Con este debate, la pobrísima oposición suma un protagonismo mayor que con cualquier otro, eso es verdad. Adopta una postura legalista, de cuidado institucional y profundiza sus cuestionamientos hacia la presunta avanzada kirchnerista. Sin embargo, la dispersión ridícula a la que se exponen sus más altos dirigentes le resta una buena porción de credibilidad a su discurso.
Es que los detractores de Cristina hacen lo mismo que le critican a ella: pese a tener el mismo objetivo de fondo, el rechazo a la re-re, no acuerdan ni tienden puentes sí. Todo es aislado y voluntarista, una fórmula que hasta ahora no le sirvió a la oposición para nada más que para su propio desprestigio.
¿Qué los divide ahora? El personalismo, nada más que eso. La UCR, el FAP, el Pro y el peronismo no kirchnerista hacen su juego por separado para disputarse el rédito de una eventual marcha atrás del oficialismo. El mensaje es el de siempre: especulación electoral.
La insólita división que empaña las coincidencias
11 DE Septiembre 2012 - 21:35 HUGO KRASNOBRODA hkrasno@eltribuno.com.ar
Con este debate, la pobrísima oposición suma un protagonismo mayor que con cualquier otro, eso es verdad. Adopta una postura legalista, de cuidado institucional y profundiza sus cuestionamientos hacia la presunta avanzada kirchnerista. Sin embargo, la dispersión ridícula a la que se exponen sus más altos dirigentes le resta una buena porción de credibilidad a su discurso.
Es que los detractores de Cristina hacen lo mismo que le critican a ella: pese a tener el mismo objetivo de fondo, el rechazo a la re-re, no acuerdan ni tienden puentes sí. Todo es aislado y voluntarista, una fórmula que hasta ahora no le sirvió a la oposición para nada más que para su propio desprestigio.
¿Qué los divide ahora? El personalismo, nada más que eso. La UCR, el FAP, el Pro y el peronismo no kirchnerista hacen su juego por separado para disputarse el rédito de una eventual marcha atrás del oficialismo. El mensaje es el de siempre: especulación electoral.