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19 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La cultura nacional despide a un gran poeta del cine y de la música

Lunes, 05 de noviembre de 2012 22:38

Filmó y cantó con la misma pasión y convicción artística de raigambre popular. Deslumbró y enamoró a varias generaciones. Defendió y polemizó por esas cosas de la vida que lo desvivían. Ayer murió.

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Filmó y cantó con la misma pasión y convicción artística de raigambre popular. Deslumbró y enamoró a varias generaciones. Defendió y polemizó por esas cosas de la vida que lo desvivían. Ayer murió.

Considerado uno de los realizadores más importantes del cine argentino, Leonardo Favio tenía los 74 años y los últimos minutos de vida los pasó en un hospital de Buenos Aires tras el agravamiento de una neumonía. Productor, guionista y actor, Favio fue sometido el pasado agosto a una operación y había reducido sus apariciones públicas.

Peronista convencido, en 1976, tras el golpe militar que dio paso a la dictadura (1976-1983), se exilió y no regresó al país hasta 1987.

Fuad Jorge Jury (tal su nombre completo) había nacido el 28 de mayo de 1938 en la provincia de Mendoza y, tras una infancia problemática en la que llegó a pasar brevemente por la cárcel, se acercó al teatro y se trasladó a Buenos Aires, donde comenzó su carrera en el cine y en la música.

En el año 2000, el Museo Nacional de Cine Argentino realizó una encuesta entre cien críticos, historiadores e investigadores de cine de todo el país. La consigna era “¿Cuáles son los 100 mejores films del cine sonoro argentino?”, y el resultado fue “ Crónica de un niño solo” como mejor film (con más del 75 % de los votos). En 1998 la revista Tres Puntos (Argentina) hizo una encuesta a cien personalidades del ambiente cinematográfico (desde directores y actores hasta reflectoristas y escenógrafos) con la consigna “Elija las cinco mejores películas argentinas de la historia y el mejor director cinematográfico”. La película ganadora resultó ser “El romance del Aniceto y la Francisca” y Favio fue elegido como mejor director, ambas distinciones por amplia mayoría.

Baladista

Como cantante fue uno de los precursores de la balada romántica latinoamericana en las décadas de 1960 y 1970, alcanzando el éxito en toda América Latina. Entre sus canciones más populares se encuentran “Fuiste mía un verano”, “Ella ya me olvidó”, “Para saber cómo es la soledad” (Tema de Pototo), de Luis Alberto Spinetta, y “Chiquillada” de José Carbajal.

Sus canciones fueron traducidas a más de catorce idiomas.

Visita a Salta

Leonardo Favio era un frecuente visitante de Salta. Compartía largas horas con amigos, cinéfilos, claro, entre ellos, el director Alejandro Arroz y el fotógrafo Norberto “Negro” Ramírez.

Este último recordó ayer con “profunda pena” la partida del “maestro, del artista popular, del narrador argentino inigualable”.

“Son muy pocos los que filmaban como él”, destacó Ramírez, jefe de Producción de la producción cinematográfica basada en un libro del salteño Carlos Hugo Aparicio.

Inclusive, recordó que en el filme “Luz de invierno”, de Arroz, hay varios detalles que pueden considerarse homenajes pequeños al gran Leonardo Favio.

Quizás lo más saliente sea la aparición de un gallo de riña en el relato y en las imágenes, compatible con el gallo de riña de “El romance del Aniceto y la Francisca” (el Aniceto era criador de gallos).

Este y algunos finales de historias son “algunos permisos” que nos dimos pensando en Favio a través de estos hechos muy puntuales.

Ramírez destacó luego que los más memoriosos no olvidarán su versión de “Para saber como es la soledad” y lo que supo dar al cancionero que cruza varias generaciones.

Preocupaciones humanas y elecciones estéticas 
 
 Favio fue un cineasta autodidacta impulsado por una necesidad vital y aprendió gran parte de lo que sabía en los sets, trabajando como actor a las órdenes de directores experimentados como Leopoldo Torre Nilsson, Fernando Ayala, Daniel Tinayre, Manuel Antín, José Martínez Suárez, René Mugica y Rubén Cavallotti, entre varios otros. 
 Las magníficas imágenes de sus películas concentran preocupaciones humanas y elecciones estéticas que expresan la mirada del mundo y el imaginario poético de este artista cuya escuela fue la calle y la marginalidad, y también sientan las bases de un estilo, la marca que distinguirá a través del tiempo a un autor de su talla. 
 Todos sus personajes son seres frágiles, inocentes y apasionados, que se animan a soñar e intentan cambiar o superar su condición social, aunque la mayoría de las veces de manera infructuosa.
</SUBTITULO>Atorrante
 Atorrante de atorrantes -tal como él mismo se definió alguna vez-, alumno aplicado de lúmpenes, pícaros y marginales, Favio desplegó un cine hecho a corazón abierto, respetuoso de los excluidos y de seres que habitan las calles como prostitutas, estafadores, “manyagatos” y ladrones de poca monta. Intuitivo y curioso, de personalidad empírica y autodidacta, su obra priorizó siempre la emoción, la humanidad de sus personajes, la belleza, la poesía y todo aquello que le surgía desde adentro, de lo más hondo de su ser, sin filtros, estrategias o especulaciones.
 Para él, ser cineasta era “un trabajo que se parece al que hacía cuando era pibe: soñar”.
Y soñó e hizo soñar a incontables argentinos que hoy lo recuerdan.
 

 

 

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