parte un agradecimiento y un adiós.

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Las últimas apariciones públicas de Leonardo Favio tuvieron gusto a despedida. Los aplausos que recibió cuando acudió a festivales de cine como San Sebastián o Mar del Plata, o cuando presentó su libro en la última feria de Buenos Aires, eran en parte un agradecimiento y un adiós.

Favio se inició en el cine como actor, hasta que debutó detrás de la cámara con “El señor Fernández”, en 1958, un mediometraje que quedó inconcluso. Luego hizo el corto “El amigo” (1960).

“Crónica de un niño solo” es su verdadera ópera prima y la estrenó en 1965 con un enorme éxito de crítica. El desgarrador relato de un menor en un orfanato tiene claros tintes autobiográficos. El director pasó parte de su infancia en internados, de los que se escapaba cada vez que podía. Solía recordar que en esa época robaba para comer, una experiencia que lo marcó.

Dos años después de “Crónica”, presentó “El romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más...”, conocida también con el título más breve “El romance del Aniceto y la Francisca”, con Federico Luppi, Elsa Daniel y María Vaner, quien sería su esposa.

Le siguió en 1969 “El dependiente”, basada en un cuento de su hermano Zuhair Jury, que no contó con el apoyo del Instituto de Cine de ese entonces y no funcionó en taquilla, por lo que Favio optó por dedicarse al canto.

El éxito como cantante- faceta con la que se lució en el Festival de Viña del Mar por primera vez en 1969- le permitió ganar dinero que luego invertiría en nuevas películas.

Así, en pleno apogeo de su carrera como cantante melódico, dejó todo para rodar “Juan Moreira”, que se estrenó en 1973, con Rodolfo Bebán en la piel del gaucho nacido de uno de los textos más importantes de las literatura argentina.

Luego vino “Nazareno Cruz y el lobo” (1975), una de las películas más vistas del cine argentino, con una estética desbordada, innovadora.

En 1976, Leonardo Favio, un ferviente militante peronista, llegó a presentar otro film, “Soñar, soñar”, pero ese mismo año, tras amenazas y prohibiciones, partiría al exilio, en el que permaneció toda la dictadura militar y más. Se estableció en México, desde donde realizaba giras como cantante. Cuando regresó a la Argentina en 1987, regresó también al cine, aunque se tomó un tiempo. Quiso hacer una película sobre el anarquista Severino Di Giovanni, pero se le cruzó otra historia.

Su última película fue “Aniceto”, en 2008, en la que retoma la historia de su famosa película, pero esta vez desde la danza. El film apenas estuvo en cartelera, no suscitó entusiasmo, pero fue elegido para representar a Argentina en los Oscar.

Apoyó toda su vida al peronismo
 
Leonardo Favio se reunió en varias ocasiones con Juan Domingo Perón y le manifestó su apoyo incondicional, lo que demostró en varias películas. En “Gatica, el mono” (1993) realizó una reconstrucción histórica, que lo llevó a viajar hasta la década del 50, el momento en que coincidieron el púgil José María Gatica con Perón, una obra para la que convocó aldebutante Edgardo Nieva. 
Otra película sellaría su lazo con el peronismo para siempre es el documental “Perón, sinfonía del sentimiento” (1999) se convirtió en una de sus obras más personales, tanto por el tema y la pasión que implicaba, como por su forma de encarar una historia que parecía inabarcable. El film fue dedicado a Héctor J. Cámpora, Hugo del Carril, Ricardo Carpani, Rodolfo Walsh y al grupo de trabajadores y estudiantes del Grupo Cine Liberación, que impulsaron Fernando Solanas, Octavio Getino y Gerardo Vallejo.
La realización de esta película lo obsesionó durante largos años. Decía que su objetivo era “apretar la historia del peronismo en cinco horas para que sea amena, atractiva para los jóvenes, que no tinte al zapping y sea veraz”. Para tal fin, resolvió que el documental no se presentara en los cines, sino en varias entregas a través de la televisión.
En los últimos años, manifestó su firme apoyo al gobierno kirchnerista: “A Cristina de Kirchner, por ejemplo, le buscan todos los ‘peros’. Y los que le buscan todos los peros son gente que no ha hecho nada por el país y que sólo se dedica a incomodar. Desde la primera presidencia de Perón, éste es el mejor gobierno que hemos tenido. Están reconstruyendo un país, después del bombardeo que hemos sufrido, después de años de padecer a gobernantes que se peleaban por ver quién les jodía más la vida a los argentinos. Creo a muerte en este gobierno”, había sostenido.
 
“Me muero de dolor”
 
Graciela Borges: “Me muero de dolor, y eso que estoy acostumbrada a la muerte. Creo que no quiero hacer más cine. Yo tenía gran cariño y admiración, no puedo más que llorar y recordarlo en este momento”. 
 
“Un buscador del alma”
 
Alfredo Alcón: “Todavía no me cayó la moneda de que Favio no está; pienso en el clima que creaba en las filmaciones y era de pasión. Era un buscador del alma, un creador y cuando cantaba o hacía películas, todo lo hacía con pasión. Definirlo sería maniatarlo y él quería ser libre”. 
 
“Sensibilidad popular”
 
Pino Solanas: “Se fue un gran poeta del cine. El fallecimiento de Leonardo Favio representa una gran pérdida no solo del cine sino de la cultura nacional. El tenía la conjunción precisa entre sensibilidad popular y mirada culta en el cine. Ha dejado un testimonio único”.
 
“Una obra mayúscula”
 
Marcelo Céspedes: “Se fue uno de los más grandes cineastas que tuvo la Argentina. Volver a ver el “El romance del Aniceto y la Francisca” es descubrir una obra mayúscula, algo que no perdió calidad cuarenta años después, es como descubrir que el nuevo cine argentino quedó atrás”
 
“Hacía un gran cine y popular”
 
Fernando Spiner: “Se fue un director con una pasión y una personalidad extraordinarias; tenía la virtud de hacer un gran cine y a la vez popular. Fue un descubrimiento darme cuenta de cómo “Juan Moreira” influyó en mí para hacer “Aballay”.
 

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