Este año durmieron menos turistas en Salta capital, pero aumentaron las reservas hoteleras en las localidades del interior, según anunció el Ministerio de Turismo y Cultura de la Provincia. Los Valles Calchaquíes estuvieron entre los destinos favoritos de los visitantes, particularmente Cafayate, pero también Cachi, Seclantás, Molinos, Payogasta, San Carlos y Angastaco. Quienes llegaron hasta ahí advierten que se podrían mejorar los caminos, pero más destacan la ausencia de señales de tránsito que marquen las distancias, las curvas pronunciadas y tramos peligrosos. Algunos piensan que la tierra “es parte del paisaje”, aunque todos coinciden en que “vale la pena” el viaje, por su gente y sus paisajes.
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Este año durmieron menos turistas en Salta capital, pero aumentaron las reservas hoteleras en las localidades del interior, según anunció el Ministerio de Turismo y Cultura de la Provincia. Los Valles Calchaquíes estuvieron entre los destinos favoritos de los visitantes, particularmente Cafayate, pero también Cachi, Seclantás, Molinos, Payogasta, San Carlos y Angastaco. Quienes llegaron hasta ahí advierten que se podrían mejorar los caminos, pero más destacan la ausencia de señales de tránsito que marquen las distancias, las curvas pronunciadas y tramos peligrosos. Algunos piensan que la tierra “es parte del paisaje”, aunque todos coinciden en que “vale la pena” el viaje, por su gente y sus paisajes.
“La ruta no está mal. Hay muchísima tierra que entra por todos lados, pero lo que se nota es que hay muy pocos carteles, la señalización deja mucho que desear. Hay cruces que no tienen ninguna señal que diga hacia donde te llevan esos caminos y cuánto falta para llegar. De hecho, antes de Seclantás encontramos un solo cartel en 40 kilómetros”, dijo a El Tribuno Eduardo, de Salta capital, quien con su mujer Raquel, aprovechó la pausa escolar para llevar a sus dos hijas de paseo por la provincia. “Queríamos dar una vueltita por los Valles Calchaquíes”, dijo.
“La Cuesta del Obispo tiene muchas curvas muy cerradas que están sin señalizar. Es muy peligroso porque uno viene con mucha tierra y cuando está el sol de frente, prácticamente hay que adivinar por dónde sigue el camino, porque no se ve. En auto se llega, pero queda muy sufrido, se afloja con los serruchos. Hay que ir despacio, pero vale la pena”, agregó Eduardo, quien también se quejó de los precios.
Raúl es estudiante de música. Llegó a Salta en colectivo con su hermana desde Rosario, Santa Fe. Inmediatamente se fueron a Cafayate con la idea de poder visitar las localidades calchaquíes que están por la ruta nacional 40 y volver a Salta por la Cuesta del Obispo. En San Carlos se enteraron que el colectivo solo llegaba hasta Angastaco y que para poder continuar hasta Molinos, Seclantás y Cachi deberían hacerlo en un remis. “Compartimos un auto particular con otros pasajeros que estaban en la misma. Nos cobró $300 pesos a cada uno por llegar hasta Salta haciendo paradas cortas en los pueblos. Creo que los caminos de tierra son parte del paisaje. Es un lugar espectacular, para volver”, le dijo a El Tribuno en Molinos.
“Es un camino complicado para hacer en auto. Sobre todo las partes de tierra. Además estaban pasando la máquina que dejó una hilera de piedras por la mitad. El auto queda con algunos ruidos, pero tampoco hay que ir apurado”, dijeron Fabián y Alba, de Avellaneda, en Buenos Aires.
“Hay precios subidos de tono”
“Está muy caro. La comida no baja de $50 por persona, por una milanesa. Nosotros no manejamos dólares y para una familia es caro, porque son como $300 en cada comida, más el alojamiento y el combustible”, analizó Eduardo de Salta capital.
“Los precios cambian en cada lugar. Hay que buscar un poco para encontrar algo razonable. En Salta ciudad se siente más que en el interior de la Provincia. Hay algunos precios que están un poco subidos de tono. Por una noche en una cabaña de San Lorenzo pagamos $1.000, pero saliendo de los centros turísticos más importantes está un poquito más barato. Lo importante es pasear y conocer”, dijo Alejandro Chapero, de Santa Fe.
El GPS una ayuda para no perderse
Los Chapero saben de distancias. Cada miembro ya tiene su función establecida dentro de la camioneta de Alejandro, el conductor y máxima autoridad del grupo familiar. Después de algunos días por fin llegaron a Cachi, luego de atravesar cientos de kilómetros desde su Intiyaco natal, en la provincia de Santa Fe.
“La verdad es que le falta un poco al camino. Como siempre se nota que falta inversión y algunas obras. Pero es muy lindo estar acá, la calidez de la gente y los paisajes que hay en Salta son únicos. No llegamos a perdernos porque tenemos GPS. Se nota que falta infraestructura para tanto turismo. Por la Cuesta del Obispo falta un poco de señalización. Ahora tenemos ripio hasta Cafayate y nos gustaría que, una ruta tan trascendental como es la 40, esté algún día asfaltada”, dijo Alejandro.
“Falta señalizar, pero nosotros nos guiamos con el GPS y no tuvimos ningún problema, pero sin esa herramienta se hubiera complicado bastante. Los caminos están bien. Hay muchísima tierra, pero es un poco la idea: llegar a un lugar que sea diferente. Nos quedamos más de lo previsto en Cachi porque nos gustó muchísimo”, dijo Cristian de Gualeguaychú, Entre Ríos.
“Como vinimos con GPS no tuvimos inconvenientes. Hace dos años había mucho más serrucho que ahora. Hay tramos muy angostos y curvas pronunciadas, a las que se las podría señalizar. No se ven las advertencias para tocar bocina antes de las curvas y recuerdo haberlas visto antes. Pero hay que andar tranquilo”, opinaron Sebastián y Silvana de Ramos Mejía, de Buenos Aires. “Siempre venimos y hoy vemos que Cachi creció. Se nota más movimiento y está cada vez más lindo”, agregó Silvana.