El marcador (6-4 y 6-4 al japonés Nishikori) que lleva a Rafael Nadal hasta cuartos de final del torneo de Miami esconde algunas tinieblas tras los brillos del resultado. El número dos mundial, un punto desdibujado, debió defender ocho pelotas de break frente al número 16. El mallorquín apuró 2h 10m sobre la pista, marchó 1-3 en contra en la primera manga, y cedió su saque cuando servía por el duelo. Por encima de todo, Nadal compitió con la rodilla izquierda vendada, consecuencia de una tendinitis que también explica su ausencia en la convocatoria para jugar los cuartos de la Copa Davis contra Austria: David Ferrer, Nicolás Almagro, Marcel Granollers y Marc López competirán con España del 6 al 8 de abril.
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El marcador (6-4 y 6-4 al japonés Nishikori) que lleva a Rafael Nadal hasta cuartos de final del torneo de Miami esconde algunas tinieblas tras los brillos del resultado. El número dos mundial, un punto desdibujado, debió defender ocho pelotas de break frente al número 16. El mallorquín apuró 2h 10m sobre la pista, marchó 1-3 en contra en la primera manga, y cedió su saque cuando servía por el duelo. Por encima de todo, Nadal compitió con la rodilla izquierda vendada, consecuencia de una tendinitis que también explica su ausencia en la convocatoria para jugar los cuartos de la Copa Davis contra Austria: David Ferrer, Nicolás Almagro, Marcel Granollers y Marc López competirán con España del 6 al 8 de abril.
“Físicamente tengo un poco de dolor en la rodilla”, explicó el ganador en los micrófonos de Teledeporte. “Me vino entrenándome en Mallorca, antes de salir para Indian Wells. Hice un tratamiento pero según pasó la semana me fue doliendo más. Voy aguantando. Hay que llegar hasta donde se pueda”, prosiguió. “He ido de menos a más. Empecé el partido con un poquito de dudas. Tener la rodilla mal no me permite trabajar todo lo que querría en los entrenamientos, y por eso me está costando un poquito más tener la intensidad de piernas que tuve en Australia. Por eso cada partido que pasa tiene un gran valor”, añadió.
Nadal no acostumbra a dar pistas a los rivales. Que pidiera la presencia del fisioterapeuta retrató una debilidad y debió alentar las esperanzas de Nishikori, agresivo en el resto y punzante de fondo. El vendaje resultante, sin embargo, fue una espuela en el ánimo del español, que creció según aumentaban las dificultades, y no en el del japonés, que se diluyó en cuanto el marcador dejó de sonreírle. Sorprendentemente, tras despedir al fisioterapeuta, Nadal se apuntó cuatro juegos seguidos que le lanzaron hacia la victoria (de 5-4 y saque de Nishikori a 6-4 y 3-0 para el número dos).