El comedor Las Tías del barrio Primera Junta se reinauguró en una fecha que daría oportunidad a los numerólogos de arriesgar designios ocultos: el 11 de noviembre de 2011 (11/11/11).
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El comedor Las Tías del barrio Primera Junta se reinauguró en una fecha que daría oportunidad a los numerólogos de arriesgar designios ocultos: el 11 de noviembre de 2011 (11/11/11).
Sin embargo, lejos está de gozar un presente privilegiado y lo aquejan los mismos problemas que a otros espacios acondicionados para ofrecer alimento a los niños en los barrios más populosos y humildes.
En una pequeña ampliación del frente de una vivienda -para la que utilizaron chapas usadas y donde se puede intuir el apremio de la necesidad- un grupo de señoras cocina durante toda la mañana para servirle el almuerzo a más de 130 pequeños.
Los chicos comen a la intemperie, sentados sobre sillas o hasta en bloques, en torno a cuatro mesas y tres bancas.
El escaso mobiliario con que cuentan es herencia de la anterior “administración”, la de una señora que por problemas familiares se vio en la obligación de cerrar el comedor. Ahí entró en la historia Graciela Guzmán, que no dudó en prestar su casa al ver que los niños se habían quedado sin lugar al que acudir.
“Les dije a las tías: "Los niños, mientras tengan un plato de comida, aunque sea sentados sobre un bloque van a comer' y así me los traje para acá”, recuerda Graciela. Las “tías” -María, Nora y Juanita- son tres señoras que viven en el centro y les proveen de lo necesario para ofrecer un almuerzo completo a los niños.
Cocinan a gas en un horno comprado “con mucho sacrificio por las tías, quienes vendieron ropa y rifas entre sus amistades” para recaudar el dinero para adquirirlo, agrega Graciela. Pero pronto las dos garrafas de diez litros que utilizan se vacían de contenido y entonces los niños colaboran con maderas o palitos para hacer fuego.
Con este comedor y con estos niños están comprometidos varios voluntarios, como Roberto Rodríguez, quien da un taller de pintura, o una señora que les enseña tejido y macramé. También hubo docentes que ofrecían clases de apoyo a los niños, pero luego de estas vacaciones de invierno pasaron a engrosar la lista de aquellos a quienes la vida lleva por otras sendas o son reclamados por sus ámbitos laborales o familiares.
Una misión que no se detiene
Graciela no se detiene a pensar en los que se fueron, sino que les agradece de corazón el tiempo que emplearon en el proyecto y sí hace hincapié en las respuestas que nunca recibieron de la Cooperadora Asistencial o de algún funcionario, por ejemplo, a los que acudieron para solicitar que les construyan una galería que guarezca a los niños de las inclemencias del tiempo. Recientemente, Graciela estableció contacto con los voluntarios del programa Un Techo para Mi País y sin percatarse de que su pedido excedía los fines de esa ONG -paliar la emergencia habitacional- les preguntó si los podían ayudar.
“Nosotros queríamos que en vez de una casa nos hicieran con esos materiales una galería cerrada y las tías no tenían problema en poner el dinero que hiciera falta”, dice, pragmática y sorprendida de que los fines no puedan comandar los medios o torcer los procedimientos, y porque en sus palabras se nota que la solidaridad empezó por casa y que su trabajo social le ocupa la mente el día entero.
Organizan un agasajo a los niños
Graciela y las tías se encuentran organizando un festejo por el Día del Niño para sus chicos y para ello solicitan donaciones de chocolate, jugo, golosinas y, sobre todo, juguetes. “Algunos dicen: "Para qué le voy a dar el juguete si lo rompen. Pero ellos esperan el juguete ¿o no es así?'”, define Graciela, que evidentemente conoce en profundidad los anhelos infantiles.
La fiestita se realizará el 25 de este mes y quienes puedan colaborar con el comedor Las Tías deben dirigirse a la manzana 514 B - lote 24 del barrio Primera Junta o llamar al 155216703 (Graciela Guzmán) o el 4319427 (Nora Torres).