Atraído por la belleza de Tilcara, el dios del vino y del desenfreno, Dionisio, se aposentó en esta ciudad y se adueño del carnaval. Sus adoradores, verdaderas hordas de hombres y mujeres de diferentes edades, rindieron tributo a su dios consumiendo alcohol en todas sus variantes, cerveza, vino, fernet, lo que fuera, siempre que fuera mucho. Ciudad totalmente colmada por los carnavaleros visitantes, amaneció, durante esos días, sucia,llena de basura en sus calles, con las paredes y veredas de casas, negocios y edificios públicos, regadas de orín, con jóvenes desparramados en plazas y veredas, en manifiesto estado de ebriedad.
No se puede quejar Dionisio, en estos cuatro días, Tilcara estuvo más que para Patrimonio de la Humanidad para el Guinness en consumo de alcohol.
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Atraído por la belleza de Tilcara, el dios del vino y del desenfreno, Dionisio, se aposentó en esta ciudad y se adueño del carnaval. Sus adoradores, verdaderas hordas de hombres y mujeres de diferentes edades, rindieron tributo a su dios consumiendo alcohol en todas sus variantes, cerveza, vino, fernet, lo que fuera, siempre que fuera mucho. Ciudad totalmente colmada por los carnavaleros visitantes, amaneció, durante esos días, sucia,llena de basura en sus calles, con las paredes y veredas de casas, negocios y edificios públicos, regadas de orín, con jóvenes desparramados en plazas y veredas, en manifiesto estado de ebriedad.
No se puede quejar Dionisio, en estos cuatro días, Tilcara estuvo más que para Patrimonio de la Humanidad para el Guinness en consumo de alcohol.
María José Romero
Ciudad