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Argentino hizo el Everest sin oxígeno

Viernes, 20 de julio de 2012 12:05

Con sus apenas 32 años de edad Mariano Galván tiene en su haber una lista larga de ascensos, pero el último es, sin dudas, el más valioso. El mendocino (nacido en Trelew) se convirtió en el segundo argentino en hacer cumbre en el Everest (8.848 metros) sin la asistencia de oxígeno y en solitario.

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Con sus apenas 32 años de edad Mariano Galván tiene en su haber una lista larga de ascensos, pero el último es, sin dudas, el más valioso. El mendocino (nacido en Trelew) se convirtió en el segundo argentino en hacer cumbre en el Everest (8.848 metros) sin la asistencia de oxígeno y en solitario.

El hombre subió a la montaña más alta del mundo, donde la supervivencia es casi imposible, sin ayuda adicional, sin ninguna compañía y cargando todo el equipo en una pequeña mochila. Una hazaña que solo había logrado el montañista argentino Heber Orona en 1999.

El montañista vive en la provincia del buen vino, allí trabaja como guía profesional de alta montaña. Con su ascenso a la cima del mundo ingresó además por la puerta grande al selecto club de 152 personas que llegaron solitas hasta la cima sin oxígeno adicional. “Uno trata de ir por sus propios medios y pelearla solito, sin máscaras y sin nada que se interponga entre la naturaleza y uno mismo; estoy de acuerdo con el uso de oxígeno cuando uno viaja con clientes porque es una disposición de seguridad, pero como iba solo...”, expresó Galván acerca del riesgo del ascenso en estas características. Sucede que, en algunos círculos del montañismo profesional, el uso de oxígeno es considerado “doping”. Pero, al mismo tiempo, prescindir de esta herramienta puede significar el camino más rápido hacia la muerte cuando el cuerpo es sometido a alturas por arriba de los 6.000 metros.

Lo curioso fue que ayer, mientras el resto de los visitantes aspiraban desesperados por el tubo de oxígeno, un tal Galván buscaba a alguien que de “onda” le sacase la mítica foto en lo más alto del planeta. “Sentís que es el techo del mundo, pero como fui en solitario no tenía a nadie que me diera un abrazo: es como llegar a una fiesta y no conocer a nadie”, dijo.

En el ascenso, Galván tuvo que dormir a una altura de casi 8.000 metros antes del ataque final a la cumbre, sin bolsa de dormir. A las 9.45 salió hacia la cima, que alcanzó a las 23. Luego inició el peligroso descenso, 48 horas después ya estaba en el campamento base.

 

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