Tremenda sorpresa se llevaron tres amigos cuando hallaron dos grandes ollas, aparentemente preincaicas, que aún conservan restos óseos presumiblemente de animales.
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Tremenda sorpresa se llevaron tres amigos cuando hallaron dos grandes ollas, aparentemente preincaicas, que aún conservan restos óseos presumiblemente de animales.
Octavio Lera junto a sus amigos pararon en el acto la excavación del pozo ciego en los fondos de un terreno de la zona de El Vallenar, al oeste de la ciudad de Rosario de Lerma, por temor a toparse con un “tapadito” de envergadura.
“Pensábamos que era un túnel secreto o algo así y después de tomar coraje me decidí a meter la mano en el interior de la vasija. Ahí nos dimos cuenta de que eran ollas indígenas. Estaban casi intactas, pero donde le dimos con el pico se estropearon un poco”, explicó Octavio a El Tribuno.
Una de las ollas, de unos sesenta centímetros de alto por un metro en su parte más ancha, todavía conserva parte del cuello y boca, y dos asas que estaban desperdigadas en la excavación. La otra es una vasija mejor conservada, sin barro y con restos óseos. En esta olla llamó la atención una piedra pesada amarilla, lo que generó los más variados comentarios de sus descubridores, quienes además impidieron fotografiarla y la escondieron de eventuales ladrones.
“No sé si es oro u otra piedra preciosa. La dejamos ahí porque recordé que mis abuelos me contaron anécdotas sobre los tapaos que tiene la zona. Pero a lo mejor, si seguimos hurgando la tierra, la Pachita (Pachamama) se enoja”, agregó Lera, al tiempo que realizaba un disimulado ritual en el fondo del hoyo para que todo salga bien, según marca la tradición.
El pozo del hallazgo tiene unos cuatro metros de profundidad y unos tres de diámetro. El terreno es parte de un loteo municipal realizado hace pocos meses en la zona conocida como El Vallenar, a unos tres kilómetros de Rosario de Lerma y llamativamente a uno 5 del yacimiento arqueológico de Tinti, tan desprotegido que en la actualidad se han construido casaquintas en su extensa superficie.
Octavio dice que entregará las ollas y los restos al Museo de Antropología de Salta, pero si no lo toman en cuenta, las dejará en su futuro jardín de su casa en El Vallenar.