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19 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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El boxeador, el artista, ¿el candidato?

Lunes, 16 de abril de 2012 00:10

Ganó el Bailando por un Sueño y dice que fue “un trabajo más, una oportunidad que pasó”, y que volvería si lo llaman.

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Ganó el Bailando por un Sueño y dice que fue “un trabajo más, una oportunidad que pasó”, y que volvería si lo llaman.

Fabio “la Mole” Moli tiene apenas 42 años pero parece que hubiera vivido varias vidas. Convivió con el hambre y la miseria, pero también brilló en el programa de mayor rating de la televisión argentina. Fue un chico de la calle pero ahora se da el lujo de pensar en la posibilidad de ser el intendente de las más de 15 mil personas que viven en su amada Villa del Rosario, en el árido norte cordobés. Atrapado por el alcohol, sometió a maltratos físicos y verbales a su esposa durante por lo menos 15 años, pero ahora daría la vida por ella y es, junto con sus cinco hijos, lo que más quiere en el mundo. Su primera vivienda fueron dos piezas con un excusado en inmediaciones del basural de la localidad donde nació, creció y morirá; ahí mismo, claro que con otro entorno físico, tiene la amplia y moderna vivienda en la que, en familia, come los asados cada domingo.
Una vida hecha con una de cal y otra de arena.
El popular Mole estuvo en Salta durante el miércoles y jueves últimos para asistir a la imposición de su nombre a una de las 21 escuelas de boxeo que el municipio capitalino, con aportes del Gobierno provincial, abrió en la ciudad. No se cansará nunca de agradecer a las autoridades que pensaron en grabar su nombre para siempre en uno de los gimnasios, y no ahorró elogios para esta decisión oficial de recurrir al boxeo para procurar que los chicos abandonen los malos hábitos que tan “comedidamente” les ofrece la calle. Recorrió barrios, fue a merenderos, saludó y se fotografió con cuanta persona se le cruzó. La Mole se movió en un terreno que conoce de sobra; él creció en la marginalidad, pero se ufana cuando dice que le debe su actual vida saludable al boxeo.
Siempre peleó; dice que nació peleando y peleará hasta el final. Rebelde, inmanejable para sus padres, a los 15 años lo echaron de la casa. “Tuve que irme nomás, la luché duro, muy duro, pero nunca robé ni maté a nadie, siempre fui un tipo laburador... la macana es que me metí con el alcohol”, lamentó.
A los 18 se juntó con la Negra (Cristina), quien tenía 20. En medio de una gran pobreza tuvieron cinco hijos y durante por lo menos 15 años, ella soportó sus golpizas de borracho. El lo reconoce sin eufemismos.
La Mole tenía 36 años cuando un día se levantó y estaba solo en las precarias piezas que habitaban. La Negra no estaba, los chicos tampoco. Los fue a buscar con la promesa de no tomar más alcohol si volvían. La Negra confió una vez más y regresó. “Yo no tomé una gota de alcohol nunca más”, recalcó orgulloso.
Prometió traer a Salta a la Negra en su próximo viaje, “y vas a ver que les va a decir que este Fabio de ahora no es el que conoció; les va a decir que soy otro hombre”. Aseguró que ella ahora tiene lo que tanto quiso siempre: tranquilidad. Y no le falta nada a ella ni a los hijos y los nietos.

El candidato

Siguen viviendo en Villa del Rosario y allí se quedarán para siempre.
La Mole ama su pueblo. Lo conoce del derecho y del revés. Será por eso que cada tanto le asalta la idea de postularse para intendente. El detalle es que, al mismo tiempo, le da vueltas por la cabeza aquello de que nadie es profeta en su tierra. Hace algunos años tuvo alguna experiencia poco feliz como candidato a concejal. “Pero ahora las cosas cambiaron, no sé qué pasaría si me largo... guarda, ¿eh?”, advirtió con sus principios radicales firmes, heredados de su padre y su abuela. Sin embargo, no cree determinantes las ideologías sino en “qué clase de tipo es el candidato”.

Bailó, soñó y ganó


La audiencia de Bailando por un Sueño 2010 eligió siempre a la Mole, por encima de otros participantes. Curiosa preferencia si se piensa que el hombre jamás había bailado. Se puso al país en el bolsillo y le impuso el uso de un término cordobés por excelencia como es el “culiau” que pasó a ser parte del habla cotidiana de muchos. No sabe si fue el destino o la suerte lo que lo llevó a la TV de alta competencia, la misma que miraba desde su casa y que criticaba porque “es un quilombo atrás del otro” y porque jamás en su vida había bailado.
Sin embargo, la Negra lo convenció. Participó y ganó. Ganó el certamen y ganó un dinero considerable, suficiente para comprarle “una casita a cada uno de mis cinco hijos”, todas cerca de la suya, en la amada Villa del Rosario. No habló de montos, pero explicó que lo más importante no es el dinero que cobró por bailar sino “lo que se genera alrededor” de Marcelo Tinelli, las posibilidades que se abren en shows y publicidades.
Nunca más lo llamaron de Ideas del Sur, y no le llama la atención porque “así son esas cosas, eso fue un trabajo, yo cumplí, me fue muy, pero muy bien y punto”. Aunque reconoció que estaría dispuesto a volver si lo convocan a sumarse nuevamente a la pantalla de Canal 13, para formar parte del programa más taquillero de la televisión nacional.

 

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