“Parece que no quiere bajar la Sole”, le comentó contento a El Tribuno Oscar, como le dicen acá en su pago al Chaqueño Palavacino. Es que Soledad Pastoruti cerró la décima edición del Tri-Chaco, en Santa Victoria Este. Pero lo hizo con el corazón, sin medir el tiempo y el frío que en las tribunas se matizaba con unos buenos fogones y el revoloteo de ponchos que arengaba el “vendaval de Arequito”.
inicia sesión o regístrate.
“Parece que no quiere bajar la Sole”, le comentó contento a El Tribuno Oscar, como le dicen acá en su pago al Chaqueño Palavacino. Es que Soledad Pastoruti cerró la décima edición del Tri-Chaco, en Santa Victoria Este. Pero lo hizo con el corazón, sin medir el tiempo y el frío que en las tribunas se matizaba con unos buenos fogones y el revoloteo de ponchos que arengaba el “vendaval de Arequito”.
Pero la noche, que arrancó iluminada de fuegos artificiales, tuvo muchos otros condimentos: el Pitín Zalazar, cantor de las tierras de Orán; Los Alonsitos, a puro chamamé, y la sensualidad de Mariana Cayón, quien desparramó pedidos desesperados de los hombres para que alargara su estadía en el escenario Pascual Bailón Ceballos. Novias y señoras encestaban certeros codazos en las costillas de los caballeros, que aplaudían con inusual entusiasmo a la cafayateña de vestido insinuante y una musicalidad contagiosa.
Pero el Tri-Chaco es mucho más que un festival popular de música nuestra. Es una ventana para la cultura única que existe en esta zona al límite de Bolivia y Paraguay. Además, toda una economía andante, de gran ayuda para muchos.