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Sarkozy coquetea con la ultraderecha para sumar votos

Martes, 24 de abril de 2012 20:23


Con un claro mensaje antiinmigratorio, similar al pregonado por el ultraderechista Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, el candidato a la reelección en la Presidencia de Francia en el balotaje del próximo 6 de mayo, Nicolas Sarkozy, se lanzó ayer de lleno a la caza de los votantes de ese sector político. En declaraciones periodísticas el mandatario aseguró que Francia no puede “seguir recibiendo tantos extranjeros” y manifestó que quiere reducir a la mitad el número de foráneos llegados cada año y someter a “un examen de francés a toda persona que quiera venir a Francia” para garantizar que será capaz de integrarse.
Paralelamente Sarkozy, que cosechó el 27,18% de los votos en la primera vuelta, por detrás de François Hollande (28,63%), embistió contra el candidato socialista e insinuó que la intención de su rival es “regularizar a todo el mundo”.
Además, el líder de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) negó que la candidata de ultraderecha, Marine Le Pen, (17,9%) vaya a ser “el árbitro de la segunda vuelta”, a pesar de haber logrado un resultado histórico para el Frente Nacional en la primera ronda.
“Nadie piensa que Marine Le Pen pueda gobernar Francia”, señaló el presidente-candidato, quien estimó que esos 6.421.802 de electores depositaron en la urna “un voto de crisis”. “Le Pen no es dueña de esos votos”, incidió Sarkozy.
El ascenso de la extrema derecha en Francia responde a “una forma de decir a los otros líderes políticos: tened cuenta de nuestra situación”, agregó. Y se trata, según el análisis del candidato, de la consecuencia de “cuatro años de crisis fenomenal”.
Sarkozy también afirmó que el voto al Frente Nacional “no es reprensible” y que la dirigente de ese partido de extrema derecha es “compatible con la República”.
Sarkozy, que busca atraer a los electores de Le Pen dijo que “hay que comprender el voto al FN”. Es necesario “asumir compromisos precisos para que los electores del FN sepan que hemos comprendido su mensaje y que estén seguros de que vamos a cumplirlos”, dijo.
El mandatario galo, como viene siendo habitual en campaña, volvió a comparar la situación de Francia con la de los otros países de la Unión Europea (UE) más afectados por la crisis y, en particular, España.
El candidato conservador recordó que hace unos años a España se la presentaba como “el milagro de Europa” mientras que ahora tiene “un 23% de desocupados”, una tasa netamente superior a la de Francia, que ronda el 10%.
Sarkozy destacó, además, las dificultades del país vecino en materia de déficit público, pues “había prometido 6% de déficit y está al 8%”, destacó el conservador, quien también se refirió al desempleo de Italia o Reino Unido.
Respecto a sus opciones de victoria en la segunda vuelta, en la que todas las encuestas lo dan como perdedor frente a Hollande, Sarkozy recordó que los sondeos también pronosticaban que “habría una abstención récord” y si embargo fue baja, cercana al 20,53 por ciento.
“Hay que luchar. Miro la segunda vuelta con confianza”, concluyó el presidente, que rechazó valorar cómo quedaría su partido político en caso de una victoria socialista.
 

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Con un claro mensaje antiinmigratorio, similar al pregonado por el ultraderechista Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, el candidato a la reelección en la Presidencia de Francia en el balotaje del próximo 6 de mayo, Nicolas Sarkozy, se lanzó ayer de lleno a la caza de los votantes de ese sector político. En declaraciones periodísticas el mandatario aseguró que Francia no puede “seguir recibiendo tantos extranjeros” y manifestó que quiere reducir a la mitad el número de foráneos llegados cada año y someter a “un examen de francés a toda persona que quiera venir a Francia” para garantizar que será capaz de integrarse.
Paralelamente Sarkozy, que cosechó el 27,18% de los votos en la primera vuelta, por detrás de François Hollande (28,63%), embistió contra el candidato socialista e insinuó que la intención de su rival es “regularizar a todo el mundo”.
Además, el líder de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) negó que la candidata de ultraderecha, Marine Le Pen, (17,9%) vaya a ser “el árbitro de la segunda vuelta”, a pesar de haber logrado un resultado histórico para el Frente Nacional en la primera ronda.
“Nadie piensa que Marine Le Pen pueda gobernar Francia”, señaló el presidente-candidato, quien estimó que esos 6.421.802 de electores depositaron en la urna “un voto de crisis”. “Le Pen no es dueña de esos votos”, incidió Sarkozy.
El ascenso de la extrema derecha en Francia responde a “una forma de decir a los otros líderes políticos: tened cuenta de nuestra situación”, agregó. Y se trata, según el análisis del candidato, de la consecuencia de “cuatro años de crisis fenomenal”.
Sarkozy también afirmó que el voto al Frente Nacional “no es reprensible” y que la dirigente de ese partido de extrema derecha es “compatible con la República”.
Sarkozy, que busca atraer a los electores de Le Pen dijo que “hay que comprender el voto al FN”. Es necesario “asumir compromisos precisos para que los electores del FN sepan que hemos comprendido su mensaje y que estén seguros de que vamos a cumplirlos”, dijo.
El mandatario galo, como viene siendo habitual en campaña, volvió a comparar la situación de Francia con la de los otros países de la Unión Europea (UE) más afectados por la crisis y, en particular, España.
El candidato conservador recordó que hace unos años a España se la presentaba como “el milagro de Europa” mientras que ahora tiene “un 23% de desocupados”, una tasa netamente superior a la de Francia, que ronda el 10%.
Sarkozy destacó, además, las dificultades del país vecino en materia de déficit público, pues “había prometido 6% de déficit y está al 8%”, destacó el conservador, quien también se refirió al desempleo de Italia o Reino Unido.
Respecto a sus opciones de victoria en la segunda vuelta, en la que todas las encuestas lo dan como perdedor frente a Hollande, Sarkozy recordó que los sondeos también pronosticaban que “habría una abstención récord” y si embargo fue baja, cercana al 20,53 por ciento.
“Hay que luchar. Miro la segunda vuelta con confianza”, concluyó el presidente, que rechazó valorar cómo quedaría su partido político en caso de una victoria socialista.
 

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