Dos monjes de alto rango de la orden budista Jogye, la más numerosa en Corea del Sur, han sido sancionados con una multa de 1.776 dólares cada uno tras ser sorprendidos en una mesa de póquer en un escándalo por juego ilegal, se informó ayer.
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Dos monjes de alto rango de la orden budista Jogye, la más numerosa en Corea del Sur, han sido sancionados con una multa de 1.776 dólares cada uno tras ser sorprendidos en una mesa de póquer en un escándalo por juego ilegal, se informó ayer.
El caso se conoció a raíz de unos videos difundidos por detractores de la orden, que el pasado abril filmaron en secreto a los monjes en un hotel del sur del país mientras jugaban a las cartas en partidas en las que apostaban miles de dólares.
“Los monjes deben ser considerados responsables de este incidente, que ha causado un enorme malestar social”, destacó el juez Lee Sung-
yong, del tribunal de Seúl, que sancionó a los religiosos solo con multas al haber mostrado ambos su arrepentimiento, detalló Yonhap.
Es que, tras destaparse el escándalo, varios monjes de la orden
Jogye, incluido su líder, iniciaron un período ascético de 100 días en los que realizaron 108 reverencias diarias como forma de “arrepentimiento”.
Además, la orden tomó medidas drásticas y reformas internas, incluida la sustitución de algunos líderes.
El tribunal también sancionó con 10 meses de prisión y dos años de inhabilitación al monje que los denunció, por filmar la partida de cartas con un sistema de circuito cerrado de televisión que había instalado previamente en la habitación del hotel.
El vídeo desató una fuerte polémica en Corea del Sur, donde el juego es una actividad ilegal excepto en áreas especiales, como casinos dirigidos a turistas extranjeros, y posee connotaciones sociales negativas, además de contravenir los principios de humildad y austeridad budistas.
El budismo es la religión más practicada en Corea del Sur, con más de una quinta parte de la población.
Le siguen el protestantismo y el catolicismo en un país en el que casi la mitad de los ciudadanos se consideran no religiosos, según datos de 2005.