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Las trabas a las importaciones van generando cada vez más problemas. Ya no es solamente la imposibilidad de que ingresen artículos importados para consumo o para el confort, sino que ahora y, como ya se suponía, las autopartes son el eje del conflicto de estas medidas que llevan el sello del secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Es que alrededor de 900 trabajadores de la planta automotriz Renault fueron suspendidos por la empresa debido a un descenso en la producción a raíz de las dificultades para el ingreso al país de autopartes producidas en el exterior.
Así lo indicó ayer y el vocero del sindicato de mecánicos Smata, Leonardo Almada, quien lidera el gremio de los trabajadores mecánicos y afines que además atiende las cuestiones laborales de los operarios de las terminales automotrices.
El gremialista comentó que en la planta de la automotriz ubicada en la localidad de Santa Isabel, provincia de Córdoba, “no hay producción” y puntualizó que, del total de operarios suspendidos, el 50 por ciento trabaja en esa fábrica.
Esta cifra representa un problema para la terminal del “rombo” ya que la mitad de quienes trabajan en ella fueron alcanzados por esta medida de la patronal.
Almada sostuvo que las suspensiones se extenderían hasta el jueves próximo, debido a “un inconveniente en el ingreso de material desde Brasil por un problema en la aduana de ese país”.
De esta forma se suma un inconveniente más a las trabas a la importación dispuestas por el Gobierno nacional que afectan directamente a la producción de las terminales radicadas en el país.
Cabe recordar que durante las suspensiones, los empleados perciben el 75 por ciento de sus haberes.
Hasta el momento, Renault no brindó información oficial sobre esta medida que afecta sensiblemente a la producción de esa fábrica y que genera preocupación entre los trabajadores del sector ya que otras terminales podrían adoptar idéntica medida en función de los problemas con Brasil y de los que se generan en la Argentina. La incertidumbre se presenta con mayor fuerza a partir de la necesidad de que las reglas sean claras, tal como lo solicitan no solo los representantes de Smata, sino además desde los diferentes sectores ligados a la industria automotriz, que el año pasado registró un récord de producción y ventas.