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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Si Schiavi hubiera trabajado, no hubiera sido tan grave

Lunes, 27 de febrero de 2012 00:27

Primero dijo que “fue un accidente como vimos muchas veces en los diarios”, intentando relativizar la tragedia que por esas horas ya registraba 49 personas muertas y más de 700 heridas. Y como si lo anterior no fuera suficiente, comentó que los primeros dos coches del tren que protagonizó la tragedia de Once “estaban atiborrados de gente” y se despachó con la que fue la frase del día para casi todos los medios de comunicación: “Si pasaba ayer (por el martes, que había sido feriado), no era tan grave”.

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Primero dijo que “fue un accidente como vimos muchas veces en los diarios”, intentando relativizar la tragedia que por esas horas ya registraba 49 personas muertas y más de 700 heridas. Y como si lo anterior no fuera suficiente, comentó que los primeros dos coches del tren que protagonizó la tragedia de Once “estaban atiborrados de gente” y se despachó con la que fue la frase del día para casi todos los medios de comunicación: “Si pasaba ayer (por el martes, que había sido feriado), no era tan grave”.

La frialdad y la franqueza bestial con la que el secretario de Transporte de la Nación, Juan Pablo Schiavi, habló sobre un hecho que conmovió al país despertó indignación. En las redes sociales el funcionario cosechó duras críticas, comentarios descalificatorios e innumerables insultos de miles de argentinos que esperaban de él una explicación de lo sucedido y, aunque más no fuera, una expresión de solidaridad en medio del dolor que inundaba a cientos de familias. Schiavi no fue capaz de ofrecer nada de eso.

Su llegada al Gobierno

Ingeniero agrónomo de profesión, Juan Pablo Schiavi llegó a la Secretaría de Transportes luego de una trayectoria relativamente corta en el tema. A mediados de los 80, aún en el sector privado, había sido gerente de una empresa de colectivos de larga distancia; pero su primer contacto real con el mundo de la planificación y ejecución de políticas públicas llegó en 2004, cuando fue designado subsecretario de Mantenimiento Urbano y Servicios Públicos de la Ciudad de Buenos Aires. En 2006 lo ascendieron a ministro de Planeamiento y Obras Públicas porteño; y al año siguiente saltó al Gobierno nacional, donde fue presidente de la Administración de Infraestructuras Ferroviarias Sociedad del Estado, una de las raras creaciones de la errática política ferroviaria del kirchnerismo.

En 2009 le tocó heredar una de las papas más calientes que le han tocado a un funcionario K. Fue designado secretario de Transportes de la Nación tras la renuncia -obligada- de Ricardo Jaime, quien usó ese cargo para amasar una fortuna por la que aún no rindió cuentas a la Justicia.

Una pesada herencia

El alejamiento de Jaime desnudó un escandaloso entramado de corrupción. El Estado nacional pagó desde 2003 subsidios varias veces millonarios a empresarios que, para asegurar que esos envíos no se interrumpieran, organizaron un aceitado sistema de “retribuciones” a funcionarios. Esas dádivas incluyeron viajes al exterior, el pago de alquileres de departamentos y, en el caso de Jaime, hasta un avión privado.

Con un predecesor tan polémico y cuestionado, desde el momento de su asunción Schiavi eligió mantener un perfil bajo. Evitó a la prensa en sus frecuentes reuniones con empresarios y gobernantes, y prefirió las segundas líneas de asientos en los actos oficiales.

Lo que no cambió ni un milímetro fue el esquema de subsidios millonarios que había trazado su predecesor. Por el contrario, lejos de tender a normalizar la ecuación financiera no solo de los trenes sino de todo el sistema de transporte público, impulsó un fuerte crecimiento de las transferencias de partidas públicas para empresarios privados.

Una política inviable

Esa política, avalada y promovida desde el poder, comenzó a mostrar su inviabilidad en los últimos meses. Desde el punto de vista de la infraestructura, la sucesión de accidentes que involucran a formaciones ferroviarias revelaron que, pese a los millonarios subsidios, el sistema presenta un gravísimo nivel de desinversión que amenaza la seguridad de pasajeros y trabajadores.

Desde el punto de vista económico, desde el inicio del segundo mandato de Cristina Kirchner se puso en evidencia que las arcas públicas ya no estaban en condiciones de seguir sosteniendo el complejo entramado de subsidios, que amenazaban con superar este año los 100 mil millones de pesos. Los nubarrones en el horizonte externo y las propias debilidades de la economía local obligaron a dar marcha atrás con los subsidios a la luz y el gas, y el transporte se anotó como el próximo rubro al que le pasarán la tijera.

Las idas y vueltas con el sistema de tarjeta para viajar en trenes y colectivos porteños -conocido como SUBE-, la inminencia del aumento de todas las tarifas del transporte y, ahora, la tragedia de Once, le dieron a Schiavi un nivel de exposición pública poco envidiable.

Su poco feliz intervención frente a la prensa, su demostrada ineficiencia para fiscalizar la calidad del servicio de empresas que reciben millonarios subsidios del Estado y su manifiesta intención de desentenderse de problemas que son de su exclusiva responsabilidad, lo pusieron esta semana en la picota.

Desde ciudadanos comunes hasta legisladores del oficialismo y la oposición se anotaron en la lista de quienes reclaman su alejamiento del cargo. El peor comentario lo hizo -cuando no- la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, quien aseguró que “me da vergenza ajena que un funcionario sea tan pelotudo”.

A partir del escarnio público que está sufriendo, en los últimos días se multiplicaron los rumores que hablaban de la salida de Schiavi del Gobierno. Pero para sorpresa de los especuladores, el polémico secretario fue recibido el jueves a la tarde por la presidenta Cristina Fernández y tras la reunión no hubo ninguna comunicación oficial.

¿Deberá Schiavi actualizar sus conocimientos de agronomía o aún tendrá la oportunidad de cambiar la desastrosa política ferroviaria del Gobierno? ¿Acaso el Gobierno sostendrá su impopular figura para que aplique el “tarifazo” en el transporte y luego renuncie? ¿Seguirá o no seguirá? Su figura genera hoy muchos interrogantes y desnuda una sola certeza: de trenes y de buen tino, Schiavi no sabe casi nada.

 

 

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