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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Lo imposible de representarse para una sociedad muy aterrada

Sabado, 15 de diciembre de 2012 12:53

Los asesinatos cometidos por escolares en los EEUU no son un hecho de inseguridad pública, sino que nutren la historia actual de los síntomas contemporáneos. Fueron cometidos por sujetos desamparados, sometidos su psiquismo a una errancia personal.

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Los asesinatos cometidos por escolares en los EEUU no son un hecho de inseguridad pública, sino que nutren la historia actual de los síntomas contemporáneos. Fueron cometidos por sujetos desamparados, sometidos su psiquismo a una errancia personal.

Para el psicoanálisis la baliza explicativa es la inexistencia del “gran otro” (Otro). Y eso que falta, no es nada más que la instancia superior y reguladora del sujeto. Si falta el Otro, puede ocurrir el desengaño y la intemperie subjetiva causante, a veces, de tantas muertes.

En la última década hubieron 29 masacres cometidas por niños y adolescentes en los EE.UU. La primera arrancó en 1999 en Columbina. Siete de los asesinatos en masa terminaron con el suicidio del atacante. Todo un síntoma de la época, en el que el paradigma de estos jóvenes asesinos son el cinismo (no creen en ningún valor digno de ser modelo de vida).

No cometieron sus crímenes por emoción violenta, ni por venganza, tampoco por piedad ni ideología o doctrina, menos por fanatismo.

Umberto Eco en sus célebres “Cinco escritos morales”, indica a la luz de los graves problemas actuales, la guerra que nos hace bajar al oscurantismo, que “Este descenso no puede justificarse, porque -en términos de derechos de la especie- es peor que un delito: es un despilfarro inútil”.

El psiconálisis llega a la misma conclusión sobre los asesinos de escolares. Ellos prueban un sinsentido sin importarle que su conocer los lleve al horror absoluto. El mandato de la época es gozar sin límites, y ese “despilfarro inútil” de vidas que habla Eco, también es puro goce, según el psicoanalista Jacques Lacan. En estos asesinatos algo social es imposible de representar. Está patente la situación de algunos jóvenes que antes de suicidarse, asesinan. Viven su parcela de tiempo subjetivo con un cinismo absoluto: rechazan la solución a los problemas personales por la ética de las virtudes, canalizan su malestar sin un Otro con peso. Por el goce que usan imaginariamente en forma infalible, no saben distinguir lo prohibido. Pasaron por esta vida sin deberes y culpa antes de suicidarse y no se correlacionan con un Otro consistente. Eso es la intemperie de los jóvenes asesinos que hoy ocupan, por estas masacres, un lugar tristemente celebre en la galaxia de los medios.

Al psicoanálisis le sirve estas experiencias de referencia para definir el llamado registro de lo “real”, eso que no se puede tramitar por no poseer sentido, lo que tiene presencia y existencia autónoma para el sujeto que tampoco se lo puede representar.

Lo real es visto en la sexualidad, en la existencia de la muerte, del horror y del delirio. No se liga a lo mejor, sino al goce oscuro de sentido. Los asesinos tuvieron su inconsciente unido a pedazos de lo real. Asesinan con tanta facilidad para buscar un objeto hueco de subjetividad que solo tienen deseo de nada.

En una alucinación creen que su acto dejará una marca histórica en la comunidad que los vio crecer. Son seres que no se hacen responsables y para colmo ignoran todo de su propio goce.

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