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13 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La lucha por la universidad

Sabado, 19 de mayo de 2012 23:33

Este aniversario número cuarenta de la fundación de la UNSa, me lleva a recordar la universidad de la década del ’60, especialmente desde el estamento estudiantil.
En ese entonces, había menos de 10 universidades nacionales en el país y la presencia estudiantil, con fuerte contenido ideológico, estaba dominada por dos corrientes: la reformista y el humanismo. Entre los primeros, que se atribuían ser herederos de la Reforma 1918, hoy serían llamados neomarxistas. El humanismo agrupaba a los movimientos inspirados en el pensamiento del francés Jacques Maritain cuya obra “Humanismo Integral”, su participación en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 y su visita al país en la década del ’50, habían alcanzado amplia repercusión. Se reconocían en la Liga Humanista, el Integralismo y Ateneos.
Yo estudiaba en Salta, en la Facultad de Ciencias Naturales que formaba parte de la Universidad Nacional de Tucumán. Y, comprometido con el socialcristianismo, milité en la Liga Humanista. Años después, logramos ser electos en el Consejo Superior de la UNT y, junto a Carlos S. Martearena, decano de Ciencias Naturales, logramos una mayor presencia de la Facultad salteña.
 

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Este aniversario número cuarenta de la fundación de la UNSa, me lleva a recordar la universidad de la década del ’60, especialmente desde el estamento estudiantil.
En ese entonces, había menos de 10 universidades nacionales en el país y la presencia estudiantil, con fuerte contenido ideológico, estaba dominada por dos corrientes: la reformista y el humanismo. Entre los primeros, que se atribuían ser herederos de la Reforma 1918, hoy serían llamados neomarxistas. El humanismo agrupaba a los movimientos inspirados en el pensamiento del francés Jacques Maritain cuya obra “Humanismo Integral”, su participación en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 y su visita al país en la década del ’50, habían alcanzado amplia repercusión. Se reconocían en la Liga Humanista, el Integralismo y Ateneos.
Yo estudiaba en Salta, en la Facultad de Ciencias Naturales que formaba parte de la Universidad Nacional de Tucumán. Y, comprometido con el socialcristianismo, milité en la Liga Humanista. Años después, logramos ser electos en el Consejo Superior de la UNT y, junto a Carlos S. Martearena, decano de Ciencias Naturales, logramos una mayor presencia de la Facultad salteña.
 

Nuestra tarea en el Consejo Superior tenía dos ejes. Por un lado lo institucional: defensa de la autonomía, orientación de la universidad hacia sectores populares, controlar los concursos docentes, o sea consolidar las conquistas del ’18. Por otra parte, la actividad universitaria de Salta: el Departamento de Bienestar Estudiantil, implementar el comedor, aumento de becarios, entre otros. Hay temas que en aquellos años eran sustanciales, como el proyecto para que el servicio militar de los estudiantes se redujera a tres meses.
 

Presiones y tensiones antes de la creación

Debemos reconocer que a los tucumanos no les hacía mucha gracia que parte del presupuesto de la UNT sea invertido en Salta y la tensión estaba creciendo. A tal punto que hicieron diversos intentos para trasladar las carreras de Geología y Ciencias Naturales. En defensa de estas carreras, hoy muy importantes en la UNSa, participamos insistentemente junto al recordado Domingo Jakúlica.
Por estas cuestiones, junto al Dr. Fernando Chamorro, que estudiaba derecho e integraba el humanismo, presentamos el proyecto para que la Universidad de Tucumán solicitara la creación de la Universidad Nacional de Salta a partir de los institutos existentes. El proyecto fue aprobado por unanimidad.
Días pasados, diario El Tribuno publicó una nota del recordado Alfio Crivelli, en la que hacía mención al conflicto en la Facultad de Ingeniería Química en Santa Fe, en ese momento una de las más prestigiosas del país. Me hizo recordar que fuimos hasta Santa Fe con Juan C. Quiroga, reformista y amigo, designados por el Decano Ing. Martearena, para conocer a fondo el problema existente. La intención era ver si podíamos conocer a profesores para nombrarlos en materias que faltaban cubrir en Salta.
Allí nos enteramos, por ejemplo, que el profesor Vergara concurría armado a su cátedra y que incluso dejaba “el fierro” en el escritorio muchas veces. Por este motivo nos opusimos insistentemente en el Consejo Superior a su designación en Salta, pero la mayoría compuesta por decanos y profesores impusieron la contratación. Al asumir, pidió la versión taquigráfica para enterarse de mis palabras en el Consejo.
 

Toma del rectorado
 

En noviembre de 1965, en la Facultad de Derecho de la UBA, participé en la reunión nacional de Consejeros Superiores, y fui elegido vicepresidente. Sus resoluciones: defensa plena de la autonomía y el gobierno tripartito; necesidad de vincular la autonomía con la democracia universitaria; acentuar la proyección social y asegurar el ingreso irrestricto de todos los sectores de la sociedad. Estas conclusiones las entregamos al presidente de la Nación, Arturo Illia el 31 de noviembre cuando nos recibió en su despacho. Estuvimos una hora y media. No conozco que otro presidente haya tenido un gesto similar con estudiantes universitarios.
Pero, al presidente Illia lo derrocaron los autoritarios no admitiendo los reclamos de la juventud universitaria. La solución: intervención a todas las universidades, intentando designar como interventores a rectores y decanos democráticos, quienes rechazaron la propuesta.
No se publicó pero la toma del edificio de Buenos Aires 177, fue una de las más prolongadas en el país. El desalojo, presionado con tanqueta del Ejército, caballería, bomberos, a no más de cien estudiantes, entre los cuales estaban varias chicas del Departamento de Humanidades: Ana María Giacosa, Etel Mas, Alicia Herrera, Nora Godoy. Los tiempos que siguieron fueron de triste memoria. Sin embargo, la comunidad política democrática continuó gestando la creación de la UNSa.
 

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