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Tragados por el maldito Triángulo de las Bermudas

Sabado, 28 de julio de 2012 22:10

“Estamos completamente perdidos... no nos sigan”, transmitió el teniente Charles Taylor, al mando de un TBM Avenger que guiaba a otros cuatro aviones, aquel 5 de diciembre de 1945, soleado y con cielo tranquilo.

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“Estamos completamente perdidos... no nos sigan”, transmitió el teniente Charles Taylor, al mando de un TBM Avenger que guiaba a otros cuatro aviones, aquel 5 de diciembre de 1945, soleado y con cielo tranquilo.

Desde la torre de control insistieron, pero la estática hacía imposible escucharlo. De todos modos, Taylor había logrado informar que las brújulas de su nave habían enloquecido y que el mar se había tornado muy raro. “Se ve blanco...”, describió el joven oficial. Así comenzaba un misterio que no ha logrado develarse y que ha dado lugar a investigaciones por parte de los más experimentados miembros del Ejército de los Estados Unidos y organismos de seguridad. Nadie ha hallado una explicación.

¿Cómo fueron los hechos?

Alrededor de las 14 de ese día, Taylor y otros 13 pilotos abordaron los cinco aviones para hacer un vuelo de entrenamiento. Si bien la guerra ya había finalizado, la fuerza continuaba con la instrucción de sus hombres. Cada bombardero llevaba tres tripulantes, pero a último minuto uno de ellos se sintió enfermo y quedó en tierra. Despegaron desde la base aérea de Fort Lauderdale, en Florida, y debían realizar un recorrido de 250 kilómetros al este en línea recta, dar vuelta al norte y regresar a la base. El combustible que llevaban era suficiente para realizar tres viajes iguales. Charles Taylor era un piloto avezado que debía entrenar a los novatos. Sin embargo, no tenía experiencia en operaciones en esa zona del Atlántico. A las 14.45, dio la voz de alerta avisando que se habían extraviado y que sus instrumentos de navegación giraban sin sentido. Desde la base le informaron que se dirigiera hacia el oeste para retomar el rumbo, pero la respuesta de Taylor fue: “No sé dónde está el oeste”. Los pilotos habían entrado en pánico.

 

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