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19 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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El norte tiene todo para desarrollar una economía social con el petróleo

Sabado, 09 de junio de 2012 20:12
Recuperación. Cuando fueron cerrados los pozos tenían presiones de 20 kilos, pero en 2004 se midieron hasta 97 kilos.

En los salteños que sienten la falta de gas y de combustibles líquidos, en los pueblos del norte que extrañan los tiempos del auge hidrocarburífero, en los desocupados que esperan una nueva oportunidad, la renacionalización de YPF generó más expectativas que las que pueden esperarse a corto y mediano plazo. El plan estratégico de la compañía, en efecto, no prevé inversiones en esta provincia hasta el próximo año.

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Recuperación. Cuando fueron cerrados los pozos tenían presiones de 20 kilos, pero en 2004 se midieron hasta 97 kilos.

En los salteños que sienten la falta de gas y de combustibles líquidos, en los pueblos del norte que extrañan los tiempos del auge hidrocarburífero, en los desocupados que esperan una nueva oportunidad, la renacionalización de YPF generó más expectativas que las que pueden esperarse a corto y mediano plazo. El plan estratégico de la compañía, en efecto, no prevé inversiones en esta provincia hasta el próximo año.

El nuevo directorio que encabeza Miguel Galuccio pondrá las fichas en el sur del país, donde reservorios de gas y petróleo no convencionales como los de Vaca Muerta, en Neuquén, prometen un vuelco decisivo en la crisis energética que agobia al país desde 2004. Claro que para empezar a extraer el “shale gas” y el “shale oil” aprisionados en rocas sedimentarias deberán volcarse unos 40.000 millones de dólares, porque se requieren complejas técnicas de fractura con agua y productos químicos a presión.

YPF no opera ningún yacimiento en Salta y por esa razón tampoco cuenta con un representante en el directorio de la empresa. Aun así tiene voz cantante en las decisiones, algo que las pymes conformadas en San Martín por extrabajadores de YPF no pierden de vista.

“Aquí tenemos cientos de pozos petroleros que no llegan a interesar a las multinacionales pero que pueden aprovecharse para dinamizar las economías de la zona, ocupar a las empresas de servicios y generar empleos”, apuntó Alfredo Abud, referente de Upetron, una de las firmas radicadas en General Mosconi.

Andrés Ayala, de Pertersen, otra conocida empresa de perforaciones, precisó que pymes de la zona comenzaron a explorar posibilidades concretas con Recursos Energéticos y Mineros de Salta (Remsa), sociedad del Estado provincial. “Estamos viendo la posibilidad de explotar pozos marginales o de baja productividad. Estructuralmente, estamos en condiciones de operar este tipo de trabajos, con gente que sabe de producción, perforación, terminación y reparación de pozos petroleros y gasíferos”, aseguró.

Raúl Palomino, un técnico con 30 años de experiencia en YPF, fue el primero en asegurar que, con mínimas inversiones, se podría recuperar no menos de 50 pozos de los antiguos yacimientos de Vespucio, Lomitas y Tranquitas. Palomino, quien fue jefe de asistencia de campo, control geológico y reparación de esos mismos pozos, sigue afirmando que están en condiciones de producir condensado y crudo en volúmenes suficientes para desarrollar una economía social del petróleo en el norte.

Una mirada a las antiguas raíces 

Los yacimientos con interés productivo a escala social están localizados en los alrededores de Campamento Vespucio, a pocos kilómetros de General Mosconi, donde Francisco Tobar comenzó a escribir en 1907 uno de los primeros capítulos de la historia hidrocarburífera del país.

Empujado por su espíritu de aventura y antiguas crónicas de franciscanos que daban cuenta de la existencia de lagunas de brea en la Quebrada de Galarza, el pionero de la actividad se abrió paso a través de 200 kilómetros de selvas. Llegó a Vespucio con una rudimentaria máquina de perforación, tirada por bueyes, y allí puso a producir el primer pozo de petróleo: “Mina República Argentina”.

Hoy, en toda esa área que fue concesionada a Tecpetrol tras la privatización de YPF en 1991, hay cerca de 300 pozos que, con profundidades de apenas unas decenas y cientos de metros, solo esperan por decisiones del Estado y esfuerzos económicos mínimos para confirmar que los planes para YPF no se limitan a los lejanos desarrollos del “shale gas” ni a las monumentales inversiones que se priorizarán en la Patagonia. También hay riqueza, trabajo y gritos de “Eureka” esperando por las pymes norteñas a unos cuantos metros bajo tierra, y no sólo a 6.500 metros de profundidad, donde llegar con un pozo cuesta 100 millones de dólares.
 

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