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Petróleo: del crudo a la cruda realidad

Viernes, 06 de abril de 2012 20:34

 Parafraseando un españolísimo refrán diremos que “no por mucho invertir, petrolece más temprano”. El primer descubrimiento de petróleo por medio de perforaciones se remonta a 1885, a instancias de la inquietud del gobernador de Mendoza don Emilio Civit, en la zona de Cacheuta, cerca de Luján de Cuyo. El hallazgo de 1907, en Comodoro Rivadavia, se toma como fecha del primer descubrimiento realizado por el Estado nacional, dando lugar a una extraordinaria actividad en lo que se conoce como Cuenca del Golfo de San Jorge. Casi para la misma fecha, se inician los incipientes trabajos de perforación en Tranquitas (Salta), que con el tiempo dieron como resultado prolíficos yacimientos de gas y petróleo liviano, formando la Cuenca del Noroeste.

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 Parafraseando un españolísimo refrán diremos que “no por mucho invertir, petrolece más temprano”. El primer descubrimiento de petróleo por medio de perforaciones se remonta a 1885, a instancias de la inquietud del gobernador de Mendoza don Emilio Civit, en la zona de Cacheuta, cerca de Luján de Cuyo. El hallazgo de 1907, en Comodoro Rivadavia, se toma como fecha del primer descubrimiento realizado por el Estado nacional, dando lugar a una extraordinaria actividad en lo que se conoce como Cuenca del Golfo de San Jorge. Casi para la misma fecha, se inician los incipientes trabajos de perforación en Tranquitas (Salta), que con el tiempo dieron como resultado prolíficos yacimientos de gas y petróleo liviano, formando la Cuenca del Noroeste.

En 1914, se descubre en Plaza Huincul el primer yacimiento de la amplia y muy productiva Cuenca Neuquina, que abarca las provincias de Neuquén, sur de Mendoza, suroeste de la Pampa y oeste de Río Negro. Durante los años 1945 y 1946, se descubren interesantes acumulaciones de gas y petróleo en Tierra del Fuego y, posteriormente, en Santa Cruz, delimitando lo que se conoce como Cuenca Austral.

La última cuenca petrolífera con producción comercial fue desarrollada a partir de 1969 con el descubrimiento del yacimiento Caimancito que en 10 años produjo 10 millones de metros cúbicos y que hoy está agotado.

Durante estos más de 100 años de actividad, se descubrieron cerca de 800 yacimientos con alrededor de 20.000 pozos perforados, la mayoría de ellos ya secos y abandonados o con muy escasa producción, que da como resultado una inquietante caída de las reservas, tanto de petróleo como de gas. Además, desde el último descubrimiento en 1969, no se encontró otra cuenca nueva de hidrocarburos, a pesar de que se estudiaron muchas cuencas sedimentarias, pero en ellas las condiciones de generación de petróleo y gas no son las necesarias o aptas para formar estos recursos.

El petróleo y el gas se formaron a partir de las llamadas “rocas madres”, que son formaciones geológicas muy antiguas que se caracterizan por ser niveles arcillosos con alto contenido de materia orgánica, derivados de organismos que vivieron en lagos o lagunas quedando sepultados en sucesivas capas arcillosas. Fueron cubiertos, a su vez, por otras rocas sedimentarias que le dieron peso y temperatura de enterramiento durante millones de años hasta que se formaron las primeras gotas de hidrocarburos que migraron hacia arriba y quedaron entrampadas para formar los yacimientos. Estas rocas generadoras fueron atravesadas por muchos pozos, en cuencas sedimentarias fuera de las cinco ya mencionadas, pero de acuerdo a estudios geoquímicos de muestras extraídas no tienen ni la maduración necesaria ni la carga de enterramiento indispensable para formar hidrocarburos o simplemente carecen de la materia orgánica propia de este tipo de formaciones generadoras de petróleo y gas. Por ejemplo, en la amplísima Cuenca Chacoparanense se perforaron más de 40 pozos exploratorios en Chaco, Santiago del Estero, Formosa, norte de Santa Fe sin que ninguno encontrara ni rastros de petróleo o directamente ni siquiera rocas generadoras. Lo mismo ocurrió en los “Bolsones Intermontanos” de La Rioja, San Juan, Mendoza y San Luis, donde se perforaron más de 20 pozos, algunos que llegaron a los 6.000 metros.

Inclusive, en la ahora tan comentada Cuenca de Malvinas, se perforaron también alrededor de 20 pozos en el mar, habiendo encontrado en algunos de ellos gas y petróleo de escaso valor comercial, y la mayoría secos. Otro tanto ocurrió en las cuencas marinas del Colorado con 18 pozos secos, o la del Salado con 14 pozos estériles; de igual manera que en las cuencas marinas de Península de Valdez y de Rawson, entre otras.

De este breve resumen se puede concluir que lograr un “autoabastecimiento” de hidrocarburos se torna cada vez más remoto y mucho menos en el corto plazo de un año o dos. Lamentablemente, ni las reglas de juego son alentadoras y lo peor, las condiciones geológicas en otras cuencas son atractivas para inversiones de alto riesgo, de tal forma que lo único que nos queda es cuidar celosamente lo poco de gas y petróleo en estas cinco cuencas explotadas, algunas de ellas desde hace más de un siglo.

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